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Günter Dambeck escribió hace unos días a Huelva Información para compartir con los onubenses su cariño por Huelva y en especial por Mazagón. Para el alemán, la provincia de Huelva es un paraíso que descubrió hace ya muchos años y del que disfruta, cada vez que puede, en compañía de su mujer.
A causa de la pandemia llevaba tres años sin venir y siempre que solía hacerlo aprovechaba para darse su particular corte de pelo en una de las peluquerías con más historia de la ciudad: la Peluquería César. La crisis sanitaria lo ha mantenido alejado en los últimos tiempos y él, que es un hombre de costumbres, no ha querido ir a ningún otro peluquero.
Su sitio es Huelva. Por ello, hizo la promesa de estar tres años sin pelarse para hacerlo cuando volviera a esta "querida tierra". El pasado mes de septiembre regresó junto a su encantadora mujer y este martes, por fin, se ha cortado su larga melena con Toni, el responsable de la emblemática peluquería ubicada en el centro de la capital desde hace casi 100 años.
"La primera vez que vine a Huelva fue en los años 70. Mi suegro era un aficionado a la historia y buscaba Tartessos. Fue por eso que comenzó a interesarse por la zona de la Torre del Loro, donde solía instalarse con su tienda de campaña", cuenta Dambeck.
De la mano de su mujer, que conocía la provincia desde 1950, ha disfrutado de la Costa onubense en sus distintas etapas a lo largo de estos años.
"Echamos de menos la tranquilidad y la calma que se vivía antes en Huelva, por ejemplo, cada verano", cuenta. "La playa estaba casi desierta en aquellos años. Ahora la imagen es muy distinta. La gente parece que nunca tiene frío y te encuentras bañistas incluso en invierno", explica.
Al principio veraneaba en una tienda de campaña. Solían ubicarse cerca del Parador. "Recuerdo que al lado estaba el cuartel de la Guardia Civil y como esa parte era muy tranquila, dejábamos nuestra tienda de campaña sola e íbamos a visitar Sevilla y los lugares cercanos sin ningún miedo. No pasaba nada. Hoy en día esto sería imposible".
No fue hasta 1990 cuando decidió comprarse una casa en la playa tras conocer que otra mujer alemana la ponía en venta. Desde entonces, han venido dos veces al año sin pasar por alto su obligada visita a la peluquería César, al igual que también hacía su suegro.
Toni Cornejo, actual propietario de esta señera peluquería, asegura que Günter lleva más años frecuentando el establecimiento que él mismo. "Ya se pelaba con mi padre antes de estar yo aquí", dice.
Tras años separados por el Covid, por fin hoy estos dos amigos han podido abrazarse. Y es que su oficio de peluquero en este lugar con tanta historia, cuenta Toni, le ha regalado la oportunidad de estrechar lazos con personas de todo el mundo. "Cada año en verano nos visitan desde todos los puntos del planeta". Aunque, eso sí, hay clientes más especiales que otros. Günter es uno de ellos.
Hoy el onubense se ha reencontrado con su amigo alemán y Günter ha vuelto a cumplir con una tradición que atesora y que no cambiaría por nada.
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