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Un estudio de la Universidad detecta filtraciones en las balsas restauradas

La zona de Marismas de Mendaña presenta tantas salidas de contaminantes como las partes activas. El trabajo recomienda modificar el proyecto presentado por Fertiberia.

Un estudio de la Universidad detecta filtraciones en las balsas restauradas
Ismael Gaona

10 de septiembre 2015 - 01:00

Las 750 hectáreas de balsas de fosfoyeso que se creían restauradas (las denominadas zonas 1 y 4) siguen lixiviando arsénico, cadmio, uranio y zinc, entre otros contaminantes, a la Ría de Huelva, según un estudio del Departamento de Geología de la Universidad de Huelva.

El trabajo, que será presentado próximamente en un congreso, ha sido realizado por el investigador Rafael Pérez-López en el marco del proyecto de excelencia de la Junta de Andalucía Fosfoyeso: de su evaluación ambiental como residuo a su revalorización como recurso. El experto de la UHU subraya a Huelva Información que el tipo de sellado previsto por la empresa Fertiberia para las 450 hectáreas de balsas de fosfoyeso aún sin restaurar (las denominadas zonas 2 y 3) "no evitaría la descarga de compuestos químicos contaminantes a la Ría de Huelva ", por lo que recomienda a la sociedad encargada de la regeneración, la norteamericana Ardaman & Associates INC, que cambie sustancialmente su estrategia al considerar que la prevista es "insuficiente y deficitaria".

Con los datos en la mano, Pérez-López considera que Fertiberia debería extender sus actuaciones futuras a las zonas 1 (Marismas del Pinar) y 4 (Marismas de Mendaña), las ya regeneradas, ya que "estas zonas de la balsa de fosfoyeso que se consideraban restauradas, junto con las que aún están por restaurar, son actualmente una importante fuente de contaminación al estuario de Huelva".

La estrategia de regeneración, apuntada por la Junta de Andalucía en 2009 y sobre la que la empresa norteamericana ha basado su línea de actuación prevé la eliminación completa del agua de proceso tanto de los embalses centrales como de los canales perimetrales y la adición de una cubierta sobre la superficie del fosfoyeso mediante el uso de suelos naturales, con sistemas de drenajes para facilitar la evacuación del agua de lluvia. Estas directrices de actuación presuponen que el agua de proceso embalsada es la principal vía de dispersión de contaminantes al medioambiente ya que su infiltración desde la superficie al agua subterránea es la causa directa de las salidas de borde contaminantes que llegan al estuario.

Sin embargo, según Pérez-López, una cosa es el agua de proceso embalsada y otra la que sale por los bordes hasta descargar en el estuario. Son geoquímicamente diferentes; es decir, no están conectadas. "Las salidas de borde tienen un origen marino y son consecuencia del stock de agua de mar contenida en los poros del residuo. Se usaba agua de mar para el transporte del fosfoyeso hasta la zona de depósito". El trabajo de Pérez-López propone además la existencia de una posible recarga continua profunda del agua de mar a causa de las mareas, lo que provoca en las balsas una suerte de efecto esponja con una entrada y salida constante de agua. Eso implica, en palabras del investigador, "la entrada ascendente de un flujo subterráneo de agua de mar relicta, atrapada en los poros de la marisma salada debido a sobrepresión del basamento por el elevado peso de la balsa de fosfoyeso".

El grupo de la UHU comparte la idea de eliminar el agua de proceso de los embalses centrales por su características extremadamente contaminantes. Sin embargo, la investigación concluye que eliminar ese agua de proceso embalsada y cubrir la superficie de la balsa no garantiza el cese de las salidas de borde, y recomienda la monitorización, recogida y canalización de estas soluciones hacia un sistema de tratamiento antes de su descarga al Estuario de la Ría de Huelva.

El estudio, cuyos datos han sido obtenidos gracias al proyecto de excelencia de la Junta, ha consistido en la toma de muestras de salidas de borde en el perímetro de las cuatro zonas de las balsas de fosfoyesos desde mayo de 2014 hasta la fecha.

El objetivo del investigador de la UHU fue localizar las posibles salidas de borde, el volumen de descarga al estuario, los compuestos de estas descargas y como estas podrían afectar al medio natural. "Todas las muestras presentaron características similares: un carácter extremadamente ácido (en torno a 2) y elevada conductividad, lo que se correlaciona con una elevada concentración de aniones y cationes, algunos potencialmente tóxicos", aclara el artículo.

Del total de puntos analizados, 80 muestras corresponden con salidas de borde. Todas éstas -y alguna muestra tomada en los canales perimetrales- alcanzan el estuario directamente o indirectamente a través de canales mareales secundarios. "De hecho, en algunos puntos de muestreo la descarga directa a las aguas del estuario es evidente sobre todo durante subida de la marea", apunta Pérez-López.

La cantidad total de fosfoyeso en las balsas es de aproximadamente 100 millones de toneladas. La Audiencia Nacional obligó a la empresa de fertilizantes a realizar un proyecto de regeneración ambiental de la marisma, que fue presentado en 2014 y que se basa en la eliminación de los embalses de agua de proceso y la adición de una cubierta para enterrar el fosfoyeso de las zonas 2 y 3 desnudas, convirtiendo el área en una instalación captadora de aguas pluviales. Sin embargo, "el principal resultado del estudio de investigación contradice a las directrices previas". "El nuevo modelo de meteorización propuesto por entrada de agua de mar profunda cuestiona seriamente las actuaciones preliminares llevadas a cabo en las zonas 1 y 4, así como el estado actual y las futuras restauraciones de las zonas 2 y 3", asegura el investigador.

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