Ocho etarras en la prisión de Huelva
disolución de eta
El sanguinario Txapote, número uno de la banda durante años, permanece en el módulo de aislamiento
Los terroristas están "expectantes" ante su posible traslado a las cárceles de Euskadi
"Son muchas las víctimas del terrorismo y nos tendremos que felicitar pensando que no va a seguir habiendo víctimas, pero las víctimas siguen estando ahí", dijo el viernes la subdelegada del Gobierno en Huelva, Asunción Grávalos, sobre la disolución de la banda terrorista ETA. Los asesinos también siguen estando ahí. Sólo en la macrocárcel de Huelva ocho etarras cumplen condena por ello.
Lo hacen en el módulo de aislamiento, donde apenas mantienen contacto con el resto de la población reclusa, como indicaron a Huelva Información las fuentes penitenciarias consultadas. Se concentran en un área común, donde tienen acceso a sus propias zonas de ocio y paseo. No se mezclan. Incluso los vis a vis se llevan a efecto en el módulo más conflictivo del penal de La Ribera.
En estos momentos históricos en que los que durante seis decenios han sembrado el terror en nuestro país han comunicado el "final de su trayectoria", los reclusos etarras de Huelva se encuentran "expectantes", con las esperanzas puestas en que el PNV acabe asumiendo las competencias de prisiones en el País Vasco. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha negado por activa y por pasiva en los últimos días que esta potencial cesión de las riendas penitenciarias vaya a transformarse en una realidad, pero los reclusos etarras mantienen la fe. Desean acortar los más de 900 kilómetros que les separan de sus familiares, establecerse en las penitenciarías de Euskadi, jugar en casa. O al menos acercarse a ella lo máximo posible.
De los ocho etarras establecidos en el penal onubense, el más sanguinario es Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote. El que fuera número uno de la banda terrorista lleva entre rejas desde 2001, cuando fue detenido en la localidad francesa de Anglet. Cumplirá -gracias a la doctrina Parot- 30 años como máximo de los 450 a los que ha sido condenado. Estará en la calle dentro de 13, en 2031. Y espera que cuando se abran las rejas definitivamente, el paisaje que se le presente delante sea vasco.
En su historial figuran los tristemente célebres asesinatos de Gregorio Ordóñez, José Luis López Lacalle o Fernando Múgica. Txapote comenzó su actividad terrorista en los años 90, en el comando Vizcaya. Cuando llegó al comando Donosti ya atesoraba una fama de asesino sin escrúpulos que le llevó a relevar como jefe militar en la cúpula de ETA a José Javier Arizkuren Ruiz Kantauri. Los dos formaban parte del comando y habían intentando atentar contra el rey Juan Carlos.
Txapote asesinó también, entre otros, a Fernando Buesa y a su escolta, Jorge Díez Elorza, y a dos guardias civiles a los que arrebató la vida en Sallent de Gállego (Huesca). Y fue él quien secuestró y descerrajó los tiros en la nuca de Miguel Ángel Blanco, un crimen atroz que conmocionó a España en 1997 y que sacó a las calles a millones de manos blancas.
Cuando intentó asesinar de un tiro al ex consejero socialista de Justicia y Educación del Gobierno vasco Jose Ramón Recalde (en el año 2000), lo acompañaba Juan Carlos Besance Zugasti, otro de los que actualmente cumple condena en la penitenciaría de Huelva.
Besance Zugasti fue arrestado de nuevo en 2010 por la Guardia Civil cuando formaba parte del comando Imanol, al que se le incautaron unos cien kilos de explosivo, material para preparar bombas, un coche robado y una pistola. El Ministerio del Interior lo consideró un nuevo intento de reorganización del comando Donosti. Este etarra es uno de los que admitió haber recibido un cursillo de explosivos y manejo de armas en Venezuela en 2008, por lo que se encuentra encarcelado desde el año 2010.
En el comando Bolueta militaba Ángel López Anta, también interno en el penal de La Ribera. Se le atribuye, entre otros, la preparación en 2001 del asesinato de un edil socialista vasco con un coche-bomba. Lo habían cargado, bajo las órdenes de Txapote, con sesenta kilos de explosivo y lo habían colocado en el Paseo del Puerto de Getxo, en Bilbao. Afortunadamente fue desactivado por las Fuerzas de Seguridad del Estado.
En el módulo de aislamiento del centro penitenciario Huelva II pasa los días a la sombra otro etarra, Fernando García Jodrá. De su historial delictivo como miembro del comando Barcelona destaca el dudoso honor de haber intentado matar hasta en ocho ocasiones al periodista Luis del Olmo. Era su auténtica obsesión. Como él mismo confesó, el locutor era "su objetivo personal". Además, admitió su participación en los asesinatos de dos concejales del PP, un guardia urbano de Barcelona y de Ernest Lluch, exministro de Sanidad en el Gobierno de Felipe González.
A Aitzol Maurtua, detenido en Algemesí (Valencia) en 2002, los magistrados lo consideran integrante, junto con Iñigo Vallejo, del comando Basuntza. Pretendía entonces atentar en Sevilla, coincidiendo con la celebración de la Cumbre Europea de Jefes de Estado, y planeaba otros contra intereses turísticos en la costa levantina. Formó parte de la kale borroka y también es uno de los que en estos momentos se encuentra interno en Huelva.
La Audiencia Nacional condenó a 22 años de prisión a Víctor Franco Martínez, alias Bittor, por el ataque con cócteles molotov a una patrulla de la Ertzaintza en Portugalete (Vizcaya) el 5 de agosto de 2001. Él y otros cinco terroristas produjeron quemaduras graves a los dos agentes de la policía autonómica vasca. Es otro de los que está recluido en Huelva II.
El último de los nombres de etarras que cumplen condena en el presidio onubense (a los que ha tenido acceso este diario) es el de Iker Liga Sagarna. Este individuo fue condenado por protagonizar diversos actos de violencia callejera durante las fiestas patronales de Galdakao (Vizcaya) en 2000. Se movía como pez en el agua en la kale borroka, actuando escondido bajo un pasamontañas y en grandes grupos.
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