El enigma de Nuestra Señora de la Piedad en Cortegana

Huelva Paranormal

Una historia del XV, que perdura en la actualidad, sugiere el encuentro milagroso de un agricultor con una imagen de la Virgen María mientras hundía su azada en la tierra

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Nuestra Señora de La Piedad en Cortegana.
Nuestra Señora de La Piedad en Cortegana. / M. G.
José Manuel García Bautista

23 de marzo 2025 - 06:02

En Cortegana tiene mucha veneración la imagen Nuestra Señora de la Piedad, patrona de la localidad y protagonista de una de las leyendas más arraigadas en su tradición religiosa. Como ocurre en muchos pueblos con una Historia centenaria, los relatos transmitidos varían y pueden entroncan con la leyenda con un matiz casi mágico, uniendo el misterio con la fe.

Y esta historia, en particular, ha sobrevivido al paso del tiempo, conservando su esencia. La leyenda nos remonta al siglo XV, en una época en la que Cortegana vivía bajo la sombra de su imponente castillo medieval, símbolo de protección y vigilancia en tiempos convulsos. A los pies de la fortaleza, donde hoy se levanta la ermita de Nuestra Señora de la Piedad, un labrador se afanaba en su trabajo diario, cultivando la tierra con la misma dedicación que sus antepasados.

Aquella jornada parecía transcurrir con normalidad, hasta que, al hundir su azada en el suelo, un sonido inesperado interrumpió el silencio del campo. No fue el eco metálico de la herramienta golpeando una piedra ni el crujido de las raíces cediendo bajo la fuerza del hombre, sino algo mucho más extraño: una voz femenina, dulce y serena, que le imploró con claridad:

—¡Ten piedad de mí!

El labrador se detuvo en seco. Miró a su alrededor, pero no vio a nadie. En aquel paraje solitario, solo el viento y el canto lejano de los pájaros rompían la calma del mediodía. Inquieto, pensó que quizás su mente le había jugado una mala pasada y, tras un instante de duda, volvió a su labor.

Sin embargo, apenas unos minutos después, la voz se dejó oír nuevamente:

—¡Ten piedad de mí!

Esta vez, el hombre sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Soltó la azada y giró la vista en todas direcciones, buscando el origen de aquel lamento. Pero, de nuevo, no encontró a nadie. Su corazón latía con fuerza, pero, armándose de valor, decidió continuar con su trabajo.

El tercer aviso fue el definitivo. La voz resonó con más claridad que nunca:

—¡Ten piedad de mí!

El labrador ya no pudo ignorar lo que estaba ocurriendo. Movido por la curiosidad y un presentimiento inexplicable, comenzó a cavar en el lugar exacto de donde parecía provenir la voz. Sus manos, endurecidas por años de trabajo, removieron la tierra con urgencia, hasta que, de pronto, un resplandor dorado emergió de entre los surcos.

Descubrió el origen del misterio: entre los restos de tierra húmeda, protegida por el tiempo y el destino, yacía una pequeña imagen de la Virgen María. La figura irradiaba una luz tenue, como si el propio sol hubiese decidido bañar aquel hallazgo con su fulgor.

Un hallazgo envuelto en historia y devoción

El labrador, sobrecogido por lo que tenía ante sus ojos, cayó de rodillas. En aquel instante, comprendió que no se trataba de una simple coincidencia: había sido testigo milagroso.

Con el tiempo, se supo que aquella imagen de la Virgen había sido enterrada siglos atrás, durante la invasión sarracena, cuando los fieles cristianos, temerosos de que las tropas musulmanas profanaran sus símbolos religiosos, decidieron ocultarla en la tierra, confiando en que algún día sería encontrada.

El hallazgo se consideró un milagro, y la imagen de la Virgen fue trasladada con gran solemnidad al pueblo, donde comenzó a recibir la veneración de los devotos. En honor a las palabras que había pronunciado en el momento de su descubrimiento, fue nombrada Nuestra Señora de la Piedad, y se decidió levantar un santuario en su honor, en el mismo lugar donde había sido hallada.

Una tradición que perdura

Desde entonces, la devoción por Nuestra Señora de la Piedad ha crecido con los siglos, convirtiéndose en un símbolo de identidad para los habitantes de Cortegana. Cada año, en su festividad, cientos de fieles acuden a su ermita para rendirle homenaje, recordando aquella aparición milagrosa que transformó la historia del pueblo.

La leyenda ha sido transmitida a lo largo del tiempo, mezclando elementos de la historia con el fervor religioso. Para algunos, se trata de un relato que refuerza la tradición cristiana en la región; para otros, un testimonio de la fe inquebrantable de un pueblo que, a lo largo de los siglos, ha sabido mantener viva su herencia espiritual.

Lo cierto es que, más allá de interpretaciones y creencias, la historia de la Virgen de la Piedad sigue latiendo en el corazón de Cortegana, recordando que, a veces, la fe y el misterio caminan de la mano en los rincones más inesperados de la Historia.

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