Las etapas del duelo por una alosnera de raza
Gente Inteligente
Se nos está yendo sin su merecido homenaje toda una generación de gente inteligente que, como Mª Rosario Arcos, son valiosos ejemplos de vida por su natural inteligencia emocional
Prácticas cotidianas para cultivar la necesaria resiliencia emocional
Huelva/María Rosario Arcos Gómez, la de la calle Santos, la de Diego el perdigón, la hija de ‘la’ Josefa y Domingo ‘lorito’, la que le puso banda sonora a mi vida con fandangos, mi madrina, la hermana de mi madre… ha fallecido. Esto se lo cuento a quienes no son de Alosno, porque allí todo el mundo lo ha sentido. Mi familia, y toda la gente que la conoció, nos vemos de golpe transitando las etapas del duelo por ella. Y así, echándola mucho de menos, te quiero traer hoy algunas sugerencias sobre cómo avanzar en esas etapas con inteligencia emocional.
El duelo es un proceso universal que todas las personas debemos pasar si queremos superar una pérdida irreversible o afrontar un cambio inevitable. Y en eso andamos en casa por haber perdido el calor, el ímpetu y el humor tan fino y característico de mi tía Mª Rosario.
La marca que ha dejado esta alosnera de raza es profunda y extensa, y va mucho más allá de nuestra familia. Eso es algo propio de las personas con una inteligencia emocional natural cultivada en la vida sencilla de los pueblos de antes, donde se ha forjado una generación de gente inteligente que nuestra sociedad no cuida, ni de lejos, como merece. Así que, emulando la generosidad de mi tía con todo lo relativo a su arte y las cosas de su pueblo, te comparto alguna estrategia útil para cada etapa del duelo, por si te sirven cuando te toque a ti.
La primera etapa es la inmovilidad, ahí estamos poco o mucho, eso depende, para llegar a la negación. Es lo siguiente. En nuestra familia, con todo tan reciente, nos cuesta aceptar que Mª Rosario ya no está. Sus impresionantes fandangos, sus finas ironías y su risa resuenan todavía demasiado cerca. Y es importante permitirnos sentir esta incredulidad, y darnos tiempo para asimilar la realidad sin exigirnos plazos, sin marcarnos expectativas. El mundo parece detenerse, y está bien que así sea por un tiempo limitado.
La siguiente etapa es la ira. También es natural y necesario para avanzar sentir enfado, frustración, incomprensión… Pero hay que canalizar todo de manera constructiva, de forma que sirva para algo. Así que, como el enfado da energía, viene muy bien para actuar, para expresar, para hablar, para escribir… En casa tomamos decisiones, y hablamos de mi tía, vemos sus muchos vídeos cantando – ¡que hasta en TVE salió varias veces!-, recordamos sus anécdotas, las letrillas que compuso y las que le arreglaba a mi madre, y expresamos así lo que sentimos. A ratos nos damos permiso para enfadarnos con la vida, pero sin que se enquiste en nuestros corazones. Ella no nos lo permitiría.
Luego viene la negociación, los temidos ‘y si’. Y si me hubiera dado cuenta, y si no se hubiera caído, y si hubiéramos ido antes, y si le hubiera llevado a… Intentamos hacer tratos imaginarios para revertir la pérdida, como si eso fuera posible. En esta etapa viene bien centrarse en buscar sentido a su vida en vez de a su muerte. Encontrar consuelo en el valioso y amplio legado que dejó Mª Rosario Arcos a su querido pueblo ‘del’ Alosno. Porque, no digo que como nadie, pero sí que poca gente ha abanderado como ella el orgullo de ser de este singular pueblo onubense, siempre disponible para compartir y salvaguardar su arte, su tradición y su cultura.
La cuarta etapa es la tristeza, la más profunda. Es donde sentimos la ausencia de mi tía Mª Rosario de forma insoportable, y sólo nos queda llorar. En este momento, dejar fluir las lágrimas, buscar apoyo en nuestra red de afectos y hacer cosas que nos conecten con ella, son una forma de honrar su memoria y encontrar consuelo.
Ahí andamos en casa, recorriendo el desapacible camino del duelo para llegar a la última etapa: la aceptación. Y no digo que aún lo hayamos hecho, porque en esta particular senda avanzamos y retrocedemos muchas veces, a distintos ritmos cada cual, y eso también es normal.
Lo que sí tenemos muy claro es que, para avanzar desde la tristeza, es muy necesario tener presente que aceptar no es olvidar. Porque además sería imposible olvidar a María Rosario Arcos Gómez, la de la calle Santos, la de Diego el perdigón, la hija de ‘la’ Josefa y Domingo ‘lorito’, la hermana de mi madre, una alosnera de raza que hizo de la humildad su corona. Nadie nunca ya me mirará como lo hacías tú. Te echaré de menos siempre.
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