Arte en el 'nuevo' e histórico instituto Rábida
Huelva de ayer a hoy
El reencuentro. Entro en el edificio tras su reivindicada restauración de la mano de dos antiguos alumnos, Juan Carlos y Jesús, para deleitarnos con la arquitectura, la pintura y la amistad
Esta ha sido una ocasión especial, aunque la verdad y siendo honrados siempre es especial. El encuentro con Juan Carlos Castro junto a sus obras es una gozada, sostengo que es el gran artista contemporáneo de Huelva que, como tantas otras personas y cosas de esta bendita tierra nuestra, pues necesitaría de alas que le permitieran volar aún más alto.
Al Juan Carlos amigo siempre le tenemos, una sonrisa, su amabilidad, sin dejar de hablar de proyectos y de esta Huelva que mucho amamos y tantos dolores de cabeza nos da a diario.
Sí, esta resultó una ocasión muy pero que muy entrañable. Una excusa única para ir al viejo instituto, tenía bastantes ganas de entrar después de tantos años de reivindicaciones para disfrutar de la restauración realizada, para sentirme entre sus paredes con la satisfacción de lo conseguido entre todos. No fueron pocas las veces que entramos en el Rábida para reclamar la restauración que se merecía, primero el instituto, por ser el más antiguo de la ciudad, por constituir un emblema en muchos sentidos, porque nació de la lucha estudiantil y de las instituciones de Huelva en los nada fáciles años treinta. Aquí en esta tierra nuestra todo tiene que costar sudor, sangre y lágrimas.
En el viejo instituto se debería de poner en valor su memoria no solo por los que estudiaron o se examinaron en él venidos de la provincia. La memoria del instituto es la educación, la cultura y la reivindicación del movimiento estudiantil. Estos valores hay que testimoniarlos a diario en el Rábida, el IES La Rábida. Es el emblema de que desde la verdad, el convencimiento de ella, y el saberse con la razón se debe lucha para conseguir lo que en cualquier parcela de la sociedad se le sigue negando a Huelva, como ahora las infraestructuras.
Volví al instituto para estar con dos antiguos alumnos, con mi hijo Jesús que regresaba por la cuesta tras apretar el botón de espere verde que la Asociación de Vecinos de San Pedro reivindicó hace años para que cruzaran con más seguridad los alumnos de los diferentes centros educativos de la avenida Manuel Siurot por un semáforo siempre en ámbar, un peligro latente.
Accedemos por la amplia y empinada escalera de mármol, que nos recuerda que estamos accediendo al cabezo desde la zona de El Conquero. Llegamos arriba enmarcados en sus soberbias columnas, disfrutando de la belleza arquitectónica para deleitarnos con la pintura de otro antiguo alumno, Juan Carlos Castro Crespo.
Allí nos muestra la exposición dedicada al auge y decadencia del libro, no en contenido y necesidad del hombre sino en su soporte de papel. Es el lugar idóneo para esta exposición que ya tuvimos el gusto de ver en su primera presentación. Ahora llega al Rábida para dialogar con sus alumnos, los que van metidos en el TikTok, Instagram, Facebook, las vídeo llamadas… Los que van olvidando el tradicional formato del libro en papel, quienes en el mejor de los casos leen en capturas digitales.
Es un debate o, quizás más acertado, una preocupación por el futuro del libro en soporte de papel, aunque quienes somos del papel intuimos que las nuevas tecnologías, las aplicaciones virtuales, no acabaran con el libro en su forma tradicional, aunque sí se abrirán nuevas alternativas para que la cultura llegue a más personas.
Juan Carlos nos vuelve a dar una oportunidad para a través de su pintura tener un momento de reflexión en este tema. A Castro Crespo nada se le escapa del mundo contemporáneo, no es trabajar una obra por trabajar y colgar sobre una pared en blanco, hay un diálogo. Eso es lo que quiere con esta colección que muestra en el Rábida, acercar a los jóvenes el arte, todos sabemos que cuesta entrar en una sala o un museo, esta es una oportunidad para cuando te encuentres con la obra no pases de largo. Seguro que esta generación tiene una ocasión única que ofrece el arte.
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