Una experta del hospital Quirónsalud Huelva desmitifica la idea de que "hay que comer por dos" en el embarazo
La nutricionista Jerusalén Antúnez advierte de que el estado nutricional de la madre previo a la concepción "puede condicionar la embriogénesis y salud del embrión"
Los turistas internacionales que lleguen a Huelva tendrán asistencia sanitaria gracias a un acuerdo entre las agencias de viaje y el Hospital Quironsalud

La alimentación de la madre antes y durante el embarazo juega un papel crucial en el desarrollo del embrión y el bienestar del futuro bebé. Así lo señala Jerusalén Antúnez, nutricionista del Hospital Quirónsalud Huelva, quien subraya que "el estado nutricional de la madre previo a la concepción puede condicionar la embriogénesis y salud del embrión y posterior feto. Con lo cual, en el caso de querer concebir, se recomienda cumplir una alimentación sana y equilibrada, con ausencia de alimentos ultraprocesados".
Durante el embarazo, la ingesta adecuada de micro y macronutrientes es esencial para garantizar la salud de la madre y del bebé, desmitificando la idea de que "hay que comer por dos". En el primer trimestre, muchas mujeres experimentan náuseas y vómitos, por lo que se recomienda fraccionar las comidas en pequeñas porciones, reducir el consumo de grasas y priorizar los hidratos de carbono de lenta absorción, como patatas, pan y arroz. Además, es fundamental mantener una correcta hidratación con ingestas regulares de agua a lo largo del día.
Con el inicio del segundo trimestre, el estado general de la gestante suele mejorar, aunque puede aparecer estreñimiento debido al aumento de la progesterona. "En estos casos, se hace imprescindible aumentar el consumo de fibra, agua y realizar mayor ejercicio físico, siempre con el respaldo del especialista en obstetricia", apunta Antúnez.
En esta fase, el crecimiento fetal requiere un incremento de nutrientes, aunque sin aumentar excesivamente las calorías. "Fundamentalmente, el aumento debe ser referido a los nutrientes y no tanto al aporte calórico, es decir, una dieta más nutritiva que calórica", recalca la nutricionista. Un consumo calórico excesivo puede derivar en un aumento de peso materno que eleve el riesgo de macrosomía fetal (recién nacidos de más de 4 kg) y diabetes mellitus gestacional. Por otro lado, una ingesta insuficiente puede favorecer el nacimiento de bebés con bajo peso (<2,5 kg), aumentando el riesgo de mortalidad perinatal y enfermedades crónicas en la edad adulta.
El cuidado de la nutrición debe mantenerse hasta las seis semanas posteriores al parto, priorizando la variedad de alimentos y aumentando la frecuencia de consumo. Se recomienda incluir proteínas (carne, pescado, huevos y legumbres), alimentos ricos en ácido fólico (verduras de hoja verde, espinacas, acelgas, cereales integrales y leche entera), así como vitaminas antioxidantes como la C y E (cítricos, kiwi, coles, pimientos, aceite de oliva). También es esencial garantizar una ingesta suficiente de calcio (sardina, salmón, almendras), hierro (carnes, ciruelas, huevos) y zinc (frutos secos, tomate, plátano, almendras, entre otros).
Los hidratos de carbono son la principal fuente de energía del feto, por lo que se recomienda un consumo de 4-5 raciones diarias. Las grasas, en especial los ácidos grasos esenciales, contribuyen al crecimiento plaquetario y fetal, mientras que una ingesta adecuada de pescado se asocia con una menor incidencia de síntomas depresivos en el posparto. Además, el déficit de hierro puede aumentar el riesgo de depresión materna. El calcio es clave en la mineralización ósea del feto, el zinc actúa como defensa antioxidante y el yodo es fundamental en la síntesis de las hormonas tiroideas.
En definitiva, una alimentación equilibrada antes, durante y después del embarazo es esencial para garantizar un óptimo desarrollo del bebé y la salud materna. La supervisión de especialistas y la adopción de hábitos alimenticios saludables pueden marcar una diferencia significativa en el bienestar de la madre y el recién nacido.
También te puede interesar
Lo último