Cuatro hábitos imprescindibles para cuidar tu salud emocional

Veinte siglos después del mens sana in corpore sano de Juvenal, seguimos en general más pendientes de la salud física que de la emocional

Cuatro hábitos imprescindibles para cuidar tu salud emocional
Lola Pelayo

17 de junio 2023 - 06:00

Huelva/La salud física y emocional hacen un tándem indivisible. No creo que nadie dude ya de que están íntimamente relacionadas y se influyen a niveles muy profundos. Lo que pasa es que saberlo no significa necesariamente comprenderlo. Porque no es habitual encontrar personas que cuiden de su salud psicológica o emocional de forma preventiva, y sí que lo es encontrarlas en rutinas de ejercicios físicos, sólo para estar en forma. Así que, en lo que a la salud emocional respecta, menos mal que se influyen.

En una definición que no ha necesitado ser revisada desde 1946, la Organización Mundial de la Salud estableció en su constitución que la ‘salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades’. ¿Cuántos hábitos saludables tienes para cuidar tu salud social?, ¿y tu salud emocional? Y ya que estamos, ¿cuántos tienes para cuidar tu salud física? Si la lista de hábitos en cada salud es demasiado baja, o si están demasiado desequilibradas, te sugiero reflexionarlo.

Y como cada vez más gente hace esas reflexiones, la inteligencia emocional ha ido conquistando la atención de muchas personas en las últimas décadas. Hoy te comparto aquí algunos hábitos emocionalmente inteligentes que redundan en tu salud física y también en tu salud social. Así que, para hacer el pleno que describe la OMS, además de hacer algo de deporte, ten en cuenta estas sugerencias.

Hábitos para tu salud emocional

Ten siempre un objetivo en mente. La motivación es un impulso interior que pone en marcha o detiene tus conductas, por eso, mantener ese impulso orientado a metas realistas que te vayas marcando, es una forma muy práctica de trabajar tu autoestima y tu bienestar. Que sean objetivos retadores, pero también alcanzables, no te lo pongas demasiado difícil. Y encuentra metas que te motiven, que te hagan sentir bien cuando las consigues y que te hagan crecer. Eso mantendrá tu energía vital enchufada.

Reduce las comparaciones negativas. Toma conciencia de cuántas veces las haces y procura evitarlas. Para eso, deberías estar un tiempo observándote muy bien. Funciona estupendamente llevar una gomilla en la muñeca y darte con ella un aviso – muy flojito, por favor- cada vez que te atrapes haciendo una comparación ya sea verbal o de pensamiento, y ya sea comparándote tú, comparando a otra persona o comparando las situaciones que observas o vives. En cada gomillazo, piensa si esa comparación es necesaria y si te sirve para algo. Ni te imaginas la de veces que vas a pensar que sólo te está valiendo para sufrir.

Practica la aceptación. Y la aceptación no es la resignación. La aceptación es la consideración realista de lo que hay, para tenerlo en cuenta e incluso aprovecharlo para conseguir lo que te propongas. Por eso la aceptación implica acción y la resignación sólo implica que te dejas llevar por la corriente sin control de dónde vas a llegar ni de cómo te va a afectar. Una forma muy potente de practicar esa aceptación es iniciándote en mindfulness. Tenlo en cuenta. Sus beneficios son evidentes bastante rápido.

Huye de la gente tóxica y potencia las relaciones que te nutren. No te enganches en relaciones que sólo te aportan malestar y hábitos insanos. A veces, sólo por costumbre, nos resignamos en vez de potenciar o buscar relaciones positivas en las que te puedas sentir como tú quieres. Programa, por ejemplo, actividades colectivas que te gusten y en las que puedas conocer a gente nutritiva. Fomenta así tu red social. Está más que demostrado que esas relaciones interpersonales satisfactorias inciden positivamente en tu salud emocional. No esperes a que suceda.

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