La larga estirpe cantaora de Manolo Caracol
Historias del fandango
Se han cumplido cincuenta años del fallecimiento de Manolo Caracol, uno de los cantaores más grandes del flamenco en el último siglo, también vinculado al fandango
Concurso de cante jondo de 1923: Las dos noches en las que el fandango de Huelva se hizo respetar
Nació el niño el 7 de julio de 1909 en el Corral del Fraile, pegado a la meca del flamenco que era por entonces la Alameda de Hércules de Sevilla, y falleció en Madrid, en un accidente de tráfico, el 24 de febrero de 1973.
Indómito, atrevido y echao p’alante desde pequeño, cuando se hizo la selección para participar en el Concurso de Granada –no había cumplido aún los trece años– tuvo el atrevimiento de decirle a don Antonio Chacón que él sabía cantar por seguiriyas, por tonás, por saetas... Lo escogió, entre otras razones, por provenir de una estirpe cantaora de fuste, hijo de su amigo Caracol El del Bulto, cantaor y banderillero de Joselito; sobrino de Enrique El Mellizo, biznieto de Curro Dulce y tataranieto de El Planeta. Y porque el niño cantaba muy bien, como luego demostraría en Granada, aunque saltándose el orden estipulado, porque tenía que cantar seguiriyas, pero le costó articular ese cante y, sin encomendarse a nadie, cambió a las saetas, que ni siquiera estaban contempladas en el concurso. Causó impacto al jurado, que le concedió el diploma de ganador por ese palo y la mitad del dinero previsto para el primer premio, compartido con Diego Bermúdez El Tenazas.
La cosa tuvo sus discrepancias, hasta el punto de que el viejo amenazó con ir a los tribunales para dirimir quién era el verdadero número uno. Se quedó en amago, pero ambos ganadores no volvieron nunca a cantar juntos. En todo caso, de Granada salió Caracolito lanzado a la categoría de estrella del cante. Al mes de celebrado el Concurso, ya estaba actuando en Madrid, que seguía siendo la plaza de consagración de los artistas flamencos de la época.
Al año siguiente, en 1923, con catorce años recién cumplidos, Caracolito fue una de las atracciones del Concurso de Cante Jondo de Huelva, en el que alternó nada menos que con Antonio Chacón, Manuel Torre, Manuel Centeno, Niño Gloria, Perla de Triana y las figuras del momento. Tras los concursantes, cantó abriendo el espectáculo y, como aquel que ha cortado orejas en una faena taurina importante, se dio una vuelta por el ruedo cantándole al público. Dijo la prensa onubense que “el chaval es de los que se las trae.
Tiene grandes facultades, estilo y gusto y sabe sentir el cante como todos los de su raza. Este muchacho ha de lograr con el tiempo fama merecidísima, habiendo ya pasado de esperanza a hermosa realidad… Caracolito viene a ser el enlace de lo antiguo con lo moderno”.
Siguió después con actuaciones por Andalucía. Anunciado como “el niño cantador de flamenco”, compartió cartel en Sevilla con la Niña de los Peines y la cupletista Amalia de Isaura en el teatro San Fernando, y de nuevo como primera figura en el popular Cinema Pavón de Madrid en 1926.
En Huelva volvemos a encontrarlo en el verano de 1929, actuando en el Cinema Park con Manuel Torre, Rebollo, Niño de los Talleres, Niña ¿lo ve? y otros artistas. Época de los “niños” en el flamenco, era conocido entonces como Niño de Caracol. Continuó interviniendo en espectáculos de variedades y en 1935 se instaló definitivamente en Madrid, volviendo a actuar de nuevo en el mismo local de Huelva.
Su discografía por Huelva
En sus primeras grabaciones no podía faltar el palo que tan de moda estaba y que todo artista flamenco había de llevar en su repertorio, el fandango. Su primer disco no lo grabó hasta 1930, ya con 21 años y con una carrera flamenca bien cimentada. De este año son varios registros con la casa Odeón: dos de fandangos en los que sigue el estilo de Rebollo, uno anunciado como “fandangos nuevos (“Por castigarme tan fuerte”…), en el que al comienzo del disco se escucha “estos son los fandangos nuevos de Caracolito”, y otro (“Que no se debe matar”…), ambos acompañados por Manolo de Badajoz. Y otros de fandanguillos (“Mi cante a nadie conmueve”... “Yo no me gasto contigo…” y “Sin que nadie me sintiera”…) en los que sigue a El Carbonerillo y el de La Parrala y a Cepero. Sus siguientes discos los encontramos en los años cincuenta: en Fandangos de la almadraba (1951), que grabó con orquesta y donde figuran la variante alosnera de Juan María y uno popular de Huelva; y en 1958, las de Juan María, El Acalmao, Rebollo y La Parrala en sendos volúmenes de la Historia del Cante de Hispavox, y los de Rengel y Pérez de Guzmán en el disco Compendio del cante flamenco.
Un concepto diferente de espectáculo
En la guerra civil tomó partido por el bando franquista y se ofreció para cantar en un festival destinado a recaudar fondos para la reconstrucción del santuario de la Virgen de la Cabeza, en Andújar, junto con la Niña de la Puebla, Luquitas de Marchena y Manolo Fregenal entre otros. Tras la guerra, formó equipo con la Niña de los Peines y Pepe Pinto en espectáculos de cante, baile, declamación y teatro, y a veces –cuando había dinero para pagar los músicos- con orquesta.
En 1940 figuró en un espectáculo de ópera flamenca celebrado en la plaza de toros de La Merced, donde estrenó su creación El canto a la soleá. El Peluso, El Sevillano, el Niño de la Huerta y otros le acompañaban en el cartel. Y en enero de 1941 cantó en el Gran Teatro en un cartel con Pastora Imperio, Custodia Romero, su pariente el bailaor Rafael Ortega, más orquesta y el recitado (muy en boga entonces los recitados) de Curro Carmona. En total, una treintena de artistas en funciones de tarde y noche. Volvería en octubre de este año al mismo foro con otro espectáculo en el que ya era primera figura indiscutible y su nombre artístico había cambiado a Manolo Caracol [2].
(Continuará...)
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