Tribuna Económica
José Ignacio Castillo Manzano
Las Tres Gracias del presupuesto andaluz y Séneca
Crimen de Laura Luelmo
Valverde del Camino/El jurista sevillano Miguel Rivera no lo ve claro. Si en la mañana de ayer anunciaba con rotundidad en Televisión Española que no se va a personar en la causa abierta en el Juzgado de Instrucción 1 de Valverde por el asesinato de Laura Luelmo como letrado defensor de Bernardo Montoya, por la tarde avanzaba a Huelva Información que supedita su decisión definitiva a la entrevista que pretende mantener con su cliente la semana que viene en el centro penitenciario de Morón de la Frontera.
Los motivos de este anuncio repentino reposan sobre tres pilares. De un lado, la dedicación que requiere un asunto complejo como este y por el que, incluso, tendría que desplazarse a nuestra provincia constantemente; de otro, la imagen que se proyecta sobre la sociedad, "porque no soy ningún compinche de nada, voy a ganarme la vida lo mejor que puedo y no a minimizar lo que alguien haya hecho, pero todos tenemos derecho a una defensa".
Y la tercera razón, quizá la más importante, es que "quiero que me cuente la verdad, porque hay algunas cosas que no me cuadran y va por la tercera versión; creo que Bernardo anda un poco a la deriva en materia de versiones de los hechos y esto me desconcierta".
El abogado desconoce a día de hoy los pormenores de la causa, pero sí ha revisado con lupa lo que se ha publicado en los medios de comunicación. "Ya le pregunté en la segunda entrevista que mantuve con él que cómo era posible que Laura tuviera los vaqueros bajados, y me dijo que se le bajaron al arrastrarla, porque las plantas de la zona se lo engancharon".
"Quiero que me cuente la verdad, porque hay algunas cosas que no me cuadran”
Detalles como estos no terminan de convencer a Rivera, quien además evidencia que en la tercera versión, la que le ofreció Bernardo a los funcionarios de Morón y a él mismo en una entrevista de una hora y cuarenta minutos, "se incrimina a una tercera persona" –a Josefa, una ex del presunto asesino de Laura– "a la que no podemos llamar homicida sin fundamento".
Hace autocrítica a la hora de entender que puede verse como "poco formal por mi parte haber dicho primero que me retiro y ahora que lo dejo en el aire, pero lo he pensado bien y esta es mi decisión".
Solo espera que Montoya le hable en el próximo encuentro "con sinceridad", de modo que pueda armar una estrategia de defensa en condiciones: "Quiero enterarme por él y no que la Guardia Civil me dé luego con las pruebas en la cara". Miguel Rivera va a solicitar reunirse con su patrocinado en Sevilla II la semana que viene, "espero que me lo permitan".
Preguntado por qué haría si decide finalmente personarse y se encuentra con un sumario plagado de pruebas contra Bernardo, el abogado señala que "si llego a personarme, llegaré hasta el final de la causa; asumiría esas dificultades y me emplearía a fondo".
Lo que sí quiere dejar claro el jurista es que en este mar de dudas nada ha tenido que ver el tema económico. "Él ha acordado conmigo la forma de pago; si hay algo que está claro es que Bernardo no tiene ni un pelo de tonto", a lo que agrega que a día de hoy no ha mantenido ningún tipo de contacto con los Montoya.
El edificio multifuncional de la calle Sevilla de El Campillo lleva ya el nombre de Laura Luelmo. Así lo aprobó el jueves por unanimidad el Pleno municipal, una decisión que se fundamenta en que “el nombre de esta joven profesora, creativa y luchadora permanezca por siempre en la memoria colectiva de nuestro municipio”. El Ayuntamiento campillero trasladará el acuerdo a la familia. En el texto refrendado se destaca que “no nos dio tiempo a conocer a Laura Luelmo Hernández; su desaparición nos sumió a todos en un infierno que provocó que el pueblo y la comarca despertaran eclosionando en un sentimiento compasivo de protección y solidaridad con la familia de Laura, y en un rechazo colectivo hacia la impotencia y la desesperación, que se tradujo en la necesidad de mantener el recuerdo de esta joven”. La profesora ya da nombre al aula de Dibujo del instituto Vázquez Díaz de Nerva, donde dio clases al alumnado antes de su trágico final.
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