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El milagro del arcipreste de Huelva

Hoy hace cien años que dejó nuestra ciudad para convertirse en obispo de Olimpo y auxiliar de Málaga Se le recuerda por sus acciones sociales y educativas que realizó a principios del siglo XIX

El milagro del arcipreste de Huelva
Eduardo J. Sugrañes Huelva

15 de enero 2016 - 01:00

El 29 de abril de 2001 fue importante para la Congregación de Misioneras Eucarísticas de Nazaret y los devotos de Manuel González García; ese día era beatificado en Roma. Ahora se piensa en su canonización al ser aprobado el misterio en la persona de María del Carmen Varela Feijóo, tanto por médicos de la Congregación para las Causa de los Santos, como por los teólogos.

Don Manuel fue una persona bastante querida en nuestra ciudad, se le recordará siempre como el arcipreste de Huelva, llegó en 1905 y su labor fue fecunda, tanto en lo espiritual como en lo material y educativo, siempre acompañado en esta parcela por Manuel Siurot. El pasado año se celebró el 75 aniversario de su fallecimiento y en este mes su consagración como obispo de Olimpo.

Un día como hoy de hace cien años Manuel González García dejaba la Huelva camino de Sevilla para tomar posesión de su nuevo ministerio. El joven sacerdote que había llegado a nuestra ciudad, enviado por el cardenal Spínola, había conseguido una madurez que demostrará a lo largo de toda su vida eclesiástica. Huelva le abrió un día tal como hoy las puertas de un nuevo camino, que le llevará a convertirse en obispo de Málaga y Palencia.

En Huelva se preocupa por los problemas de los más desfavorecidos, de quienes, por ejemplo, vivían en las cuevas o chabolas de El Conquero. Se hace presente entre ellos y se acerca a sus problemas y sus sufrimientos. Se preocupa por elevar su nivel y promueve las Escuelas de las Escuelas del Sagrado Corazón de Jesús, junto a la iglesia de San Francisco y la del barrio del Polvorín, o la del santuario de la Cinta.

La suya fue una labor activa y se preocupó, por ejemplo, de que los hijos de los mineros de la Compañía de Río Tinto tuvieran alimentos para que sus padres pudieran continuar en la huelga del invierno de 1913.

En lo espiritual funda en la parroquia mayor de San Pedro la Obra de las Tres Marías de los Sagrarios Calvarios, el 4 de marzo de 1910.

Por esto es fácil entender que su despedida constituyera todo un gran acontecimiento.

Manuel González deja Huelva el 15 de enero de 1916, cuando vuelva lo hará ya como obispo de Olimpo y auxiliar de Málaga. La prensa de la ciudad (La Provincia y Diario de Huelva) informa de la marcha a Sevilla en el tren correo. Manuel González iba acompañado por el obispo de Tuy, Leopoldo Eijo Garay, y el párroco de la Concepción, Pedro Román Clavero. Mientras que por la tarde marchan en el expreso el alcalde de Huelva, José Muñoz Pérez, así como otras autoridades de la ciudad.

En la catedral de Sevilla todo estaba preparado para su consagración episcopal. En el altar mayor lucía el aparto de la festividad del Corpus Christi. Se anunciaba la consagración con repique de campanas desde la Giralda, a las doce, en el mismo día que partía de Huelva, y a las oraciones se repetía el repique. Se anunciaba la fiesta del día siguiente, el domingo 16 de enero, con la consagración episcopal de Manuel González por el cardenal Almaraz, que concelebra con los obispos de Tuy y Ciudad Real.

Una ceremonia que fue seguida por todos los onubenses con gran expectación. Muchos no pudieron desplazarse a Sevilla, pero todos los esperaron en Huelva. Se eligió para su regreso como obispo de Olimpo el día 20 de enero, festividad del Patrón, San Sebastián, que había sido trasladado en la jornada anterior hasta la parroquia mayor de San Pedro. A las 9:30 se celebró solemne función religiosa, se cantó la Misa de Ángeles, oficiada por el nuevo arcipreste, Miguel Muñoz, y una vez terminada se trasladó el santo a su ermita.

La jornada no era festiva, pero el comercio atendió la petición de cierre, a partir de las 12:00, para el recibimiento al nuevo prelado. Desde la estación todo fue una gran manifestación del pueblo onubense que le acompañó hasta la Plaza de San Pedro. Hubo aplausos a la llegada y se tocó la Marcha Real. Durante el recorrido, según la prensa, "recibió inequívocas muestras de cariño y respeto"; por Vázquez López los niños y niñas de las escuelas le arrojaron ramos de flores. Cuando la comitiva llegó a San Pedro, esta se hallaba invadida por completo de público, siendo materialmente imposible la estancia en el templo. En la parroquia se cantó un solemne Te-Deum, que finalizó con vivas al obispo. Hubo besamanos al señor obispo y trasladado a su casa, Manuel González tuvo que salir al balcón a saludar a todos con unas breves palabras de agradecimiento. Durante el tiempo que estuvo en la ciudad procedió a la administración de sacramento de la confirmación.

Manuel González García recibió el afecto de todos, hasta del propio rey Alfonso XIII, quien en un telegrama decía que "le saludo con afecto y beso reverente su pastoral anillo"

La ciudad le homenajeó regalándole el bastón de obispo, así como el anillo pastoral, un agradecimiento que quedó reflejado en un artístico pergamino.

Ahora, la comunidad fundada por el beato Manuel González, las Hermanas Nazarenas, se encuentran a la espera de la decisión de los cardenales y le presenten al Papa Francisco la propuesta de canonización, basándose en lo que han dicho los médicos y teólogos. Según la hermana Ana María Palacio, "todo esto va suponiendo en nuestra congregación y en todas las personas que pertenecen a sus obras eucarístico-reparadoras y a otras muchas que sienten devoción y aprecio a nuestro fundador, una gran alegría, pues aunque siempre lo hemos tenido como santo, ahora será la Iglesia la que reconocerá pública y universalmente su santidad, y eso es algo muy grande".

El milagro obrado en María del Carmen Varela se remonta a octubre de 2008, cuando se le diagnostica en el Hospital Universitario de la Princesa una neoplasia de alto grado sugestiva de linfoma no-Hodgkin Plasmoblástico, por lo que tendría que recibir quimioterapia al ser un cáncer muy agresivo, pero no sabían si podría resistirla pues estaba muy delgada y débil. Solicitó la extremaunción pero el sacerdote no podía en ese momento acudir a su casa, así que le ofreció una reliquia y una novena del beato Manuel González, al que no conocía. Al cuarto día de comenzados los rezos le llaman para iniciar las sesiones en el hospital, quedando todos asombrados al ver que no había rastro del cáncer siendo, además, de los que no se curan. Se le hicieron pruebas en los meses siguientes sin encontrar nada, por lo que el informe médico señaló que "ha habido una regresión espontánea". En los casos de cáncer, la Iglesia espera cinco años tras la curación para iniciar un proceso de canonización, sin embargo se les autorizó en el año 2009 a que iniciaran los trámites, pues se consideró un caso extraordinario, ya que desapareció el cáncer sin necesidad de tratamiento.

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