Una feria que reclama torería

Desde el albero

Esta es la feria y todo en ella ya reclama torería y respuesta de aficionados.

Pereda, Silvera, Conquero y Miranda, todos juntos representan la otra mirada importante de esta feria: la del onubensismo que impregna sus carteles.
Pereda, Silvera, Conquero y Miranda, todos juntos representan la otra mirada importante de esta feria: la del onubensismo que impregna sus carteles.
Paco Guerrero

02 de agosto 2016 - 01:00

SE ha venido certera e importante esta nueva feria. Con agosto haciéndola más cierta cuando sus gentes de Huelva la requiebran ya desde el tendido encendiendo la tarde al compás de esas palmas tan nuestras, tan de Huelva. Ole, ole, ole, ole... y toreros desde el tercio montera en mano que corresponden a la afición que sabe ser, que sabe estar.

Toriles abiertos al miedo de la tarde, que ya escuchan ecos sonoros de otra feria que llega, se aproxima y ya despierta con pisadas de torería en el patio de cuadrillas.

Y llega. Se va dejando notar. Se enciende la tarde de pasodoble, de notas toreras. La plaza se hace más juncal y más torera. ¡Qué grandeza en esas notas que animan, que subrayan cuando al miedo se lo ha llevado el viento y al compás del toreo bueno la plaza se ha abierto de par en par porque tanta torería es imposible de aguantar y el tendido cruje lleno de pasión, de faena grande.

Vega larga llena de música y compás. Tardecita de toros con aroma de marisma. Mientras, Huelva se va dejando llegar poquito a poco bajándose con temple hasta la plaza. El cafelito, run run de palabras y la eterna sabiduría del que intuye pero no sabe.

¡A los toros!, ¡A los toros!…y así poco a poco la plaza ha ido llenándose de color, de voces, de una mirada perdida imaginando cómo ha de llegar la corrida. Las cinco de la tarde… Pisadas de toreros hoyando el albero peinado con mimo por cinco rastrillos de plata. ¡Cómo se gustan los areneros! … Veinte mil perejiles de arte le ponen de alfombra al sueño que sólo quiere pensar en torero, recto el camino hacia el palco, afilada la mirada en el triunfo, pensando en dos toros negros.

Y así han llegado, toreros buscando descubrir la sutil línea que desmarca al triunfo de la decepción. Así se ha ido fraguando esta feria: importante, densa, apetecible y sin embargo aún por descubrir.

Cruje el percal sobre la barrera. Justo donde lo dejó el mozoespá y se llena de colores y sabores la tarde.

Conquero y Silvera le abren el cerrojo a la feria. La plaza rendirá en palmas el paseíllo de gente choquera. Alejandro, buscando en su alma el eterno orgullo de no dejarse ganar la pelea. De estar bien, no cejar en el empeño de cuajar una faena de ensueño en esta plaza tan cercana en todo. Emilio, poniendo otra vez sobre los carteles el nombre grande al que Huelva se agarró para vivir una pasión torera. Silvera, nuevo en esta plaza. Qué esencia más intensa de recuerdos guarda esa primera tarde de feria llena de referencias, nuevas, distintas, pero tan nuestras, a ese torero tan grande, tan onubense, que sembró de magia y toreo muchos carteles de toros.

Casi sin dejarse de la mano, ocho inquietudes toreras se han metido entre la fibra de estas Colombinas. Un mar lleno de sueños y juventud. El tiempo donde sólo se sueña porque aun la afición acosa más que el propio toro. Ocho vocaciones toreras. En la cercanía, los nombres de Molina y Peti. Uno por referencia ganadera importante y querida en esta tierra; el otro, intensamente de plata torera. Grandeza de cartel desde la humildad de quienes tan sólo llevan en su hatillo muletazos de ensueño.

Se ha sumido José Tomás en esa devoción torera que tanto convence. El summum de un cartel, de nuevo en esta Merced apasionada por la expectación, rendida en su afición por este torero grande, vital, único, que el tiempo ha destilado dentro de él, haciendo bello ese romance de misterio y toreo que el madrileño encarna para esta feria.

La misma que tiene un cofre mágico lleno de torería, de valor, de esperanza… de magia. La magia de cinco tardes de banderas ondeando al tiempo, mientras la banda, recompuesta a los pies de la otra Merced, se viene ya con compás torero y los pulsos se emocionan ya junto al cafelito apresurado y se hacen intensos en ese patio de cuadrillas con dos alguacilillos plantados frente a la plaza, mientras el albero se va haciendo oro donde ensayar esas mariposas rosas de los capotes que se han ido abriendo al aire de la tarde, buscando encontrar en la brisa el primer toro guapo que les embista.

No cabe ya un alfiler. El tendido se acopla. Se deja atrás la incertidumbre. La tarde se hace más cierta porque a José Tomás le acompañan los pulsos toreros de López Simón y Miranda. Alternativa cierta, grande, soñada y plena de este David frente al Goliat de su fecha más intensa.

Bienvenido, torero, triguereño y valiente, buscando en la esencia de una plaza que te quiere, la admiración de una faena, el afán de un triunfo. La meta soñada de un chiquillo torero.

Arañando valor al valor, López Simón planta bandera en Huelva. Tarde desde la atalaya de quien no es que llegue, sino que está. Que está entre la cumbre de elegidos que Huelva anuncia en sus carteles.

Tres toreros, tres. Lucha noble ante el toro, pero lucha. Uno dos y tres. Tres gallos sobre el redondel. Tarde de redondez sobre el cartel. Juli, Perera y Roca Rey.

Madurez, afición y arrebato, en una coctelera llena de valor a ley. ¿Quién da más? Imposible apretar en tan poco espacio tanta valentía ante el toro.

Clarines y timbales suenan ya en una feria que culmina cartel torero. A lomos de caballos toreros Huelva se apresta ya a dejarse llevar por todo lo bueno que tres caballeros en plaza traen hasta su albero.

Apellido torero el de Cartagena, generoso de emoción sobre el albero; insaciable en su afán de lucha y clase, Ventura, rey de caballos valientes, ligeros y ágiles como el viento en donde el triunfo convive todo el tiempo; mas esta Huelva choquera tiene en su corazón metido a quien a lomos de Perseo ya requiebra por encima de los sueños las palmas por Huelva de los elegidos. A Romero su nombre suena y a la esencia de ese olor habrá de rendirse la tarde cuando Guajiro quiebre el silencio de plaza sorteando la suerte frente a los rizos de un cuatreño de Los Espartales.

Esta es la feria. Todo dentro de ella reclama torería y respuesta de aficionados. De una ilusión inmensa por echarse a la mar de cinco tardes serenas y rotundamente toreras.

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