"El día que mató a mi hija me dijo que no le echara el marrón de su desaparición"
Cortés nunca podrá olvidar la "sangre fría" del Santiago del Valle la tarde del 13 de enero
Pocas horas después de la desaparición de Mari Luz, el pasado 13 de enero, Juan José Cortés y su hermano Diego (acompañados de otros familiares) irrumpieron en el bajo izquierda del número 1 de la Avenida de Las Flores. "Yo acompañé a mi hermano y la imagen que tengo graba en la retina es la de un asesino" que se cobijaba detrás de la puerta de la casa de su hermana y que "pedía con toda la sangre fría protección policial".
Al padre de la menor asesinada le llamó la atención "su sangre fría, ésa cara pálida de asesino que no hay quién se la quite".
Comedido en sus palabras, como siempre, apretaba los dientes con fuerza para contar a los medios de comunicación que se ha quedado grabada a fuego lento la imagen de Santiago del Valle García, detenido por la muerte de Mari Luz, cuando tras la puerta de chapa gris "me decía en toda la cara y con total tranquilidad que no le echáramos a él el marrón de la desaparición de mi hija".
Ahí se convirtió en su sospechoso. Fue en ese momento cuando Juan José Cortés se temió lo peor: estaba hablando con el hombre que horas antes, minutos antes tal vez, había robado la vida a su niña y había abandonado su cuerpo en la marisma del río Tinto. "Sabía perfectamente lo que había hecho y lo negaba", dijo apesadumbrado.
Del interior de la casa, hasta lo que la vista le alcanzaba a ver, el padre de Mari Luz se percató de que "había una caja llena de pañuelos que ellos venden por los suelos, estaba todo revuelto".
Finalmente, expresó que "nosotros fuimos a buscarlo no con la intención de hacerle daño, sino de saber si tenía algo que ver con la desaparición".
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