La marea violeta va por países
El movimiento feminista aún tiene problemas en zonas subdesarrolladas
Madrid/Mujeres de todo el mundo, convocadas por organizaciones sociales, partidos y sindicatos de más de un centenar de países, reivindicaron ayer la igualdad frente a los hombres con caceroladas, manifestaciones, huelgas y otros actos que han convertido este 8 de marzo en una jornada en histórica. Estas movilizaciones suponen "la mayor revolución feminista desde la petición del derecho al voto de las sufragistas hace cien años", según dijo la italiana Asia Argento, una de las abanderadas del movimiento #MeToo contra los abusos sexuales.
En la capital de Indonesia, el mayor país musulmán del mundo con grandes lagunas en protección de los derechos humanos, miembros de 69 organizaciones protestaron ayer ante el Parlamento y el palacio presidencial para condenar la discriminación, la violencia y la intolerancia contra las mujeres y las minorías.
En el otro extremo del mundo, en Venezuela, una muestra de arte gráfico "sin género" fue la peculiar aportación del país a las conmemoraciones del Día de la Mujer, un colectivo especialmente castigado por la violencia y la pobreza que azotan el país.
La campaña #MeToo sirvió de inspiración a las surcoreanas en las protestas que hoy protagonizaron en Seúl. Las surcoreanas tratan de crear una red de apoyo a las víctimas de abusos sexuales en un país muy marcado por la tradición confuciana que hasta ahora ha tendido a aislar y a criticar especialmente a aquellas que han osado denunciar a sus superiores. También, cientos de japonesas marcharon ayer en Tokio y en otras ciudades del país para reclamar mayor igualdad en uno de los países desarrollados donde las mujeres afrontan mayores obstáculos en todos los ámbitos.
Sin embargo, la desigualdad entre hombres y mujeres es también trasladable a la que existe entre países ricos y pobres, dado que en estos últimos, la mujer sufre doblemente su condición. En muchas naciones del África Subsahariana o en países con regímenes totalitarios las mujeres soportan la violencia como algo cotidiano en sus entornos, agravada por la violencia propia de las guerras.
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