Cuando Mario Vargas Llosa escribió en Huelva 'Los cuadernos de Don Rigoberto': Su visita en 1995 como presidente del jurado del Festival de Cine Iberoamericano

El mundo de la literatura llora la muerte de Mario Vargas Llosa, uno de los grandes escritores de la lengua española. El novelista peruano-español, que falleció este domingo a los 89 años, dejó su sello en los numerosos rincones del mundo que visitó, entre los que también figura Huelva. Fue en 1995 cuando visitó la capital onubense con motivo de la 21 edición del Festival de Cine Iberoamericano, de cuyo jurado fue presidente. Junto a él, estaban los realizadores Antonio GIménez Rico y Manuel Antín y las actrices Asumpta Serna y María Casanova.

Aquel año 1995 eran numerosos los invitados de renombre a Huelva, además del propio Vargas Llosa. Fernando Fernán Gómez, Emma Penella, Concha Velasco, José Sacristán, Francisco Rabal o Fernando Guillén eran algunas de las personalidades del cine que no quisieron dejar pasar la oportunidad de estar en uno de los grandes certámenes del país. Un festival que tiende puentes entre Europa e Iberoamérica.

A modo de curiosidad, José Juan Díaz Trillo cuenta en sus redes sociales una anécdota con Mario Vargas Llosa a modo de despedia. Narra que en 1994 "nos lo encontramos Paco López y yo en la Cuesta Moyano de Madrid y, como encargados ese año del Festival de Cine, lo invitamos a que formara parte del jurado de aquel año. Sin conocernos a nosotros, aunque sí y bien el Festival, dijo que lo pensaría y nos diría. A los pocos días, una vez comprobados sus compromisos de los meses siguientes, nos dijo que era imposible pero que se comprometía a venir al año siguiente, y así fue".

Cuando Mario Vargas Llosa llegó a Huelva, comentó que tenía una condición: ocupar sus mañanas a la escritura, mientras que las tarde las dedicaría a ver cine. Y, en este sentido, afirmó que se encontraba trabajando en la novela Los cuadernos de Don Rigoberto. Asimimo, reveleaba interesantes facetas de su actividad literaria, comentando no estar seguro de tener un estilo propio, dado que "cada libro es una aventura diferente y el estilo lo determina el tema y va saliendo a tiendas". En todo caso, mencionó que el estilo refleja la idiosincrasia de una persona, aunque en ello intervienen procesos que se escapan de los racional. Defendió que el escritor "es la propia principal fuente de inspiración de sí mismo".