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Días de Cómics

'Moby Dick' (1990), de Bill Sienkiewicz. que adapta al cómic la novela que escribió el conocido literato estadounidense Herman Melville, y fue publicada por primera vez en el año 1851

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Moby Dick.
Moby Dick. / M.G.

Huelva/En 1990, la editorial estadounidense First Comics estrenó una colección de cómics de cuarenta páginas en buen papel que serían una versión de libros y cuentos clásicos adaptados al cómic por diversos artistas. En febrero de 1990 se publicaron cuatro a la vez: El cuervo de Edgar Allan Poe, adaptado por Graham Wilson; Grandes esperanzas de Charles Dickens, adaptada por Rick Geary; Alicia a través del espejo de Lewis Carroll, por Kyle Baker; y Moby Dick de Herman Melville, por Bill Sienkiewicz. La colección se llamaría Classics Illustrated y estuvo viva hasta junio de 1991 con veintitrés números.

Sienkiewicz venía de revolucionar Marvel con Los Nuevos Mutantes (1984-1986), con Chris Claremont, Daredevil: amor y guerra (1986) y Elektra Asesina (1986-1987), con Frank Miller, y su propia serie de cuatro números para la Línea Epic, Stray Toasters (1989), cuando recibió el encargo de First.

Condensar ochocientas páginas de novela en cuarenta de cómic sería imposible para cualquier historietista. Sienkiewicz trató la narración casi como un libro ilustrado, con muy poca narrativa secuencial. Es Sienkiewicz en estado puro, haciendo gala del dominio de la ilustración, y el uso del color tan cercano al cómic como a la pintura.

Sienkiewicz hace gala del dominio del color tan cercano al cómic como a la pintura.
Sienkiewicz hace gala del dominio del color tan cercano al cómic como a la pintura. / M.G.

Bill Sienkiewicz ha marcado una época en la historia del cómic, con un estilo que le convierte en un artista único en esta industria. Astiberri saca en 2021 una obra que vio la luz en 1990 y adapta uno de los clásicos de la literatura contemporánea. La dificultad que tiene adaptar una obra como Moby Dick es evidente: en primer lugar porque se trata de una obra de más de 700 páginas y, además, porque al ser un referente como es, su lectura se puede hacer de manera más crítica de lo habitual, por el conocimiento del libro original. Estamos, probablemente, ante uno de los mejores trabajos de Sienkiewicz como dibujante, que estaba en uno de los puntos más álgidos de su carrera y su estilo resulta apabullante aquí.

Todo el mundo sabe conoce cuando menos su sinopsis, y que trata de la odisea de un capitán de barco ballenero que busca a la ballena blanca que hizo que perdiera una pierna, y cuya muerte se ha convertido en la única meta en la vida. La obra está contada por Ismael, que se enrola en la tripulación del Pequod en busca de aventuras, pero no se imagina siquiera dónde se ha embarcado.

Moby Dick es mucho más que una historia de aventuras. La obra se considera un clásico de la literatura por la cantidad de referencias que tiene: la diversidad de orígenes de la tripulación del barco, la obsesión por la vendetta de Ahab y cómo prioriza su consecución a la propia seguridad de sus hombres, las continuas referencias religiosas, o el camino hacia la locura del capitán del barco.

Sienkiewicz consigue aportar una sensación claustrofóbica al relato.
Sienkiewicz consigue aportar una sensación claustrofóbica al relato. / M.G.

Bastante difícil es adaptar un relato como este, de modo que no se les puede achacar demasiado a Chichester ni a Sienkiewicz, que se vuelcan en evocar esa locura de Ahab y en su descenso a los infiernos a través de un relato asfixiante y a unas ilustraciones distorsionadas que transmiten perfectamente la sensación de la novela. No es necesario conocer todos los detalles que el propio Melville vivió en sus carnes como tripulante en su juventud de este tipo de barcos, aunque recortar tanto una novela tan conocida tiene el riesgo de que la representación de personajes como el indígena Queequeg o el resto de la tripulación puede dejar con cierta sensación de insatisfacción.

Sienkiewicz está en sus momentos más dulces artísticamente, y su dibujo es lo más destacable de esta adaptación, si asumimos la ausencia de secuencialidad. Lo mejor de todo es cómo consigue aportar una sensación claustrofóbica a un relato que, de por sí, queda excesivamente resumido y carente de ritmo y de épica en sus escenas más memorables. Del enfrentamiento entre Ahab y Moby Dick nos quedamos con unas ilustraciones de indiscutible valor artístico, aunque como secuencia se ve demasiado resumida.

Moby Dick es una obra para el disfrute del dibujo de un artista único, y para conocer su peculiar visión sobre uno de los relatos más conocidos de la Literatura Universal. La edición de Astiberri es en tamaño aumentado, en cartoné, con papel estucado de alto gramaje, que permite disfrutar el dibujo.

La próxima semana: Quiroga y la muerte (2023), de David Lorenzo, biografía del novelista uruguayo que ha sido comparado con Edgar Allan Poe por su maestría en el relato de terror.

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