El internista en Huelva, el gran médico que no trata la enfermedad, sino "al paciente que tiene la enfermedad"

La Unidad de Medicina Interna del hospital Juan Ramón Jiménez atiende al 70% de los ingresados mayores de 75 años y diagnostican al 90% de los pacientes

Realizan un abordaje integral de la persona enferma, entendiendo todos sus problemas como un todo, en un sentido global

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Dos internistas con un paciente ingresado en el hospital Juan Ramón Jiménez.
Dos internistas con un paciente ingresado en el hospital Juan Ramón Jiménez. / Alberto Domínguez

Decía William Osler -considerado padre de la medicina moderna- que "el buen médico trata la enfermedad; pero el gran médico trata al paciente que tiene la enfermedad". Una frase que define la figura del internista, aquel profesional que trabaja por los problemas de la persona enferma, entendiendo los mismos como un todo. O, en otras palabras, "los médicos de las personas adultas enfermas en un sentido global", según especifica a esta redacción el jefe del servicio de Medicina Interna del hospital Juan Ramón Jiménez, Javier Carrasco, quien añade que "seríamos, por explicarlo de algún modo, el equivalente al médico de familia, pero en el hospital; pues intentamos abordar la mayoría de problemas de manera integral".

La base del trabajo del internista, prosigue Carrasco, "es estar cerca del paciente, dejarle hablar y escucharle". Tanto, que "la entrevista y la historia clínica son nuestras herramientas fundamentales", expresa, toda vez que insiste en que "hoy día, la medicina está demasiado centrada en la tecnología, pero sin un buen criterio médico, las pruebas tecnológicas no siempre ayudan a solucionar los problemas de los pacientes". El hecho de escucharles redunda en una mayor humanidad, cuestión vital para el abordaje del tipo de pacientes que pasan por las manos del internista.

Una reunión entre internistas del hospital Juan Ramón Jiménez.
Una reunión entre internistas del hospital Juan Ramón Jiménez. / Alberto Domínguez

Todo ello lo ponen en valor desde el centro hospitalario en el marco de la Semana de la Medicina Interna, promovida por la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y celebrada entre el 3 y el 9 de febrero. La misma persigue visibilizar la labor del médico internista como especialista transversal y con visión integral, dado que su función consiste en "poner orden" en todos los síntomas "dispersos y a veces angustiosos" que presenta el paciente, "profundizando en su sintomatología hasta llegar al diagnóstico". De hecho, estas herramientas clínicas permiten "diagnosticar al 90% de los pacientes, sirviendo las pruebas complementarias para confirmar el diagnóstico", señalan desde el servicio.

Sobre el diagnóstico, cabe destacar que es una fase inherente a la especialidad, dado que "somos capaces de organizar ese puzzle con muchas manifestaciones y síntomas clínicas para dar una respuesta", expresa Javier Carrasco, que apunta que "tenemos la mente abierta para llegar a un diagnóstico de certeza". Por ejemplo, "gran parte de los cánceres y tumores los diagnosticamos nosotros y luego los derivamos a los especialistas correspondientes. Si bien hay veces que llega un paciente con una lesión pulmonar y está claro que es un cáncer de pulmón, otras veces llegan con un cuadro que hay que valorar de forma integral, como sucede con los linfomas", establece el jefe del servicio.

Un grupo de especialistas de Medicina Interna conversa en una de las salas.
Un grupo de especialistas de Medicina Interna conversa en una de las salas. / Alberto Domínguez

Dentro de ese abordaje integral de la persona enferma adulta, cabe destacar la atención al paciente crónico complejo, "que comprenden un gran número de pacientes de Medicina Interna", sostiene la coordinadora de dicha unidad, Sandra Díaz. "El envejecimiento de la población y los avances en medicina han hecho que las enfermedades por las que antes las personas podían fallecer -como las cardiológicas o las respiratorias- se conviertan en crónicas", pone de manifiesto, al tiempo que indica que, por ende, "estos pacientes avanzan en edad y en evolución, por lo que no tienen una sola enfermedad, sino varias". Y aquí queda evidenciado el beneficio de que la atención la realice un internista, pues "estos pacientes se benefician más de tener un solo especialista que coordine su tratamiento con una visión unificada; y nosotros tratamos de simplificar y unificar el seguimiento y los tratamientos lo máximo posible".

Que el paciente crónico complejo comprenda la parte más amplia de la especialidad obedece, a juicio del médico internista de hospitalización Enrique López, a "una pirámide poblacional que se está invirtiendo". "Hay muchas personas mayores que, gracias a los avances de la medicina, alcanzan edades más avanzadas lo que, a su vez, hace que se manifiesten más enfermedades asociadas al envejecimiento y patologías que no afectan a un único órgano", expresa López, quien añade que "llega un momento en el que las manifestaciones de la enfermedad afectan a tantos órganos y son tan diversas que un especialista bien formado y con experiencia en patología multisistémica añade gran valor al paciente, a su familia y a su entorno".

El día a día del internista.
El día a día del internista. / Alberto Domínguez

Por entender el volumen asistencial, Javier Carrasco indica que el número de pacientes "está aumentando de forma exponencial y, aunque es complicado dar con un porcentaje exacto, me atrevería a decir que, excluyendo Pediatría y Ginecología y Obstetricia, el 70% de los ingresados tienen más de 75 años, y nosotros atendemos a un gran porcentaje de ellos".

Y el trabajo del internista no se queda únicamente en los tratamientos, sino que "integramos en las historias clínicas aspectos como los cuidados en casa, las ayudas o su situación socioeconómica porque todo ello afecta a la evolución de su enfermedad, y nuestra misión es buscar la calidad de vida y evitarle los ingresos continuados", añade Sandra Díaz. Tanto que, prosigue, "conocer el entorno del enfermo nos permite prever sus necesidades una vez en casa. Una hospitalización, tanto en jóvenes como en mayores, supone un antes y un después en la capacidad y autonomía del paciente", sostiene, antes de poner en valor "lo importante que es contar en el equipo con trabajadores sociales, enfermeras, técnicos auxiliares en cuidados de enfermería y con una comunicación fluida con la Primaria".

Precisamente, respecto a la Atención Primaria, Díaz mantiene que la conexión "es fundamental, sobre todo, para el paciente crónico complejo, en tanto que trabajamos junto a su médico de familia para prevenir descompensaciones, ajustar tratamientos y reducir ingresos hospitalarios innecesarios". Un puente con la Primaria que también se 'levanta' con otras especialidades, "dado que los internistas mediamos con el resto para asegurar una atención integral", coinciden sus compañeros Carrasco y López, quienes destacan la "utilidad" de tener esta relación de mutua colaboración y confianza.

El trabajo del internista trasciende a otras patologías

Los internistas también cuentan con la Unidad de Continuidad Asistencial y otra de Cuidados Paliativos en el hospital Vázquez Díaz, que atienden pacientes crónicos complejos y pacientes oncológicos en el final de la vida. “Priorizamos el manejo de los síntomas y la mejora de la calidad de vida", comenta la doctora Díaz.

Foto de familia de todos los componentes de la Unidad de Medicina Interna del hospital Juan Ramón Jiménez.
Foto de familia de todos los componentes de la Unidad de Medicina Interna del hospital Juan Ramón Jiménez. / Alberto Domínguez

Otros ámbitos de actuación tienen que ver con las patologías sistémicas -afectan a varios órganos a la vez-, como el lupus; las enfermedades raras, figurando entre las más comunes en Huelva la enfermedad de Andrade; o el trabajo con los pacientes quirúrgicos. En este último caso, Javier Carrasco explica que "cuando alguien se opera, va al quirófano con las enfermedades, no las deja en casa; y cuando llega al hospital puede que haya que ajustarlas para que la cirugía tenga éxito y no se descompensen". O al revés. Los internistas también trabajan en el post operatorio, favoreciendo el éxito de la cirugía y disminuyendo la mortalidad y la morbilidad.

Otro pilar básico de la especialidad es la prevención de la enfermedad cardiovascular, ya que con elevada frecuencia la hipertensión, la hipercolesterolemia y la diabetes coexisten en el mismo paciente y precisa un abordaje integral.

Una especialidad "muy vocacional"

Los tres profesionales del hospital Juan Ramón Jiménez coinciden en señalar que la Medicina Interna es "una especialidad muy vocacional". "Quien decide hacerla, lo hace porque le llama desde el primero momento", expone Sandra Díaz. De hecho, interviene Javier Carrasco, "hemos notado como estudiantes con buenos números en el MIR escogen esta especialidad por vocación, lo que refleja el interés y el valor de nuestra profesión".

De su lado, Enrique López añade que la Medicina Interna tiene una "vocación docente y formativa" porque, "desde el momento en el que un médico empieza su formación, entiende que debemos enseñarnos unos a otros para garantizar una buena atención médica". La docencia es un pilar básico de nuestra especialidad.

Parte del equipo de Medicina Interna en los pasillos del centro hospitalario.
Parte del equipo de Medicina Interna en los pasillos del centro hospitalario. / Alberto Domínguez

La investigación y la participación en ensayos clínicos, además de los trabajos de prevención los pacientes, sobre todo, en el apartado cardiovascular, son otras de las tareas asignadas a los internistas.

Comprenden a la perfección cómo situarse, desde la simetría moral, con la persona que necesita su ayuda. Y todo ello desde el respeto, fomentando las decisiones compartidas con paciente y familiares, trabajando en la medicina preventiva y buscando la medicina predictiva. Con el compromiso con la sociedad como bandera.

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