Huelva abrazó a la Cinta durante su traslado popular al Santuario
Los onubenses volvieron a demostrar su amor por la Virgen durante el traslado popular este domingo
Los onubenses caminaron junto a la Cinta por el corazón de la ciudad
Huelva/Huelva es Mariana. Se demostró durante la bajada de la Virgen de la Cinta el 25 de agosto cuando, ya desde antes de las seis de la mañana, varios onubenses se congregaban a las puertas del Santuario. Se pudo notar en la solemne procesión por las calles del corazón de la ciudad en la que la Cinta avanzó arropada por el cariño de los onubenses durante todo el recorrido hasta la Iglesia de la Concepción y de regreso a la Merced. Y se volvió a reivindicar una vez más durante la subida al Santuario este domingo en la que un año más fue la noche grande para Huelva.
En las escaleras frente al porche de la Catedral de la Merced no quedaba hueco, los más rápidos ya se habían posicionado en los mejores lugares para ver la salida de la Cinta. Los ojos puestos en la puerta a la espera de que se abriesen. Si durante los momentos previos a la solemne procesión del sábado la Plaza de la Merced se llenó de vida, este domingo Huelva volvió a demostrar su amor por la Virgen Chiquita.
Las puertas de la Catedral se abrieron y la voz de Huelva se unió en una sola: "¡Viva la Virgen de la Cinta!". Las campanas y los tambores de la Banda de Música Virgen de las Mercedes de Bollullos Par del Condado comenzaron a resonar con el Himno de España en el momento en el que la Virgen daba sus primeros pasos fuera de la Catedral de la Merced dejando tras de sí el inconfundible olor de los nardos blancos que la acompañaron y a los que se fueron sumando los ramos de flores que la gente fue depositándole a la Cinta a lo largo de la subida hasta el Santuario. El sol iluminaba su paso por el porche haciéndola brillar aún más ante los ojos de los onubenses que comenzaban con ganas a caminar junto a ella.
Cuando la Virgen recorrió el porche y cruzó la Plaza de la Merced hasta parar frente a las puertas de la Catedral, allí le esperaban los integrantes del Coro Antiguo de Emigrantes para cantarle acompañados del sonido de una guitarra amortiguada por sus voces una sentida salve. La Plaza enmudeció para escucharles y luego estalló en aplausos acompañados de vivas antes de continuar el recorrido junto a su Patrona por las calles de Huelva.
Las cabezas de los onubenses se alzaron hacia los balcones durante el camino de la calle Paseo de la Independencia cuando pétalos de rosas comenzaron a caer. Una petalada cayó sobre la cabeza de la Cinta tras las sevillanas cantadas desde el balcón de uno de los edificios, entre ellas entonaron Por la bahía, de los Cantores de Híspalis haciendo que la calle se llenase de aplausos y en vivas antes de retomar el camino.
Poco había conseguido avanzar la Cinta cuando, de nuevo una canción dedicada a la Virgen frenó el paso del traslado. Una mujer, esta vez a pie de calle, regaló a la Patrona de la ciudad una sentida canción con su potente voz. Los onubenses celebraron con aplausos el talento de la mujer que derrochó arte y amor por la Virgen Chiquita de Huelva.
Los onubenses con más suerte pudieron disfrutar de la subida de la Cinta desde sus casas cuyos balcones adornaron con flores, banderas e imágenes de la Virgen, acercándola así a sus hogares, para celebrar que esta caminaba junto a ellos una vez más en su regreso al Santuario. Desde las alturas sonaban los vivas a la Virgen Chiquita, que los onubenses respondían desde la calle. "¡Guapa!", era otro de los gritos sonados durante el camino de algún espontáneo que no podía contener la alegría y el sentimiento hacia su Virgen.
A medida que la Cinta avanzaba, más onubenses se sumaban a la procesión para caminar junto a ella tejiendo detrás una alfombra a su paso por las calles de Huelva. Grandes, pequeños, primerizos o avezados, todos tenían su lugar acompañándola. Uno entre ellos llamaba la atención del resto. Tenía cuatro patas y era "el más cintero", señala su dueña que avanzaba junto a un labrador marrón que no perdía el paso de la multitud.
Muchos onubenses ya acompañaron a la Virgen de la Cinta durante la bajada y no podían faltar al regreso hacia el Santuario. "Yo la acompaño todos los años, en la bajada y en la subida, en ambas, siempre", afirmaba un joven onubense que prometía no separarse de ella en ningún momento del recorrido. Acompañado de un grupo de amigos aseguraba que no volvería a casa hasta que la viese entrar por la puerta del Santuario "a la hora que sea".
Aunque para algunas personas allí era su primera vez. "Yo vengo por él", señalaba Carolina a su pareja que sonreía concierta culpabilidad, "es mi primera vez y quedé impresionada", aseguraba haciendo hincapié en la cantidad de personas que había siguiendo el recorrido.
Si se alzaba la mirada por encima de las personas solo se encontraba un mar de onubenses que caminaban delante, a los lados y detrás de la Patrona de Huelva sin separarse de ella.
Uno de los momentos más bonitos del recorrido es cuando el sol comienza a caer tiñéndose de colores anaranjados que enmarcaron la figura de la Virgen en las calles de Huelva y haciendo que su plateado vuelva a brillar con las últimas luces del día. A esta altura del recorrido todavía quedaban cientos de onubenses rodeando a la Patrona sin apartarse de su lado.
La noche caía en Huelva, pero esta no dormía. Cientos de onubenses permanecían despiertos acompañando a su Virgen Chiquita durante la subida. El ambiente se volvió más íntimo, la luna y las farolas iluminaban las calles y todos los onubenses compartían con la Cinta los últimos momentos del recorrido. Pese a la noche, el murmullo de los onubenses acompañando a su Patrona no se silenciaba y en cada paso que les acercaba al final del camino la emoción y las ganas de que el tiempo se congelase se iba notando en el aire.
Este domingo los onubenses abrazaron a la Virgen de la Cinta, su Virgen Chiquita, durante su camino al cielo de Huelva a la espera de volver a tener la oportunidad de repetir este momento tan especial junto a la Patrona el año siguiente.
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