La increíble historia del velero que llegará a Huelva: Yate de millonarios, palacio flotante, barco en ruinas y capricho de un tirano

El Puerto de Huelva recibe este abril el buque 'Sea Cloud', el primero de los varios cruceros que llegarán en los próximos meses

La embarcación reúne 90 años de 'locas' aventuras

El Sea Cloud navegando. / M. G.

La temporada de cruceros en el Puerto de Huelva arranca este 19 de abril con el buque Sea Cloud de 109,5 metros de eslora, cuya última visita a la ciudad se produjo hace dos años. Al mismo, perteneciente a la naviera alemana Sea Cloud Cruises, le seguirán otros dos en mayo.

Uno de ellos es La Belle de Cadix de la naviera francesa Croisi Europe, que realiza fundamentalmente cruceros fluviales y tiene previsto recalar en el puerto onubense durante los meses de mayo, junio y septiembre; mientras que el otro es el buque Seadream I de la compañía Seadream Yacht Club, con sede en Oslo (Noruega), que arribará al puerto onubense en el mes de mayo coincidiendo con las peregrinaciones de las Hermandades desde Huelva hacia la aldea de El Rocío en plena romería.

El Sea Cloud, primer crucero que llegará a la ciudad, cuenta con 90 años de apasionante historia, dado que llegó a ser el yate de una millonaria, una embarcación con fines bélicos, el capricho de un dictador e, incluso, un buque en ruinas. Todo ello hasta convertirse en el velero que es actualmente.

En 1931 el matrimonio conformado por el corredor de Wall Street, Edward Francis Hutton, y la glamourosa, Marjorie Merriweather, mandó a construir el yate de vela privado más grande del mundo. El dinero no era un problema para ellos y su "bebé" -como ellos lo denominaban- les permitía emprender viajes comerciales, de negocios o, simplemente, por gusto a destinos exóticos. Poco tiempo tendrían para compartir el buque porque en 1935 el matrimonio entró en crisis y, seguidamente, se produjo el divorcio.

El dolor de la separación no le duró mucho a Marjorie, que encontraría consuelo en su viejo amigo Joseph E. Davies, exitoso abogado que había sido uno de los asesores económicos del presidente Wilson en las negociaciones de paz en Versalles después de la Primera Guerra Mundial. Es por ello que Merriweather comenzó a moverse en círculos, no solo de magnates, sino también de políticos y diplomáticos. Davies asumió el cargo de embajador estadounidense en Moscú en 1937 y el Sea Cloud pasó a ser una especie de palacio flotante en Leningrado, convirtiéndose en un espacio con más obligaciones sociales.

A la joya del matrimonio le depararía una etapa que pocos imaginarían. Trataron de colocarlo en el mercado sin éxito -las ofertas no eran nada generosas-, pero fue Estados Unidos, con su entrada en la Segunda Guerra Mundial, el que utilizó el Sea Cloud para convertirlo en buque de guerra. Detrás de ello estaba la buena relación entre el entonces presidente Roosevelt y Davies. Poco quedaba del yate de lujo, pues en aquel momento, equipado con cañones y armas antisubmarinas, navegaba bajo el nombre IX-99 en la zona marítima alrededor de las Azores y el sur de Groenlandia.

Concluye la guerra y el buque vuelve al referido matrimonio que tarda unos cuatro años en volver a ver al yate tal y como lo conocían, dado que tuvo que pasar por un intenso proceso de chapa y pintura para transformarse nuevamente en el yate más bello de América. No obstante, Marjorie se da cuenta a principios de los 50 de que no es capaz de mantener el Sea Cloud por sí misma y se lo vende al dictador de la República Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo, que tenía a su disposición prácticamente todo el tesoro del país.

Al tirano el interés en el barco le duró poco y se lo dio a su hijo Ramfis, que lo utilizaba para sus fiestas con la alta sociedad bajo el nombre de Angelita. El dominio de Trujillo llegaría a su fin en el país y el barco adoptó el nombre de Patria y volvió nuevamente a ser vendido.

Tras ello tendría un nuevo propietario, Clifford Barbour, quien con un contrato verbal se lo cedió a Stephanie Gallagher, de 26 años, y a su marido Charles. La atmósfera se tornó muy tensa por varios incumplimientos hasta el punto de que los Gallagher tuvieron que desaparecer sin la embarcación.

El barco quedó condenado a la ruina durante ocho años en Panamá en los que no recibió atención alguna, deteriorándose. Fue el alemán Hartmut Paschburg quien tomó el buque para devolverle, junto a otros trabajadores panameños, su esplendor. El 15 de noviembre de 1978 fue recibido entre aplausos en el Puerto de Hamburgo. No obstante, volvió a pasar por un proceso de mejora porque no estaba preparado para navegar y, desde entonces, recuperó su brillo.

Otros cruceros en el Puerto de Huelva

Uno de los veleros más grandes del mundo, propiedad también la compañía del ya citado Sea Cloud, el buque Sea Cloud Spirit, con 138 metros de eslora y 17 metros de manga, arribará por tercer año consecutivo al Puerto de Huelva, en concreto, el día 3 de septiembre de este año. La empresa consignataria es Ership.

El Sea Cloud Spirit en el Puerto de Huelva, el pasado septiembre. / Alberto Domínguez

El presidente del Puerto de Huelva, Alberto Santana, destacó la apuesta del puerto onubense por el segmento de cruceros ‘luxury’, destinado a turistas de elevado poder adquisitivo que buscan vivir experiencias únicas. En este sentido, Santana pone de manifiesto que la remodelación del Muelle de Levante, que comprende una terminal de cruceros, ofrecerá unos servicios de máxima calidad a los visitantes, que podrán disfrutar de la oferta gastronómica, cultural, deportiva y de ocio, que le brinda el Puerto y toda la ciudad, cuyo centro se encuentra situado a unos minutos del Muelle de Levante.

La llegada de los cruceros al Puerto de Huelva está organizada por Huelva Cruise Network, un grupo de trabajo que se dedica a planificar la recepción de los buques y está formado por la Asociación para la Promoción Comercial del Puerto de Huelva (HuelvaPort), la Cámara de Comercio de Huelva, la Federación Onubense de Empresarios (FOE), el Patronato Provincial de Turismo, el Ayuntamiento de Huelva, la Junta de Andalucía, empresas turísticas y el Puerto de Huelva.

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