La formación como clave para esclarecer las desapariciones
Expertos del Instituto de Probática e Investigación Criminal imparten un curso avanzado a 23 efectivos policiales en la ESPA
"Los investigadores deben ser especialistas y muy expertos en la investigación de desaparecidos y, desgraciadamente, en la actualidad prácticamente no existen". Son las palabras que el presidente del Instituto de Probática e Investigación Criminal (IPIC), Ángel Galán, ha trasladado a los 23 agentes de la Policía Local, la Policía Nacional (y Autonómica) y Protección Civil -tres de ellos onubenses- que han participado en el I Curso Avanzado de Investigación de Desaparecidos en la Escuela de Seguridad Pública de Andalucía (ESPA).
Galán dirige ahora el IPIC pero es comisario principal retirado y fue el jefe de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) Central. Impulsó la Brigada de Homicidios y Desaparecidos del Cuerpo Nacional de Policía y la base de datos común de desaparecidos y cadáveres sin identificar de la Secretaría de Estado de Seguridad. Él subraya que no hay cursos de especialización en desaparecidos en ninguno de los cuerpos policiales del territorio nacional, pese a que "la investigación de desaparecidos es la más compleja de todas".
Este es el motivo que le ha llevado a poner en marcha, junto con colaboradores de la talla del inspector de la Policía Nacional experto en investigación de homicidios y personas desaparecidas -pieza clave en el caso Ruth y José- Luis Muñoz o la psicóloga forense Ana Gutiérrez Salegui, un curso de estas características en Andalucía. Y es que la formación es "clave" para que los agentes encargados de investigar estos casos puedan esclarecerlos con herramientas más sólidas que su puro olfato policial.
Para el presidente del IPIC, las desapariciones inquietantes son "la lacra que menos se conoce y que más víctimas tiene, sin saber ni dónde se encuentran los cuerpos ni el porqué". Aunque los datos ofrecidos por el Gobierno son algo más escuetos, calcula que puede haber más de 10.000 personas que se han esfumado en España.
En primer lugar, Ángel Galán refiere que aunque la desaparición inquietante no necesariamente debe ser criminal, el policía tiene "que actuar como si lo fuera". Es decir, que las primeras 24 ó 48 horas desde que se ha conocido la falta de la víctima "nos obliga a analizar muy cuidadosamente todos los datos que vamos recogiendo de los lugares donde estuvo, las declaraciones de los familiares, de las personas con las que estuvo en los últimos momentos en que fue vista, su entorno, etcétera". Si esto no ocurre, "ya se estará perdiendo un tiempo precioso".
El investigador tiene que elaborar una detallada planificación del trabajo dependiendo del tipo de desaparición (voluntaria, involuntaria, accidental, imprudente...). Si por desconocimiento o falta de experiencia no acierta en la primera apreciación, "las posibilidades de saber qué ocurrió mermarán casi el 90%".
Galán señala que cuando se ve claro que la desaparición inquietante es de carácter criminal, el investigador tendrá en primer lugar que "comprobar los datos iniciales de la desaparición" y tranquilizar a la familia de la víctima "a la vez que recopilamos todos los datos posibles de cómo era la persona desaparecida, sus aficiones y su entorno cotidiano". Y ahí será "cuando se nos encienda la luz de alarma".
Todos los datos conseguidos deben ser contrastados y analizados en profundidad, pensando en que "puedan servir de prueba o de indicio; el investigador tiene que ser, llegado este punto, una máquina de la verdad". Y todo tiene que quedar reflejado por escrito.
Las declaraciones de testigos y sospechosos es básica. Con cada una de ellas "probaremos hechos y coartadas, relaciones y entornos, círculos frecuentados y lugares habituales: en todo momento debemos tener presente que nuestro objetivo es conocer la verdad y, posteriormente, demostrarla". Y hay que tener mucho tino para recomponer "el puzzle".
En casos como el de Marta del Castillo el problema es "la carencia de cuerpo del delito". Entonces los investigadores solo tendrán como arma las pruebas indiciarias, que necesitan un mayor peso probatorio para que puedan ser útiles en un proceso penal. Si estas no son tenidas en cuenta, "habrá un asesino suelto, como en muchos casos que hay por ahí". Cuando se halla el cuerpo del desaparecido, como ocurrió con Diana Quer o Gabriel, el levantamiento y el estudio del cadáver ofrecen pruebas directas. Y el policía tiene que saber cómo hacer buen uso de ellas para llevar la investigación a buen término.
El debate El juicio paralelo, con el que se puso punto y final ayer a un curso que se ha desarrollado a lo largo de tres días, abordó desde una perspectiva policial (pero también periodística) el tratamiento informativo de los sucesos en los que se han producido desapariciones inquietantes. La redactora especialista en tribunales de Huelva Información, Raquel Rendón, puso sobre la mesa ejemplos muy gráficos como los que pudo experimentar en primera persona durante el caso Mari Luz o el de Ruth y José.
Con Ángel Galán y Luis Muñoz completando la mesa de debate, los alumnos pudieron resolver algunas dudas, como la diferencia entre información y "el puro morbo mediático". También se expuso la necesaria colaboración entre los periodistas especializados en la materia y los investigadores, de modo que se produzca un equilibrio que permita ofrecer una información ética, veraz y de calidad que no acabe por poner en riesgo las pesquisas. Unos deben saber contar lo sucedido y los otros, también.
Galán remarcó que "hay que saber dosificar la información" para que no se produzcan interferencias en la investigación. Rendón señaló la relevancia de que vayan trascendiendo, de forma ordenada y fidedigna, datos de aquellos asuntos que mantienen con el corazón encogido a la opinión pública. En el respeto y la ética profesional está el punto justo en la relación periodista-policía y el feedback es fundamental para que ambos aborden con una mayor efectividad una desaparición inquietante.
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