Noventa años de los frescos de Vázquez Díaz en el monasterio de La Rábida
El ‘Poema del Descubrimiento’ se enmarca en la eclosión americanista en las primeras décadas del siglo XX
Una obra clave para el reconocimiento artístico del pintor nervense
En este año del centenario de la vuelta de los franciscanos a La Rábida se cumple también el 90 aniversario de la realización de los frescos de Daniel Vázquez Díaz. Se iniciaron el 12 de mayo de 1929 y concluyó para la fiesta de la Hispanidad del año siguiente, una efemérides que abrió el Ayuntamiento de Palos de la Frontera en las Jornadas de Historia sobre el Descubrimiento de América.
Una obra que se enmarca en la eclosión americanista de las primeras décadas del siglo pasado, que recupera del olvido la celebración del IV Centenario del Descubrimiento de América y reivindica la importancia en ella de la provincia de Huelva.
Desde aquella celebración estaba pendiente la llegada de los franciscanos a la Rábida, que va a necesitar del acondicionamiento del propio monasterio, que queda para el establecimiento de la comunidad y de las visitas.
No le resultó fácil a Vázquez Díaz hacer realidad aquel sueño que tenía desde su juventud.
Su hijo Rafael Vázquez Aggerholm lo refiere así: “Recuerdo con qué alma y brío desarrolló mi padre este trabajo, puesto que desde su infancia giraba a su alrededor la hispanidad y soñaba plasmar en grandes superficies la gesta del Descubrimiento de América; pensamiento que estuvo unido a su vida hasta que, en el año 1929, el Estado le encomendó la labor de pintar en los muros históricos este poema plástico”.
Una obra que siempre tuvo en su mente desde la juventud en su pasión colombina
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No era una idea lanzada al azar, sino madurada en cientos de bocetos. Los primeros trabajos los mostró en mayo de 1927 en una exposición en el Palacio de Bibliotecas y Museos de Madrid. La crítica valoró el proyecto y lo que resultó bastante clave para el mismo fue el hecho de que el rey Alfonso XIII visitara la exposición.
En la capital del reino encontrará el apoyo del zalameño Honorio Cornejo Carvajal, ministro de marina quien presentará a Vázquez Díaz al ministro de Instrucción Pública, José Calleja, quien presentó el proyecto al Gobierno que era quien tenía la última palabra en lo que se hacía en La Rábida que previamente había restaurado para los actos de 1892.
Se pidieron informes a la Academia de Bellas Artes que fue categóricamente adverso e indeciso el de la de Historia. A lo que se unía la falta de apoyo del prior del monasterio franciscano.
No se entendía en un monasterio del siglo XVI una pintura moderna y geométrica.
La dimisión de Honorio Cornejo en noviembre de 1928 como ministro de Marina podría considerarse un apoyo menos en esta lucha contra las adversidades, o quizás una colaboración permanente porque será el presidente del Gobierno el general Primo de Rivera quien le dé el apoyo decisivo a la obra. General que fue quien sacó de la reserva a Honorio Conejo para hacerlo ministro de Marina.
Lo importante es que ese rechazo a la obra vanguardista de Vázquez Díaz sería diluyendo en la provincia. Este proyecto de los frescos viene a coincidir en el tiempo con la otra gran obra artística colombina que va a revolucionar el concepto artístico de nuestra provincia, como es la realización del Monumento a Cristóbal Colón en la Punta del Sebo. Un empeño también que no fue fácil, tuvo que contar después de mucha insistencia de sus promotores, la Columbus Memorial Fund, y de la propia escultora el apoyo Gertrude Vanderbilt Whitney, de la aprobación del presidente del Gobierno, Primo de Rivera.
Una gran escultura de concepción egipcia y trazos geométricos. Un hito arquitectónico en el encuentro de los dos ríos el Odiel y el Tinto que abrirán a las puertas oceánicas a las Tres Carabelas. No le resultó sencillo a Gertrude Vanderbilt Whitney encontrar el apoyo a su obra, sin embargo una vez ejecutada y sujeta todas las miradas recibirá el reconocimiento institucional.
En la inauguración del Monumento a Colón encuentra el apoyo de Primo de Rivera
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El mismo que será determinante para que Daniel Vázquez Díaz pueda poner en marcha su proyecto de los frescos en el monasterio de La Rábida. El pintor acude a los actos de inauguración del Monumento a Colón y en la recepción en el monasterio de la Rábida encontrará el apoyo definitivo del presidente del Gobierno, que le alienta “en su obra artística y patriótica”, así lo recoge el Diario de Huelva.
No hay que descartar en ningún momento que la cuestión más importante que era la económica al final se resolviera gracias a la dotación personal que realiza miss Whitney en beneficio del monasterio de La Rábida, que habría de servir para la creación aquí de un museo de América. La obra de Vázquez Díaz pudo estar llamada a ser el inicio de ese museo en sus paredes con los frescos colombinos.
El artista pudo realizar su gran sueño evocador colombino y estuvo prácticamente un año viviendo en La Rábida, en la casa de los peones camineros, hoy convertida en punto de información.
Los frescos quedaron terminados para el 12 de octubre de 1930 cuando se celebraba entonces la Fiesta de la Raza, fue cuando se dio a conocer en la prensa nacional la obra concluida aunque no se celebró acto alguno de inauguración como tal. El momento político y social de la época no eran muy propicios para acontecimiento alguno. Además, había fallecido Primo de Rivera que de alguna forma fue quien promovió o dio el último impulso a la realización de la obra. En España la noticia eran los movimientos de huelgas, como ocurría en la propia provincia de Huelva.
Una situación nada propicia para evento inaugural, aunque sí contará con el reconocimiento de la prensa nacional. Era unánime, con algunas expresiones en las que los consideraba “altamente patriótico y digno de todos los elogios el esfuerzo del artista español”. La conclusión de los frescos se consideraba “el mejor festejo con que se celebre el presente año la Fiesta de la Raza”.
En el Poema del Descubrimiento, “el artista canta a su tierra natal, a los hombres de su estirpe y de su raza, sublime resurrección de los hombres antaño, los heroicos hijos de Palos y de Moguer, desde la llegada de Colón en el que La Rábida le tiende sus brazos, hasta el dinamismo y portentoso panneau de La partida de las Naves, El Pórtico de las dos Edades, El pensamiento del navegante, Las conferencias, Los heroicos hijos de Palos y de Moguer y Las Naves”. Así se refiere a la obra en la primera colección editada de postales de los frescos. “En esta obra culmina el arte excelente de Vázquez Díaz que fervorosamente y con acierto singular nos ha legado para contemplación de hoy y de mañana una obra altamente emocional que añade a aquellos humildes y gloriosos muros de La Rábida el tesoro de su arte”.
La prensa al conocer la obra destaca que Vázquez Díaz concreta en ella “los ensueños y anhelos artísticos de toda una vida”. Una obra que “está cuajada y plena de trascendentales valores: el dibujo, fuerte y sobrio, de una pasmosa elocuencia; el color, perfecta armonía, acabadísima orquestación en que los grises -estos grises que son en el arte de Vázquez Díaz el resumen de tantos años de paciente estudio- adquieren calidades insospechadas y, por último, la composición, equilibrada y clara, en que se han acumulado y se han resuelto dificultades de todo género”.
En este momento Vázquez Díaz es un artista consagrado al que le llegan importantes reconocimientos que hasta ese momento se le había negado y que había sido incluso tema de crítica de un amplio sector artístico.
En lo más íntimo había recibido el reconocimiento de los suyos, su pueblo de Nerva lo nombra hijo predilecto.
En lo artístico, recibe a primeros de 1933 el nombramiento para la cátedra de Pintura y Composición decorativa de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.
Esto promueve un homenaje que le hacen sus amigos y compañeros artistas, reconociendo la intensa labor de Vázquez Díaz, quienes en la invitación lanzada resumían esa inquietud que en el arte le lleva a buscar formas nuevas, “reñía fuera de nuestras fronteras continuas batallas. Trasladado a París, pudo en sus ensayos recoger aportaciones de los valores auténticos para incorporarlos a su personalidad y carácter de clasicismo español, plasmando estos en las obras con que figuró en los salones parisienses, obteniendo la consideración de personalidades mundiales”.
En su vuelta a España continúa su labor evolutiva, así los promotores de la idea señalan que “mientras otros obtenían fáciles triunfos en la acomodación del ambiente, luchó él con verdadero sacrificio”.
Los amigos del pintor realizan un homenaje centrado en los frescos rabideños
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No dudaban en criticar aquella situación pues “cualquiera de sus triunfos, o de las frecuentes injusticias de que fue objeto, hubieran provocado un público homenaje de esos que con tanta frecuencia se prodigan”.
Así que había llegado ese momento de ensalzar públicamente la figura de Vázquez Díaz y que mejor para este homenaje que la edición de una monografía en la que se reproducen los frescos del monasterio de la Rábida.
Lo frescos, ese gran sueño de juventud, es el que le va a arrancar ese triunfo tantas veces negado y así lo destacan los promotores: considerando que esta obra de resurgimiento de tan noble materia y de gran valor estético une a su alta significación racial en su fuerte emoción espiritual cristalizando en la misma la epopeya del descubrimiento de América”.
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