Sesión de ouija y fenómenos paranormales en un instituto de Huelva
Huelva Paranormal
"Hace unas semanas jugó con la ouija en el instituto junto a otros compañeros y desde entonces está que no se siente bien. Lo mejor será que habléis"
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Dicen que no hay "cuartel sin garita fantasma ni colegio donde no se haya hecho una ouija" y puede que sea así o que sólo sea un tópico.
Hace unas semanas un amigo me decía: "¿Me dejas que le de tu teléfono a un compañero, que su hijo tiene un problema de tipo misterioso?". Mi respuesta fue afirmativa, claro, y a los dos días recibía un mensaje de Whatsapp en el que, textualmente, me decían: "José Manuel, soy José Carlos. Tenemos un amigo común, Alex, que me ha dado tú teléfono por el problema de mi hijo". Rápidamente lo identifiqué y le pedí que me explicara lo que le sucedía.
"Hace unas semanas jugó con la ouija en el instituto junto a otros compañeros y desde entonces está que no se siente bien. Lo mejor será que habléis". Y así concertamos una videollamada a cuatro: él, junto a los participantes de la ouija y yo mismo.
El chico, junto a sus amigos, me empezó a contar. "Bueno, encontré una ouija entre las cosas de mi padre y decidí llevarla al colegio. Allí siempre se ha contado que pasan cosas raras, y en la tele más o menos hemos visto cómo funciona, así que durante el recreo nos quedamos dentro de la clase y nos pusimos a hacerla".
Los chavales no tienen experiencia ninguna en este tipo de prácticas y menos con el mal llamado "juego de la ouija".
Petición de prueba
Otro de ellos siguió contándome: "Uno se quedó en la puerta y tres hicimos la sesión. Al principio todo iba normal, aquello ni se movía ni nada pero, de repente, comenzó a moverse y todos pensamos que era alguno de nosotros quien lo movía".
"Entre bromas, le preguntamos el nombre. Aquello me parecía una chorrada, pero respondió: 'Marta', y le dijimos: "Pues si eres tú, por qué no nos das una señal más clara”, y entonces la puerta de la clase se cerró. Pensamos que había sido él [en referencia al amigo que estaba de "vigilante"] el que la había cerrado pero la puerta se abrió y nos preguntó: '¿Por qué habéis cerrado?'. Se dio cuenta de que estábamos sentados en las sillas y no habíamos podido ser nosotros”. Pensaron que había sido el viento.
Mi testigo siguió narrando lo sucedido: "Entonces pedimos otra prueba, y una silla se desplazó como dos metros, de un pupitre a otro, estando por medio el pasillo. Claro, eso hizo que cogiéramos y guardáramos todo y diéramos por concluida la sesión”, sin haberla cerrado bien.
Durante la clase de matemáticas pasaron cosas, pues uno de ellos se sintió indispuesto con vómitos -sin haber desayunado- y abandono la clase; otro con mareos... El profesor "nos preguntó si habíamos bebido o fumado algo y le dijimos que no, pero sí le contamos lo de la ouija y lo que había salido". "Entonces él nos dijo que con esas cosas no se debe jugar y que "Marta" era un profesora suplente que murió hace tiempo”. “Nos quedamos de cuadritos”, finalizaron.
Una vez escuchada la historia les comenté de los peligros de la ouija y la necesidad de tener un conocimiento sobre ello, de cerrar bien las sesiones y que no afectara a la psicología de la persona en un nuevo caso extraño que tiene como escenario un colegio.
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