"Las grúas del Puerto eran para mí como gigantes cervantinos"
Participó en los primeros movimientos culturales de Huelva en los sesenta con el Grupo Santa Fe · En Madrid fue cronista parlamentario en la Transición, hoy sus trabajos son referentes
Víctor Márquez Reviriego sigue teniendo a pesar de la distancia grandes recuerdos de Castillejos, su pueblo natal. Lo primero que dice es que para él es así, "Castillejos, el nombre de toda la vida de la antigüedad; porque lo de Villanueva me parece un esnobismo de Felipe IV...". Allí le profesan gran afecto, tanto que cuando ganó el Espejo de España se fotocopiaron las páginas de Huelva Información y estuvieron en algunos escaparates, "cosa que naturalmente agradezco muchísimo. Siempre es bueno ser profeta en tu tierra", dice.
Los recuerdos de Huelva están trazados al principio con el instituto Rábida. Algo ha contado en el libro sobre sus 150 años que ha dirigido su sobrino Juan Antonio González Márquez. "De Huelva, a la que siempre tengo presente, de la Huelva de aquella época tengo recuerdos muy vivos. Por ejemplo: Las para mí impresionante grúas del Puerto, que me producían una mezcla de admiración y miedo, como si fueran gigantes cervantinos. El agua corriente que salía por los grifos -en Castillejos no la hubo hasta los años 50, cuando mi tío Sixto Agustín Reviriego fue alcalde, que por cierto también llevó el teléfono e hizo escuelas nuevas-; en Huelva entonces, años 40, el agua tenía dos procedencias, de Beas y de los llamados Pozos Artesianos. Por las mañanas, el sonido que más me suena todavía es el que hacían los carros de Espumosos La Raza, tirados por caballos percherones o normandos, sobre los adoquines húmedos en aquella hora tan temprano. El sabor que más recuerdo es el de los entremeses de El 9, adonde iba a comer con mi padre. Y también los maravillosos helados de La Ibense... En fin, me acuerdo de todo. ¡Cómo olvidar la canoa de Punta Umbría! Y el mar, siempre el mar. ¡Y La Antilla o Isla Cristina!".
Sus primeros pasos en el periodismo los dio en Huelva, en el desaparecido diario Odiel después ha estado en importantes Redacciones nacionales. Aunque asegura que nunca se aprende tanto de periodismo como en un diario pequeño. En aquel Odiel hizo de todo: teletipos, noticias, crónica local, reportajes, artículos, entrevistas, crítica de libros y de cine, reseñas de conferencias y de actos públicos e incluso alguna crónica de fútbol. "Tuve dos directores que se portaron muy bien conmigo, Alejandro Daroca y Antonio Gallardo, incluso me taparon y protegieron en alguna situación que pudo haber resultado por lo menos molesta por mis inequívocas inclinaciones políticas socialistas". En tiempos de Gallardo, éste le dio la posibilidad de cuatro páginas -tituladas Tertulia de Odiel- en la que empezaron a salir gente de Huelva muy joven, como Seisdedos, Crespo, Paco Pérez Gómez, Antonio Mancheño, Manuel Pizán, Manolo Garrido, José Luis Gómez, José María Vaz de Soto, Tomás García Asensio, Guillermo Alonso del Real, Paco Canterla, Pedro Rodríguez, etc. También fundó y dirigió la revista oral Sorpresa, que tuvo un éxito increíble: en el Comercial. "Era de lleno hasta los topes, la gente tenía que salir a tomar aire en aquella calurosísima noche de agosto cuando la inauguramos...".
"Todos estos amigos han permanecido, y a ellos he de añadir Ricardo Bada al que conocí apenas llegué a Huelva, y a José Antonio Gómez Marín, más joven que yo, al que conocí luego en Madrid... Lo mejor que puedo decir de mis amigos de entonces es que lo siguen siendo ahora, y espero que así sea para siempre, aunque algunos como Pizán y Crespo desgraciadamente han muerto...".
Los recuerdos del Grupo Santa Fe van unidos a ellos, muy particularmente a Seisdedos y a Crespo, "porque entonces formábamos como una trinidad, no diré yo que santísima, en la que yo seguramente sería el padre y no sé si Crespo el espíritu santo, pero menos, y Seisdedos el hijo, por ser el más joven. Con ellos pasé horas gratísimas en el bar Santa Fe, de la familia Seisdedos, y en la casa de Crespo, donde bajo su sabia maestría escuchábamos música clásica en compañía de un organista de San Pedro que a veces parecía entrar en éxtasis, como la Santa Teresa de Bernini de tanto como le llegaba la música. Tanto que el buen hombre iba a Madrid en el correo, asistía a un concierto, y luego volvía otra vez en el correo a Huelva. Lo cual tiene un mérito enorme si consideramos que en todo eso se invertían dos días y dos noches: muy lejos estábamos entonces del Talgo y no digamos del puñetero AVE que nunca acaba de llegar, ¿no hay manera de fijar una fecha verdadera?... Pero me había olvidado de las linotipias del periódico: una Nochebuena que estaba de guardia en el periódico tuve que ayudar al amigo Carrasco, a Felices y a Antonio Márquez a componer un par de esquelas de mil pesetas o más, dinero que no era cosa de despreciar. Aquel periódico tenía un personal de talleres extraordinario".
En aquella época la provincia era una cosa y la capital otra. Había muy pocos coches y muy malas comunicaciones. Por fortuna dice que eso ha cambiado. "Hay mejores comunicaciones, todo bicho rodante tiene coche y, sobre todo, buena parte de la emigración de Huelva (tan dolorosa cuando tenía que ir fuera de la provincia a Europa, a Barcelona, etc) fue de la provincia a la capital. Y eso produjo una integración entre ambas. A mí esto me llega mucho, porque yo siempre digo que soy a la vez onubense y huelvano; es decir, soy onubense como nacido en Huelva capital, en la clínica de don José Población (por cierto que estupendo apellido para un ginecólogo) y soy huelvano porque mi pueblo es Castillejos". Ahora cree que todos nos sentimos ya las dos cosas, "y que se ha producido lo que sagazmente llamó Gómez Marín capitalización de la provincia y provincialización de la capital, lo cual es muy bueno". De todas formas considera que tendrían que integrarse todavía más las tres huelvas existentes: la capitalina de toda la vida, la de los técnicos que llegaron con el Polo y la de los obreros inmigrantes de la provincia para trabajar en sus fábricas.
De aquel tiempo en la provincia antes de la Democracia hay que recordar siempre, como dice Márquez Reviriego, "que aquella Huelva era conocida en los medios políticos de Madrid como El Tentadero, porque aquí venían de poncios provinciales o unos jóvenes que iban a más o algunos a los que se les quería dar un retiro dorado. "No me invento nada, y ejemplos hay que no cuento porque sería largo", asevera.
Él, que ha estado haciendo siempre información política en Madrid, asegura que con la Transición ganamos el mayor bien posible que es la libertad. "La pena es que todavía en España persiste un gran miedo a la libertad. Siempre divido a los componentes de cualquier grupo en cuatro clases: Pelotas, siseñores, indiferentes y contestatarios. Por desgracia en España abundan muchísimo los siseñores y los indiferentes. Hay algunos pelotas muy activos y existen muy pocos contestatarios, entre los que no querría contarme, pero por lo visto me han contado en muchos sitios porque me han echado de mis trabajos por lo menos siete veces".
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