Un llamamiento universal contra la guerra

Crónicas de otra Huelva

Reproducimos un manifiesto que impulsó el periodista José Ponce Bernal para remover las conciencias de los onubenses contra la amenaza real de una segunda conflagración mundial

Nosotros los periodistas

Sin importancia: De aquí y de allá

Romain Rolland y Ghandi.
Romain Rolland y Ghandi. / H.I.
José Ponce Bernal / Felicidad Mendoza Ponce

01 de abril 2024 - 05:00

La Introducción

En la línea de la inquietud que Ponce Bernal mostró con las causas que creía justas -de las que iremos dando cuenta- impulsó a la sociedad onubense, en compañía de Vidosa Calvo, Vázquez Trócoli y Núñez Salas, a adherirse a la causa contra la inminencia de otra gran guerra. Sobre el mundo actual se cierne en la actualidad una nueva amenaza, como si la humanidad no hubiera aprendido de las anteriores.

Ante la celebración en Ámsterdam de un Congreso Mundial contra la Guerra, se había constituido un comité de iniciativa organizado por el escritor Romain Rolland. En este órgano participaban personalidades de renombre universal como Valle Inclán, Einstein, Gorki, Dreiser y Upton Sinclair. Habían lanzado un llamamiento general a través de la prensa en el que se aconsejaba la unión ante una posible guerra que amenazaba a todos los países.

Después de la I Guerra Mundial había emergido un sentimiento pacifista y una lógica reacción social para evitar una situación similar, máxime porque ni los tratados ni las garantías internacionales, detalladas en el Pacto de la Sociedad de Naciones, parecían capaces de impedir que ocurriera. En ese clima comenzó a desarrollarse una campaña pacifista, orquestada desde la izquierda, en la que jugaron un papel destacado los intelectuales. Como recoge en el número 1 de la Revista de la Facultad de Geografía e Historia la catedrática de la UNED Egido León, la guerra “era un gran negocio, aunque se encubriese con ideales de heroísmo o propósitos chauvinistas que no escondían más que los intereses económicos de las grandes potencias y la rapacidad imperialista. Su objetivo era llevar este convencimiento a las masas para que fueran capaces de reaccionar colectivamente ante una nueva contienda”.

Autores como John Dos Passos, con Tres soldados, o Erich M. Remarque, con Sin novedad en el frente, actuaron desde el género novelístico, pero la acción no se circunscribió solo a este campo, sino que se desarrolló todo un movimiento que desembocó en la celebración en Jarkov (hoy Ucrania –uno de los focos más tensionados del mundo hoy-, entonces URSS), en noviembre de 1930, de una conferencia de escritores proletarios y revolucionarios, donde se presentaron las llamadas “tesis de Jarkov” (para poner al día las directrices comunistas respecto del arte y la literatura). Dos años más tarde, el Partido Comunista alemán proclamará como política de partido la defensa de la URSS contra el peligro imperialista. La revista Die Linkskurue, órgano de la Asociación de Escritores Revolucionarios y Proletarios alemanes, afirmaría en su número de abril el compromiso de los intelectuales: “Un escritor que no se comprometa, no es un escritor proletario y revolucionario”. Y en marzo de 1932 se constituyó en París, de la mano de Rolland y Barbusse, la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios, que marcaría el rumbo de otras asociaciones que nacerían en Europa.

En España, entre otras acciones, Rafael Alberti y María Teresa León impulsaron también en este ambiente la publicación de la revista Octubre, subtitulada Escritores y artistas revolucionarios, que dedicó su número inaugural al antifascismo. La novela Imán que Ramón J. Sender había publicado en 1930 sobre la guerra de Marruecos alcanzó cotas de venta inusitadas. Y editoriales como Cenit, España, Ulises, Zeus o Edeya hicieron una gran labor de difusión y de toma de conciencia de los intelectuales. La iniciativa de sus coetáneos, españoles y europeos, llamó su atención.

Nosotros, los abajo firmantes, hemos leído el llamamiento que a los pacifistas de todo el mundo ha dirigido el gran Romain Rolland, excitándolos a la unión contra una posible guerra futura, una guerra cruel, sanguinaria y horrorosa como todas las guerras. Una guerra inhumana, deshonra y ludibrio de los pueblos que en ella participen. ¡Unámonos todos contra el enemigo común! ¡Abajo la guerra!, dice el gran pacifista. Y a esta llamada desesperante acudimos en cerebro y corazón cuantos en esta modesta provincia andaluza vivimos, sentimos o conocimos de los horrores de un movimiento belicoso. Pertenecemos a todas las clases sociales y a todos los partidos políticos. Somos padres, hermanos e hijos. Somos la juventud y la vejez. Unos jóvenes idealistas y visionarios, que llenos de optimismo luchan sin tregua por conseguir, una paz universal inflada de amor y sublimidad. Y unos viejos y amagados y doloridos, conocedores de la hiel y crueldad de la vida, que confían en una sociedad más justa y una humanidad mejor y más sensata.

RECORTE MANIFIESTO CONTRA LA GUERRA
RECORTE MANIFIESTO CONTRA LA GUERRA / José Ponce Bernal

No hemos vacilado, como tampoco vacilarán cuantos amen la confraternidad universal, en estampar nuestras firmas al pie de estas líneas. Firmas que rugen y claman airadas contra la matanza y la guerra, porque saben de la tristeza trágica de un cementerio, y porque han llorado ante una tumba.

Somos yunque y libro, que al adherirnos entusiastas a este magnífico movimiento contra la guerra, nos juramentamos a propagar cuanto signifique pacifismo y a no desmayar hasta hacer imposible la guerra.

Huelva 28-6-32. E. Vázquez Trócoli, J. Ponce Bernal, J. Núñez Salas y J. Vidosa Calvo.

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