Extraordinario hallazgo de tierras raras en el río Tinto: científicos de la UHU encuentran un tesoro de millones de euros

Científicos de la UHU logran recuperar minerales estratégicos a partir de la depuración del agua del Tinto y el Odiel con un potencial económico que podría llegar hasta los 24 millones de euros anuales

El "extraordinario contenido" de tierras raras y otros metales críticos apilados en los fosfoyesos de Huelva: un potencial de 8.900 millones

Las aguas ácidas del Tinto y el Odiel contienen una cantidad importante de 'tierras raras'.
Las aguas ácidas del Tinto y el Odiel contienen 'tierras raras'. / MG

Huelva/Todavía no se habían asomado por aquí los fenicios y Huelva era ya un enclave minero de primera magnitud, no solo por la riqueza que escondía su subsuelo, sino también -o sobre todo- por la tecnología que aquellos incipientes mineros empleaban para extraerlo. La tierra onubense ha albergado desde hace milenios explotaciones de cobre, plata y otros metales y, aún hoy, en pleno siglo XXI, sigue formando parte de una de las zonas más prometedoras para la extracción de minerales críticos que, como el cobre, son esenciales para la fabricación de tecnologías limpias y dispositivos electrónicos que el mundo entero usa (hasta la extenuación), a diario, lo que convierte a la provincia en un punto clave dentro de una estrategia casi generalizada de captación de recursos minerales entre los que ha emergido con especial fuerza lo que se conoce como ‘tierras raras’ (REE), que en realidad no es ningún mineral, sino el conjunto de muchos, o, mejor dicho, un grupo concreto -diecisiete- de elementos químicos de la tabla periódica que incluyen el escandio, el itrio y los quince lantánidos, que son esenciales para la fabricación de tecnologías avanzadas como baterías, imanes, turbinas eólicas, dispositivos electrónicos o equipamiento militar y médico.

Medio mundo anda a la carrera buscándose sus propias ‘tierras raras’, España incluida. Con el objetivo de reducir la dependencia de proveedores extranjeros, el Gobierno ha diseñado el ambicioso ‘Plan de Acción de Materias Primas Minerales 2025-2029’, que busca identificar y explotar recursos clave dentro del país. Este plan, alineado con el Reglamento de Materias Primas Fundamentales de la Unión Europea (CRMA) y el nuevo Plan de Acción de Economía Circular en desarrollo, contempla más de 30 actuaciones en cuatro ámbitos: regulatorio, sectorial, transversal e impulso a la I+D+i, y entre las medidas destacadas se encuentra la implementación del primer Programa Nacional de Exploración Minera de la democracia, que se centrará en identificar recursos en más de 1.000 balsas y escombreras de proyectos mineros existentes en España. El programa tiene como objetivo esencial mejorar el conocimiento de los recursos minerales nacionales, pero con una especial atención a materias primas fundamentales como el litio, el níquel, el cobalto y, por supuesto, las REE. La Junta de Andalucia también ha hecho los deberes al respecto. Un estudio realizado por la Consejería de Industria, Energía y Minas, en colaboración con el Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC), identificó 1.993 indicios de 22 minerales críticos y tierras raras en la región. De ellos, 409 se encuentran en la provincia de Huelva, lo que la convierte en una de las zonas con mayor potencial de Andalucía, si no la que más, en este tipo de materiales. En concreto, la Junta tiene localizados depósitos de bario, una potencial riqueza de grafito y de titanio y algunos indicios de bismuto, entre otros. Sin embargo, la viabilidad de su explotación (tanto económica como medioambiental) depende de un factor clave: la concentración del mineral.

En el caso de las tierras raras, por ejemplo, no existen en Huelva, ni probablemente en toda Andalucía, yacimientos con concentraciones suficientes para su explotación mediante minería convencional. No es un problema aislado. A pesar de su nombre, las tierras raras “no son especialmente escasas”, sino, más bien al contrario, “las hay en casi todas partes”, aunque no en la cantidad suficiente, explica Juan Antonio Morales, geólogo y Catedrático de Estratigrafía de la Universidad de Huelva. De hecho, en toda España apenas se han identificado un par de potenciales explotaciones mineras tradicionales para extraer tierras raras, que suelen encontrarse en bajas concentraciones y dispersas en la naturaleza, lo que dificulta su extracción. A pesar de su enorme riqueza en otros materiales, “no hay indicios que impliquen una potencialidad de futuro para este tipo de minerales” en toda la Faja Pirítica, aclara Francisco Macías Suárez, profesor de Cristalografía y Mineralogía en la Facultad de Ciencias Experimentales de la UHU. . Sin embargo, el caso de Huelva es particular por otro motivo, y es que resulta que, aquí, las tierras raras no hay que encontrarlas bajo el suelo ni hay que excavarlas con pesada maquinaria, sino que es el agua, o, mejor dicho, el agua contaminada, la que se encarga de extraerlas.

Aguas ácidas del río Odiel.
Aguas ácidas del río Odiel. / MG

Macías y su equipo llevan casi dos décadas estudiando los procesos de contaminación del río Tinto y el río Odiel, y han descubierto que sus aguas, al ser extremadamente ácidas, disuelven los minerales que contienen tierras raras y que están presentes en las rocas, sobre todo volcánicas y pizarras, que se cruzan a su paso. “Cuando analizamos el agua descubrimos que las fuentes que contaminan al Tinto y al Odiel son, probablemente, las más ricas en tierras raras del mundo”, asegura el investigador. Macías explica que este proceso se debe a la composición geoquímica de la zona y a la propia actividad minera histórica: "Los sulfuros metálicos presentes en las antiguas explotaciones mineras han sido erosionados y lixiviados por el agua”, cuenta Macías, generando “un drenaje ácido de mina extraordinariamente enriquecido en metales y tierras raras”. Este fenómeno ha convertido a los vertidos de la Faja Pirítica en un inesperado reservorio de estos elementos. Lo que antes era un problema ambiental, ahora “podría convertirse en una solución sostenible".

Equipo de la Unidad de Mineralogía y Geoquímica Ambiental de la UHU.
Equipo de la Unidad de Mineralogía y Geoquímica Ambiental de la UHU. / MG

Un activo económico

Pero es que, además, las tierras raras presentes en las aguas ácidas pertenecen en buena parte a las categorías de medias y pesadas, que son las más escasas y, por eso mismo, las más valiosas. Según las conclusiones de Rafael León, investigador de la Unidad de Mineralogía y Geoquímica Ambiental de la Universidad de Huelva, el Drenaje Ácido de Mina (AMD, por sus siglas en inglés) representa no solo un problema ambiental que hay que solucionar, sino también una oportunidad de generar riqueza. Los estudios realizados por León en la Faja Pirítica han revelado que estas aguas contienen elementos de alto valor comercial, como aluminio, zinc, cobre, cobalto, níquel y, en menor medida, tierras raras, y que el potencial económico de la recuperación de estos materiales podría alcanzar hasta 24 millones de euros anuales, con las tierras raras representando en torno a un cuarto de este valor, aunque las actuales limitaciones tecnológicas y económicas hacen prever, en un escenario más realista, unas cifras que se situarían entre los 4 y los 10 millones de euros cada año, que tampoco está nada mal. La previsión mejora si se añade otro detalle: la longevidad de los procesos de generación del AMD, que puede persistir durante cientos de años, lo que hace que su aprovechamiento sea una fuente constante y casi renovable de minerales estratégicos.

"Si logramos optimizar el proceso de extracción de estos elementos, podría ser un paso clave hacia la minería del futuro: una minería sin mina, sostenible y basada en la depuración de aguas contaminadas", señala Macías, que cree firmemente en la viabilidad de un proyecto de la envergadura que supondría el de la depuración a gran escala de las aguas ácidas del Tinto y el Odiel: "Estamos en un punto en el que la tecnología es capaz de hacer viables procesos que hace unos años parecían impensables". De momento, la Universidad de Huelva sigue avanzando en las técnicas que permitan la recuperación de estos metales de forma rentable y sostenible. "Si conseguimos cerrar el ciclo, este modelo podría autofinanciar la descontaminación de los ríos, reduciendo costes ambientales y creando un recurso muy valioso a partir de un problema", destaca el geólogo.

Actualmente, los investigadores trabajan en la optimización de procesos de tratamiento pasivo del AMD con la tecnología patentada por la UHU denominada “Sustrato Alcalino Disperso” (DAS, por sus siglas en inglés), no solo en laboratorio, sino también en plantas piloto donde se han logrado avances significativos en la retención selectiva de tierras raras en los residuos generados. Según Macías, “hemos desarrollado sistemas que permiten concentrar estos elementos y separarlos en determinadas fases del tratamiento del agua, lo que podría hacer viable su recuperación”.

Planta piloto de tratamiento de aguas situada en Mina Concepción.
Planta piloto de tratamiento de aguas situada en Mina Concepción. / MG

Además, estos proyectos no solo tendrían un impacto económico positivo, sino que su aplicación podría llevar a la restauración de los ecosistemas gravemente afectados por la minería histórica, reduciendo significativamente la carga contaminante de los ríos Odiel y Tinto. Esta esencia ‘circular’ añade un tercer factor de viabilidad al proyecto: los fondos europeos. En el Plan de Acción de Materias Primas Minerales, el Gobierno prevé una inversión de al menos 400 millones de euros del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) para la recuperación de suelos y espacios afectados por la minería. Este plan contempla la exploración de fuentes alternativas de minerales esenciales para la transición energética y digital, así como el impulso de tecnologías de recuperación y reciclaje de estos materiales. La estrategia nacional, alineada con los objetivos de la UE, se centra en el desarrollo sostenible, la autonomía estratégica y la revalorización de recursos secundarios, lo que encaja perfectamente con el enfoque de la Universidad de Huelva.

El modelo que se plantea permitiría que la provincia aprovechara su riqueza mineral sin necesidad de recurrir a explotaciones invasivas, convirtiéndola en un punto clave dentro de la estrategia española y europea de autonomía en materias primas críticas. Pero es que, además, la aplicación de tecnologías innovadoras como el DAS podría convertir a la provincia en un laboratorio pionero en el desarrollo de soluciones ambientales sostenibles y replicables en otras regiones afectadas por drenajes ácidos de mina, aunque, como aclara Francisco Macías, es muy probable que no haya en ninguna otro lugar de la Tierra unas aguas como las del Odiel y el Tinto: “hemos encontrado referencias en Polonia y Brasil con concentraciones similares a las de Huelva, sin embargo, el volumen de generación de aguas ácidas ricas en REE puede ser único en el mundo”, aclara.

Lo que son las cosas: la huella medioambiental que dejó el pasado puede convertirse en el modelo para la minería del futuro. La aplicación de las tecnologías innovadoras que estudia la UHU posicionarían a la provincia como un laboratorio pionero en el desarrollo de soluciones totalmente nuevas. Una minería sostenible y circular que, como viene pasando de forma recurrente desde hace 5.000 años, puede estar dando aquí, en la pequeña y periférica provincia de Huelva, sus primeros pasos.

Un potencial de 8.900 millones de euros apilado en los fosfoyesos

Al inesperado potencial de las aguas ácidas mineras se suma otro posible recurso: los fosfoyesos. Los residuos industriales acumulados en las balsas de Fertiberia como resultado del proceso industrial de producción de fertilizantes también destacan (entre otras muchas cosas) por “su extraordinario contenido en REE”, asegura Francisco Macías. De hecho, un estudio realizado en 2017 reveló la presencia de unas 28.000 toneladas de tierras raras en los yesos, y, junto a ellos, se han detectado otros metales críticos como escandio, itrio, galio, germanio, vanadio, uranio, boro y cobalto, lo que convierte estos residuos en una fuente secundaria significativa de materias primas estratégicas. El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Huelva y del Institut de Chimie Séparative de Marcoule (Francia), especifica que, aunque las concentraciones individuales son bajas si se comparan con las de yacimientos primarios, el enorme volumen acumulado de residuos (alrededor de 100 millones de toneladas de fosfoyesos y más de 10 millones de metros cúbicos de aguas ácidas) convierte a este pasivo ambiental en una fuente secundaria significativa. Solo en valor económico bruto, el estudio estima unas reservas valoradas en más de 8.900 millones de euros de los cuales el 97% corresponde al contenido del fosfoyeso sólido.

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