A la inteligencia emocional le sobra lo de emocional
Es una forma personal de verlo. Creo firmemente que la inteligencia es emocional de base. Me remito para decir esto a la raíz etimológica de la propia palabra, que es de donde suelen salir reflexiones muy interesantes.
La palabra inteligencia proviene del latín intelligentia, que es una derivación de inteligere. O sea, que es una palabra compuesta formada por intus y legere.
Muchos articulistas traducen intus como entre y legere como escoger. Según esta traducción, una persona inteligente sería aquella capaz de escoger bien entre varias opciones. Tiene lógica, venga, lo aceptamos. Pero coincidirán conmigo en que la definición huele a hemisferio izquierdo y racional.
Ahora usemos el diccionario de latín. Otra forma de traducir intus, que de hecho es la que te da como primera opción el traductor del "todopoderoso Google", es "dentro de". Y otra traducción posible de legere es leer. Construyamos juntos: inteligencia es leer en el interior. Ahí lo tenemos. A la inteligencia emocional le sobra lo de emocional.
La inteligencia emocional es saber leer en nuestro interior y en el interior de las demás personas. Por eso las personas emocionalmente inteligentes tienen un alto grado de autoconocimiento, conocen las emociones y sentimientos que tienen y por qué, y saben identificarlas e interpretarlas en los demás. Tienen empatía.
Dejen de darle vueltas a los apellidos de la inteligencia. Saber identificar qué sentimos en cada momento está muy relacionado con saber qué queremos y cuál es nuestro propósito en la vida. Eso nos permite interpretar adecuadamente las emociones que experimentamos, ser inteligentes o, groucheando un poco el término, intuslegerentes para saber lo que vienen a decirnos esas emociones y poder ponerlas a nuestro favor.
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