La juez levanta el secreto de sumario
Caso Laura Luelmo
La instructora aprecia “contundentes indicios de criminalidad” contra Montoya
La comparecencia del detenido en sede judicial no se produjo hasta a las 19:50
Huelva - Valverde del Camino/La titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Valverde del Camino, que investiga el asesinato de Laura Luelmo en El Campillo, levantó anoche el secreto de las actuaciones que había decretado el pasado día 17 de diciembre. En un auto, la juez señaló que toma la decisión tras la práctica de todas aquellas diligencias "que se han ido suscitando tras el hallazgo del cuerpo sin vida de la desaparecida, habiendo sido además detenida la persona sobre la que existen contundentes indicios de criminalidad en relación a la perpetración de los hechos".
Así, indicó que "la inminente declaración judicial del detenido por los hechos" (que se estaba produciendo al cierre de esta edición) "junto a que se han practicado aquellas diligencias cuya práctica se quería preservar a fin de no perjudicar la investigación, conducen a acordar el cese del secreto de las actuaciones al haber desaparecido el fin que lo motivó".
Fue la confusión la protagonista absoluta en la maratoniana jornada de ayer, en la que el autor confeso de la muerte violenta de Laura Luelmo pasó a disposición judicial. Desde que salió de la Comandancia de la Guardia Civil de Huelva a las 9:18 de la mañana, hasta que llegó al juzgado a las 19:50, poco se supo de su paradero. Todos se repetían incesantemente durante las horas que duró la incertidumbre la misma pregunta: ¿dónde está Bernardo Montoya? La respuesta es simple: el detenido se mantuvo bajo custodia policial en el puesto benemérito de Valverde del Camino a la espera de que llegaran los resultados de análisis relevantes de Madrid. Aguardó en el cuartel durante toda la jornada a ser llamado por la titular del Juzgado de Instrucción 1 de Valverde, Elvira Mora, hecho que no se produjo hasta seis horas y media después del límite de las 72 horas de su puesta a disposición.
Los acontecimientos tuvieron su punto inicial en la accidentada salida de Montoya de la Comandancia onubense. Pasaban pocos minutos de las nueve de la mañana del último día de colegio de los niños, que cruzaban de la mano de sus padres por la calle Guadalcanal para dirigirse al Manuel Siurot. Curiosos, los críos miraban con atención la nube de periodistas y reporteros gráficos que tomaba posiciones frente a la puerta principal del acuartelamiento. Y muchos de los progenitores se decidieron a unirse a la prensa de vuelta a casa. Se barruntaba que no quedaba mucho para la salida de Bernardo a las 9:05 y el público esperaba expectante asistir al momento estrella de la mañana. Lo que ocurrió después se veía venir.
Los vehículos de la Guardia Civil se apostaron a la entrada y minutos después el arrestado apareció por la puerta. Lo hizo con una vestimenta idéntica a la del miércoles, cuando se le pudo ver por primera vez desde su detención. Vaqueros, botas marrones sin cordones y chaqueta de cuero. Flanqueado por dos agentes, salió esposado y completamente encorvado. Tanto que nadie, ni siquiera los que estaban agachados, le pudieron ver el rostro.
El momento desató la furia ciudadana. Un grupo de onubenses se abalanzó sobre el coche patrulla en el que lo acababan de introducir. Hubo golpes en las ventanas traseras de lunas tintadas, insultos de todo tipo y un nivel de indignación que obligó a la Benemérita a intervenir a empellones para repeler el ataque de la masa. Los agentes arrancaron el coche y, a toda prisa, se dispusieron a abandonar Huelva para acercar al detenido a su destino, el Juzgado de Instrucción 1 de Valverde del Camino.
La prensa se distribuyó por los puntos calientes de la provincia por si se producía en algún momento otra reconstrucción. Una hora después de la partida de Huelva nadie sabía adónde se había dirigido la comitiva policial. En los juzgados de Valverde no había rastro de Montoya. Tampoco en su casa de El Campillo –que se señala como la escena del crimen– o en el paraje de La Mimbrera, donde incluso había dejado de estar acordonada la zona en la que apareció el cadáver de la profesora zamorana.
En torno a las 11:00 la expectación mediática llevaba a los agentes de la Guardia Civil a desplegar un cordón de seguridad en la calle de la sede judicial valverdeña, una zona acotada en la que se ubicó a la prensa y de la que se mantuvo alejado al vecindario por motivos de seguridad.
La Guardia Civil tenía hasta las 13:00 para poner a Montoya a disposición de la autoridad judicial. La tensión fue in crescendo con el paso de los minutos. El sol también ayudó a caldear el ambiente. Pero a la hora señalada allí no había rastro del exconvicto corteganés. Cada vehículo policial que pasaba por la calle producía un sobresalto en los informadores, especialmente aquel en el que viajaban varios miembros de la Unidad Central Operativa (UCO), pertrechados con bolsas con las que entraron y salieron del juzgado. Del sospechoso del fallecimiento de Laura no había ni rastro.
El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) confirmaba a las 14:47 que "el detenido se encuentra a disposición judicial, pendiente de comparecer", pasando a aclarar poco tiempo después que "no sabemos dónde está físicamente ni tampoco nos lo van a comunicar". Así se sucedieron los minutos, entre una gran confusión que daba rienda a las cábalas y pábulo a algún que otro rumor que se quedó en el tintero.
Cayó la noche sobre los tejados de Valverde del Camino y se seguía sin saber dónde estaba Bernardo Montoya. A las 19:19, por fin, la Guardia Civil despejaba la gran incógnita a través de su Oficina Periférica de Comunicación: "El detenido está en el cuartel de Valverde a la espera de lo que disponga el juzgado".
Seis horas y media después de la salida de la Comandancia, a las 19:50, por fin se produjo el momento más esperado de la maratoniana jornada de ayer. Un vehículo camuflado se paró ante la escalinata del Palacio de Justicia de Valverde y Montoya, esta vez con la cabeza erguida, entró a la sede judicial. A las 19:53 ya estaba ante la instructora de la causa.
Al cierre de esta edición, Bernardo seguía en el Instrucción 1. La previsión es que, en la misma línea que ha venido manteniendo, haya admitido que mató a Laura pero trate de zafarse de la posible imputación de los delitos de detención ilegal y de asesinato, a los que tratará de sumarles atenuantes como las de su adicción a los psicotrópicos, entre otras. El corteganés quiere eludir como sea la prisión permanente revisable.
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