Cuando la mayoría de edad no es suficiente para jóvenes extutelados en Huelva

El Programa de Mayoría de Edad de la Junta dota de recursos a chicos que necesitan ayuda para alcanzar su autonomía

Mohamed en el piso en el que reside en Huelva a través del Programa de Mayoría de Edad para jóvenes vulnerables de la Consejería de Igualdad.
Mohamed en el piso en el que reside en Huelva a través del Programa de Mayoría de Edad para jóvenes vulnerables de la Consejería de Igualdad. / Rafa Del Barrio
Eva Sánchez Moreno

24 de octubre 2021 - 06:01

Huelva/Mariama no quiere recordar el viaje de seis días que le trajo desde Senegal. Comparte un piso con un grupo de compañeras, todas extuteladas por la Junta de Andalucía, mayores de edad y sin apoyo familiar ni red ni herramientas para lanzarse al mundo adulto.

Esta joven ocupa una de las 79 plazas que la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales dispone en la provincia de Huelva para que un colectivo tan vulnerable no quede en la estacada una vez cumplidos los 18 años. Es un recurso denominado de Alta Intensidad en el marco del Programa de Mayoría de Edad destinado a jóvenes de hasta 25 años.

“Quiero ayudar a mi familia y buscarme la vida”, así que acaba de empezar a estudiar Peluquería. La teoría, porque luce una melena que demuestra un trabajo no apto para principiantes. En pleno proceso de aprendizaje del castellano, explica con timidez que de España le impactó “ver a mujeres fumando y bebiendo alcohol” y en positivo, su compañera Lucía le ayuda a recordar su experiencia en los cacharritos las pasadas Colombinas y entonces asoma a su cara una sonrisa de la niña que aún lleva dentro. La primera etapa de su viaje le llevó a Canarias y de allí un barco le trajo a Huelva. “No has viajado tú nada”, le suelta Lucía con un candor apabullante.

Mariama sueña con traer algún día a su familia.
Mariama sueña con traer algún día a su familia. / Rafa del Barrio

Azahara y Marina son el hilo de estas chicas con el mundo exterior. Semanalmente, como sus compañeras Claudia y Chari, las habitantes de este hogar reciben orientación personal y laboral, además del acompañamiento que precisen en su día a día. Tienen cubiertos sus gastos de alojamiento y un itinerario personalizado para completar el proceso hacia una inserción laboral que les permita la emancipación. Aflojar poco a poco la cuerda hasta que puedan soltarla del todo.

“No quería vivir con mi madre” es la respuesta de Lucía a la pregunta de lo que le condujo a su actual hogar. Desde los 16 años recibió el amparo del Sistema de Protección de Menores y ahora está centrada en la ESO. “Confío en poca gente”, afirma, aunque transmite que en realidad desearía no confiar para no sufrir porque se emociona al recordar a su amiga Shakira y a su orientadora Adela, ahora en otros destinos.

Lucía llegó al piso procedente de un centro de menores y ahora quiere sacar la ESO.
Lucía llegó al piso procedente de un centro de menores y ahora quiere sacar la ESO. / Rafa del Barrio

El trabajo con estos jóvenes viene pautado en un protocolo establecido por la Consejería de Igualdad común a toda Andalucía. Es la base que deben atender las distintas organizaciones que trabajan con Igualdad a través de convenios. En una de ellas, Accam, trabaja la psicóloga Azahara.

Para ella, este colectivo “es la población más vulnerable, no tienen la misma madurez; vienen de familias desestructuradas, algunos sin escolarizar y llegan a los pisos procedentes de unos centros en los que les hacen todo y están las 24 horas con educadores”. Añade a estos lastres que “vamos a contrarreloj”, aunque piensa que “siempre les vas a aportar algo y cuando consiguen los objetivos la gratificación es inmensa, otros se pierden en la libertad que encuentran”.

Rochdi se forma para convertirse en cocinero profesional.
Rochdi se forma para convertirse en cocinero profesional. / Rafa del Barrio

Mohamed y Rochdi conviven con Yassine, Omar y Osama. Les asiste el mismo programa para la mayoría de edad, en su caso a través de un convenio con Hacan (integrada en Accam). Mar y Blanca trabajan con los chavales que viven en un piso que huele a gloria. Menos Omar, de Guinea Conakry, el resto procede de Marruecos. Mohamed tiene grabada su fecha de llegada a España en patera, solo, fue “el 11 del 6 de 2019”.

Recaló en Algeciras sin conocer el idioma y de allí fue trasladado al centro de menores que había en Corteconcepción, “si no fuera por la educadora de allí, hubiera querido volver”, admite. “Mi madre no quería que me fuera y mi padre lo entendía porque en España tendría más oportunidades de trabajar pero me advirtió que no sería fácil y me dio algún dinero”. Ahora termina ESO para estudiar después Integración Social. Al igual que Rochdi, futuro cocinero, buscan un futuro en España, donde han comprobado que el padre de Mohamed tenía razón y no sus amigos, seguros de que aquí “encuentras trabajo en un día pero yo ahora les digo la verdad, esto es mejor que allí, pero también aquí es complicado”, dice Rochdi.

Uno de los pisos de Recurso de Alta Intensidad para extutelados de la Junta.
Uno de los pisos de Recurso de Alta Intensidad para extutelados de la Junta. / Rafa del Barrio

Cada jueves se reúnen en asamblea y respetan una rotación para las tareas de la casa. Cuando logran unas prácticas es como una lotería pero Blanca pide “un cambio normativo urgente para evitar la ilegalidad en la empleabilidad” –y eso que “los empresarios nos dicen que los exmenores tutelados trabajan mejor”, asegura– y una burocracia más ágil –el próximo mes entra en vigor la modificación del Reglamento de Extranjería que reducirá muchas trabas actuales–.

Uno de los numerosos mensajes motivadores del piso que comparten Mariama, Lucía, Chari y Claudia.
Uno de los numerosos mensajes motivadores del piso que comparten Mariama, Lucía, Chari y Claudia. / Rafa del Barrio

Noel, presidente de Hacan, recuerda que las plazas de Alta Intensidad son “un recurso voluntario”, así que deja a un lado la complacencia porque “hay que cumplir objetivos”.

Los recursos no son tantos como quisieran todos estos agentes y los mayores de edad vulnerables son más numerosos –e invisibles– de lo deseado.

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