La historia de superación de Lamine Coulibaly en Huelva
Procedente de Costa de Marfil, a este estudiante del centro Beturia de Cartaya le han reconocido con el Premio a la Superación Personal de Adultos
Huelva/El 3 de octubre de 2018, Lamine Coulibaly llegó a España en una patera procedente de su país, Costa de Marfil. Sus 26 años de edad dan para varias vidas, la que dejó en África "por falta de recursos" y la que tiene ahora en Cartaya, donde su esfuerzo en los estudios para sacarse la Secundaria en el Centro de Adultos Beturia de Cartaya le ha valido un Premio a la Superación Personal de Adultos en ESO de Andalucía. Trabaja en una granja de pollos y acaban de cogerle la huella para que en breve regularice al fin su situación con la obtención del NIE, la identificación para los extranjeros residentes en el país.
Su segunda vida comenzó en España donde “no tengo familia, sí tengo amigos en Alemania, Francia e Italia”. Fue en Motril, a la ciudad granadina llegó procedente de Marruecos donde “pagué 3.000 euros a una mafia” para poder alcanzar su objetivo. De allí llegó a Huelva con Tariquejo como principal destino de la mano de Cepaim y aunque el plazo de permanencia es de tres meses, una lesión de rodilla jugando al fútbol lo mantuvo bastante más tiempo. “Buscaba trabajo en el campo, pero sin papeles no puedes”, recuerda Lamine sobre un periodo en el que tuvo un encuentro providencial. Fue con la técnico de la organización Marta Fernández, “un apoyo fundamental, de no estar en mi camino no sé si hubiera conseguido tanto”. Un camino que ahora comparten, el de la vida, porque actualmente Marta es su pareja.
"Yo quería fútbol y ella decía que a estudiar", y le hizo caso. Primero se enfocó en el español, un idioma para el que partía con una cierta ventaja porque habla francés perfectamente. En esta lengua se comunicaba en su país con sus amigos y con su familia en bandara, una de las más de sesenta que se hablan en Costa de Marfil.
Por su cuenta, dedicó unos diez meses al idioma que necesitaba en su nueva vida con unos profesores muy particulares. "Veía la televisión, como el programa Sálvame, que entendía mejor porque gritaban. A la gente le hace gracia pero me ayudaron muchísimo, muchísimo".
Lamine se expresa perfectamente en español, "me queda mucho", opina él. Con esos diez primeros meses de preparación se matriculó en el Centro de Educación Permanente Beturia de Cartaya, por un lado para sacarse el título de ESO y por otra, en clases de castellano nivel A-1. Porque en su otra vida, el costamarfileño era técnico superior de ingeniería civil y en esta tiene el título de Secundaria.
En su instituto tenía como tutora a Inmaculada Martínez, "que me ha ayudado mucho", dice con vehemencia Lamine. Recuerda cómo durante la pandemia "le pedía que me mirara algún trabajo y a cualquier hora del día, siempre, siempre me lo miraba". La admiración es mutua, porque fue precisamente esta docente la que presentó su candidatura para el Premio a la Superación Personal. No fue fácil, "habia muchos papeles que me pedían y no tenía, era muy complicado, estaba cansado porque por culpa de eso me habían denegado antes estudiar un Grado Medio y yo ya no quería el premio".
Esto también lo superó porque "ella lo ha luchado", dice en referencia a Marta, "ha estado al pie del cañón" y finalmente recogieron el reconocimiento en Córdoba, que le gustó "muchísimo".
"Tengo un trabajo bueno en la granja", el pasado octubre cumplió en ella tres años y su jefe le hizo un precontrato que le ha permitido su regularización. Además, tras ser usuario ahora es voluntario en Cepaim, agradecido porque "allí sólo se puede estar tres meses y luego te tienes que buscar la vida, pero a mí por la rodilla me dejaron estar un año y medio". Su principal función es la de traductor "con los chicos cuando vienen, al saber hablar francés les cuento cómo se tienen que mover".
Ya dejó la casa de acogida y vive con su pareja. Sueña con retomar los estudios ahora aparcados porque su horario laboral se lo impide, "en un futuro intentaré sacar el Acceso a la Universidad para mayores de 25 años, hay que tener paciencia, lo tengo clarísimo pero el trabajo me hace falta". Lamine Coulibaly mantiene a diario contacto con hermanos que siguen en Costa de Marfil pero aquí ha echado raíces y también tiene clara otra cosa, "ya no me muevo".
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