Las matronas del hospital Juan Ramón Jiménez: La mano amiga que vela por la salud de la mujer
Día de la Matrona / Día de la Madre
Una treintena de profesionales acompañan y guían a la mamá a lo largo de todo el proceso de alumbramiento
Maribel Díaz, que acaba de ser madre de Carlota, cuenta su reciente experiencia en un parto en el que la figura de la matrona fue imprescindible"
Galería Gráfica | Las mejores imágenes del vínculo tan especial entre padres y matronas en el hospital Juan Ramón Jiménez
Huelva/Son la mano amiga que la mujer necesita en el preparto, parto y postparto. Aquella que vela por la gestante, tanto a nivel físico como emocional. Las matronas son figuras indispensables que, a pie de cama, acompañan y guían a la mamá durante todo el proceso del alumbramiento. "Son imprescindibles, sin ellas un parto no es lo mismo", resume a este diario Maribel Díaz, que hace apenas unos días veía nacer a su hija Carlota en el hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva. Aunque no es una figura irremplazable únicamente en los partos, sino que lo es en otros muchos procesos. Una matrona es sinónimo de salud en la mujer.
Maribel es mamá por segunda vez, por lo que asegura ser sabedora de la importancia de que la matrona esté a su lado arropándole durante todo ese proceso que culmina con el nacimiento de su bebé. Tantas horas pasan juntas que "las acabas viendo como parte de tu familia, de ahí que cuando tu hijo nace, juntas celebramos esa felicidad".
Esta mamá onubense entró al Juan Ramón Jiménez por Urgencias porque "venía con contracciones" y, ya desde el primer momento, sintió la atención y el cariño de la matrona, "que, desde los primeros minutos, ya te explora, te monitoriza y controla que todo vaya bien", cuenta Maribel.
"Intentamos que tengan una misma matrona durante todo el proceso", indica el supervisor de Paritorios, Manuel Prieto, que destaca como objetivo principal, "además del respeto, cuidar la intimidad, que la madre sienta en todo momento que está acompañada por la matrona y la persona que ella designe". Una de las treinta profesionales que realiza esta encomiable labor en el hospital Juan Ramón Jiménez es Rosalía Mancheño, quien pone de manifiesto "la relación afectiva que, poco a poco, creamos con una familia, tanto con la madre como con el padre, porque eres tú la encargada de acompañar a esa pareja que, en no pocos casos, desconoce todo lo que trae consigo el alumbramiento". Previamente, "entablamos relación con la madre y el padre, a quien también implicamos en todo el proceso, y dialogamos sobre cómo quieren que sea el parto y tratamos de poner todos los medios para cumplir las demandas de la familia". Una conversación que descarga tensiones y que redunda en un aumento de la confianza entre la matrona y los futuros padres.
Entre las muchas funciones de las matronas figuran el seguimiento antes del parto, la atención durante el mismo, los cuidados puerperales, el control, las enseñanzas y consejos que se aportan una vez nace el bebé y, sobre todo, el apoyo humano. Y esta última es para muchas mamás, como Maribel, el más importante, dado que "te evita el dolor, te da fuerzas, te guía...en resumen, te hacen todo más liviano".
Cuando llegó el momento del parto, Maribel pasó al Área de Paritorios -cada mamá dispone de una sala individual donde realiza todo el proceso de dilatación, parto y recuperación, lo que facilita la progresión del parto evitando traslados innecesarios entre salas y permite trabajar bajo un modelo de maternidad segura centrada en la familia- y es ahí donde comienza el momento más ansiado, "un trayecto duro que tiene el mejor final posible", recuerda esta mamá, que tan reciente tiene este bonito episodio. Allí la matrona sigue velando por la madre, "cambiándote de posición, mirando las constantes del bebé y las mías y midiéndome la tensión, es una atención constante".
"Para nosotros es muy importante la humanización", explica el supervisor de Paritorios del hospital Juan Ramón Jiménez, quien entiende el trabajo en dicho Área como aquel que "vela porque la mamá se vea en todo momento arropada por una mano amiga". Una profesión que además les da muchos momentos de felicidad porque, en palabras de Rosalía Mancheño, "no ves solo nacer a un bebé, sino también a una madre y a una familia. Es indescriptible".
Es por ello que, según Mancheño, "el sentimiento de alegría que sentimos al ver a la madre con su bebé es casi tan grande como el de la mamá, pues la hemos acompañado en todo el proceso", un hecho que también confirma la propia Maribel. "Es un lujo trabajar aquí y estar presente en tantos nacimientos, sobre todo, por el clima que se genera en Paritorios, pues se cuida tanto la luz, la intimidad, el sonido...es un desenlace muy hermoso", cuenta Mancheño.
Una vez da a luz Maribel, "comprobamos que todo ha salido correctamente y hacemos el contacto piel con piel, automáticamente después del nacimiento", explica la matrona, que lo define como "un momento necesario para que el bebé se estabilice". Tras unas horas "en las que se verifica que todo está bien, la mujer pasa a planta, junto a su pareja, donde tiene asignada una habitación en la que, si todo sigue marchando bien, pasa 48 horas si es un parto normal y 72 si es por cesárea".
Es momento para el seguimiento y para facilitar la transición de la familia a su hogar con el bebé. Tanto es así que, además de la presencia constante de la matrona en la habitación donde permanecen los padres y el recién nacido, "damos charlas a las que acuden, antes del alta, los familiares implicados en los cuidados para guiarles en el proceso y resolver todas sus dudas antes de irse a sus casas, entre ellas las referidas a la lactancia materna, un tema recurrente en estos 'encuentros'".
Tanto Manuel Prieto como Rosalía Mancheño coinciden en calificar este proceso de alumbramiento como una carrera de fondo, cuya meta "nos genera gran alivio y satisfacción, además de una enorme felicidad", no sin reconocer que "alguna que otra vez se nos han caído algunas lágrimas". No es para menos, matrona y padres se hacen familia al compartir el episodio más bonito que regala la vida.
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