Jesús Corbacho asume el reto de conquistar la Lámpara Minera

Cualquier cantaor que se precie, tarde o temprano, acaba acudiendo a La Unión, porque sabe que la ‘Lámpara Minera’ alumbra el camino y el sueño de llegar a ser una estrella del cante flamenco. Lo mismo ocurre con los concursantes en las modalidades de guitarra, baile o instrumento. Muchos de los grandes probaron suerte en el certamen unionense, contaba el gran Enrique Morente que tras participar y no clasificarse, el jurado le invito amablemente “a aprender a cantar y volver al año siguiente”. Y vaya si aprendió el cantaor granaíno.

En la tercera y última de las semifinales, mientas los concursantes se lo jugaban todo a una carta sobre las tablas de la ‘Catedral del Cante’, afuera las Perseidas anunciaban lo que sentirían pasada la medianoche, al comprobar en los listados, colocados a las puertas del Antiguo Mercado Público del municipio murciano, que su nombre figuraba o no para la gran final de esta noche. Mientras algunos saltaban de alegría, a otros se les escapaba alguna que otra lagrima de rabia. En esta ocasión, la suerte ha corrido del lado de los onubenses y serán hasta dos los que disputen la ansiada final de la sexagésimo tercera edición del certamen flamenco más importante del panorama internacional.

El primero en clasificarse fue el cantaor Jesús Corbacho Vázquez quien tratará de emular a su paisano Jeromo Segura y traerse la tan codiciada `Lámpara’ hasta Huelva. El onubense tendrá que enfrentarse al sevillano Iván González Carpio y al manchego Gregorio Moya Lara por escribir su nombre en el firmamento flamenco. Al cantaor se suma la sanjuanera María Canea quien en la noche de este viernes conseguía clasificarse a la final de baile en modalidad femenina. La de San Juan del Puerto tratará de imponerse a la japonesa Yunko Hagiwara y la francesa, pero afincada en Sevilla, ‘Laura Santamaría’.

Así han concluido las semifinales del mundial del flamenco, con una muy buena entrada durante las tres galas, en la que más tarde, los aficionados comentan si el nivel les ha parecido más bueno, o no, que el del año anterior, o sí comparativamente habían visto más fuerte o menos a un cantaor o cantaora, que repetían en esta edición. Un debate, a veces apasionado, que siempre surge, y que es más que necesario y que viene a demostrar la pasión con la que se vive todo lo flamenco, desde las diversas maneras de entenderlo por sus diferentes estéticas hasta los timbres de la voz y el compás y la ejecución de los tercios, con matices tan precisos como los semitonos de las mineras o la forma de salir del tercio.

Por lo que respecta a la gran final, la noche se presume, a priori, muy reñida debido a la gran competitividad y a la gran igualdad en lo que se refiere a la calidad de los concursantes, hasta el momento, de manera que las espadas siguen en todo lo alto