La nueva edad de oro de la minería en Huelva

El auge de la última década devuelve a amplias comarcas de la provincia su papel estratégico

La transición energética y las políticas de independencia en materias primas refuerzan su importancia

La minería andaluza presume de liderazgo internacional en Huelva

Las instalaciones de la Mina de Riotinto.
Las instalaciones de la Mina de Riotinto. / Josué Correa
Antonio Carrasco

03 de abril 2023 - 06:00

La provincia de Huelva es minera. Lo lleva en su ADN. El agua roja del Tinto es la sangre que corre por sus venas. El rico subsuelo onubense atrajo desde que existe memoria la atención de pobladores y civilizaciones que vieron en sus yacimientos un filón para su desarrollo. Es una huella honda y visible a la vez. La fisonomía de amplias comarcas como el Andévalo, la Sierra o la Cuenca a la que debe su nombre deben mucho a la relación del hombre y la mina. Incluso en la capital sus grandes iconos como el Muelle de la Rio Tinto, el Barrio Obrero o la Casa Colón son la herencia arquitectónica de la revolución industrial del XIX al calor de la llegada del capital británico para explotar los yacimientos de la faja pirítica. Pero no siempre fue así. La actividad minera vivió un tiempo oscuro entre finales del XX y principios del XXI en el que la actividad cesó. La caída de los mercados y la pérdida de rentabilidad fueron una losa para una actividad sin la que no se entiende a Huelva. Fueron años difíciles, de reconversión y búsqueda de oportunidades para las comarcas mineras. Hoy ese pasado queda lejos, mucho más en la memoria que en el calendario. La minería en Huelva atraviesa una nueva época dorada, un esplendor único que la ha devuelto al lugar dominante que siempre tuvo en la actividad industrial española. Yacimientos como los Matsa en Almonaster o Atalaya Mining en Riotinto son referentes de la actividad metálica andaluza, un sector clave con un peso específico en la balanza de exportaciones de la comunidad. Hay además estudios y proyectos para nuevas explotaciones así como la recuperación de antiguos yacimientos en Tharsis, Valverde o Paymogo. El nuevo escenario internacional reclama cada vez más cobre, principal riqueza del subsuelo onubense. Huelva ha recuperado su lugar en el mundo de la minería metálica.

La actividad minera tiene una importancia capital en su entorno. Los movimientos demográficos en las zonas más despobladas de la provincia de Huelva dependen en gran medida de su empuje. El histórico de población de localidades como Almonaster y sus aldeas, Riotinto, Zalamea o Nerva permite trazar la curva de expansión o depresión del sector. Hoy la recuperación es una fuente de riqueza y empleo en amplias comarcas, así como la mejor garantía contra la despoblación. En el último balance, la Mina de Riotinto de Atalaya Mining generó en el territorio más de 2.300 empleos y un Valor Añadido Bruto de 305 millones de euros, contribuyendo a las arcas públicas con más de 35 millones de euros en impuestos e invirtiendo en acciones locales de responsabilidad social casi 800.000 euros. Matsa (titular de los derechos de explotación de las minas subterráneas Aguas Teñidas, Magdalena y Sotiel) por su parte cifra su impacto en más de 4.000 empleos directos, indirectos e inducidos, con una plantilla de 754 personas, siendo el 80% de las localidades onubenses más cercanas al proyecto, contando el 90% con contratos indefinidos y siendo un 20% empleo femenino. Actualmente, el 22% de la plantilla son mujeres. Sandfire Matsa tiene un impacto global en el PIB onubense cercano al 5%, esto quiere decir que, de cada 100 euros del producto interior bruto de la provincia, en torno a 5 proceden de la actividad de la operación minera, gracias a la suma de pagos a proveedores, salarios y cotizaciones sociales, impuestos y tasas, inversiones y todo el efecto tractor directo e indirecto que genera en su área de influencia.

La faja pirítica ibérica es una enorme concentración de sulfuros masivos que se extiende a lo largo de gran parte del sur de la Península Ibérica. Tiene alrededor de 250 kilómetros de largo y de 30 a 50 de ancho, desde Alcacer do Sal (Portugal), al noroeste, a la provincia de Sevilla (España), al sureste. La provincia de Huelva es la que posee la mayor parte de esta riqueza bajo sus pies al ocupar toda la franja central de la faja pirítica. Su origen radica en la actividad volcánica que tuvo lugar hace 350 millones de años en esta región y que produjo depósitos gigantes de sulfuros polimetálicos útiles para la extracción de cobre, zinc, plomo y, en algunos casos, metales preciosos como oro y plata. Alberga una de las mayores cantidades de reservas de metales no férricos del mundo, estimándose que han sido explotadas cerca de 2.000 millones de toneladas de mineral, quedando más de 400 millones por explotar.

Aprovechados desde la antigüedad, los recursos mineros de la provincia de Huelva alcanzaron un protagonismo a escala de economía global a finales del siglo XIX. La puesta en marcha en 1873 por parte de la Rio Tinto Company Limited de la explotación a nivel industrial fue un hito que alcanzó su cenit en el primer tercio del siglo XX. En la década de los años 30 la industria minera estaba en decadencia, tanto por la menor demanda de metales como por el agotamiento de los recursos. Este fenómeno se acentuó en la década de los 40 y condujo a un fuerte intervencionismo por parte del Estado mediante empresas públicas, aunque con resultados económicos inciertos, explica el Instituto de Estadísticas y Cartografía de Andalucía en un informe.

En el último tercio del siglo XX se produjo un periodo de decadencia de la minería metálica en Andalucía. Las causas fueron el agotamiento de los yacimientos y la bajada de precio de los metales por la fuerte competencia de terceros países en una economía más globalizada. La actividad desapareció en el año 2001 en Huelva. En ese momento las zonas mineras pasaron a ser paisajes arqueológicos donde la huella pervivía como valor patrimonial histórico. Hoy la situación es bien distinta. La minería metálica en Andalucía renació en poco tiempo con una fuerza inusitada al albur del incremento del precio de las materias primas. El futuro del sector es abrumador. La revolución energética y la electrificación de los procesos de producción o transportes convierten al cobre onubense en un valor único. La minería recupera así su valor estratégico como demuestra la Ley de Materias Primas Críticas de la Unión Europea. La legislación pretende garantizar que a partir de 2030 la UE reduzca su dependencia de terceros países, garantizando que al menos el 10% de la demanda nacional de materiales estratégicos para la minería y la extracción, el 40% para la transformación y el refinado, y el 15% para el reciclado tengan origen comunitario. Todo ello en un marco de estricto control medioambiental y respeto al entorno, lo cual garantiza para la minería en Huelva un futuro sostenible y sostenido.

El ejemplo de Almonaster y Aguas Teñidas

El término municipal de Almonaster la Real concentra por su extensión y riqueza un número muy importante de minas explotadas de la faja pirítica, aprovechamientos que tienen continuidad desde 1867. Las explotaciones mineras generaron muchos puestos de trabajo y el municipio de Almonaster tuvo un notable crecimiento demográfico intercensal pasando de los 4.182 habitantes de 1900 a 8.288 en 1910, tocando techo en el censo de 1920 con 9.131 habitantes que configuraban a este municipio como uno de los más importantes de la provincia de Huelva. La actividad obligó a las empresas a la construcción de poblados mineros. Existían 16 poblados habitados según el padrón de 1920, de los cuales el más importante era Cueva de la Mora (1.154 habitantes). La mayoría fueron desapareciendo entre estas fechas y 1960. La actividad se vio favorecida por la construcción del ferrocarril Huelva-Zafra en 1889 y del ferrocarril minero Valdelamusa-Cuevas de la Mora (activo entre 1911-1932), que conectaban diversas explotaciones y permitían el traslado del mineral hasta el puerto de Huelva.

Aguas Teñidas tenía 42 habitantes en el nomenclator de 1970. En el siguiente censo de 1981 ya había desaparecido. La mayoría de las poblaciones tenían su suerte ligada a la de la explotación minera y solo las de mayor entidad sobrevivieron a la extinción de la actividad extractiva. Fueron los casos de Cueva de la Mora y Concepción en Almonaster, y de la vecina Valdelamusa en Cortegana.

La mina es vida para sus comarcas. En tiempos de lucha contra la despoblación de las comarcas del interior, su existencia asegura el futuro.

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