Una elegante estilográfica 'Montblanc' de trazo fino o una pluma altiva e indómita de águila de la Sierra de Huelva
Crónicas de otra Huelva
La 'Montblanc', de plumín de oro, “obra el milagro de escribir con una corrección maravillosa”, mientras que la de águila caudal entre los dedos “es una invitación al alto pensar” para Blanqui-Azul
Luz y sombras. Mayo. Al hermano Elías Palma
La introducción
La escritura | La difícil elección
La producción periodística de José Ponce Bernal nos muestra un sólido conocimiento de su entorno y de la realidad del momento. Respondía a un prototipo de periodista de su generación, de formación autodidacta. Se trataba de personas inquietas, inteligentes, ambiciosas, con ganas de triunfar y prosperar, capaces de tomar determinaciones y de aprovechar las posibilidades. La preparación cultural e intelectual era clave para lograr los objetivos. El recurso a las citas de escritores europeos de otras épocas, la mirada hacia el arte que reflejaba el momento histórico, su gloria o su decadencia, el repaso a los grandes imperios de la historia de la humanidad… Todo ello nos lleva a constatar su inquietud intelectual, su afán erudito por adquirir conocimientos y su inclinación pedagógica por difundirlos y educar. Desarrollaba estos aspectos a través de un rico vocabulario y una prosa aguda, a veces imbuida de poesía, como vimos la semana pasada en la carta a Elías Palma o en el del cementerio, que elegimos para iniciar esta serie, una sugerente y profunda crónica.
Poseía una cultura general bastante asentada en este momento, cuando contaba con 30 años de edad. Demostraba tener, además, tanto si hablaba de cuestiones más o menos anodinas como si hablaba de aspectos trascendentales, gran dominio del lenguaje. El escritor emergía, mostraba su pensamiento y sentenciaba su crítica. Se presentaba como observador de la realidad, de la que tenía cerca y le conmovía, mostrándose sensible y generoso, admirando las pequeñas cosas de la vida –tan importantes para él- y examinando las singularidades personales de cada individuo y sus reacciones, sus comportamientos. Se reía también de sí mismo.
En esta que presentamos hoy hay muchos aspectos de su personalidad que nos ayudaron a construir su biografía. Con otra lección de historia, instruyó a los lectores sobre la utilización de las águilas como símbolos guerreros en los escudos y estandartes, representando la grandeza de los imperios desde los tiempos de Ciro, emperador de los persas. La pluma de águila caudal era un símbolo de grandeza en la historia de la humanidad y tenerla entre los dedos era “una invitación al alto pensar”. La estilográfica, una de las primeras Montblanc que salieron al mercado en España -fabricada por E. Wiese- a principios del XX y que la familia conserva, representaba para él la modernidad. Ensalzó la delicadeza y finura de su escritura. Prefirió el periodista la modernidad al pasado, la delicadeza y finura de la escritura de la estilográfica. La eligió frente a la tentación de la lucha y el combate, el triunfo o la muerte, el simbolismo de la guerra que le recordaba la pluma de la impresionante ave.
Un buen amigo –el doctor Dorronsoro-1 me ha regalado una elegante pluma estilográfica de oro. Bonita pieza y útil regalo. La he puesto ya en el bolsillo adecuado y está pronta a cualquier perentoriedad del oficio. Se desliza majestuosamente sobre las cuartillas. Fluye la tinta con igual cantidad y no está muy ducha en tachaduras. Se escribe a la moderna. Estoy, pues, contento con el delicado obsequio, que me permitirá darme un poco de tono cuando tenga que extraerla del bolsillo para escribir delante de alguien.
Las estilográficas obran el milagro de escribir con una corrección maravillosa. La plumita de oro hace frases bien sonantes, comedidas, respetuosas. Dan al artículo o a la carta una mesurada casi femenina inspiración. No hay miedo alguno con ella entre las manos, y mucho menos en el bolsillo.
Este halago del indicado obsequio ha tenido –ayer- su reproducción. Otra persona de mi afecto acaba de regalarme otra pluma. Es una pluma de águila caudal, cazada en plena sierra. Al dármela, no ha hecho indicación alguna. Yo la he cogido con cierta emoción. Una pluma de águila entre los dedos es una invitación al alto pensar... Las alas extendidas e infatigables de la gran ave, en la sed de altura que las inflama, suponen un afán noble de conquista y de poderío. Desde los tiempos de Ciro, emperador de los persas, las vemos en los escudos y estandartes. Iban delante de todas las empresas belicosas. Han quedado, en todo el mundo, como símbolo de grandeza. Altiva e indómita, esta pluma de águila cazada podría inspirarme palabras y frases de rebeldía, de olímpica valentía, de fuerza incontestable. Tiembla en mi mano al posarla sobre las cuartillas. Decido no escribir con ella. La contemplo un rato y la dejo -cuidadosamente- en la espetera. La cogeré cuando el corazón me pida que la descuelgue. Para lo demás, aunque sufra el periodista interno, tengo la flamante estilográfica, moderna pluma que no se resiste -¡es tan suave!- a ninguna artificiosidad, a ningún necesario embuste dorado. Mas no se si podré resistir el reproche de la otra pluma, la de águila, que ahora queda colgada en la espetera sin haberse estrenado.
BLANQUI-AZUL.
Diario de Huelva, 29-09-1929
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