Un paisaje cercano que se debe salvar
en el titán
lTienen 20 días para negociar el futuro de la fachada y la azulejería de la farmacia de la calle Concepción
No hay que resignarse a perder el patrimonio, se debe exigir responsabilidades políticas
Era un espejismo. No podemos estar lamentándonos eternamente, habrá que actuar y exigir que se tomen iniciativas. Ahora que no hay tantas licencias de obras se pueden aprovechar los tiempos en el patrimonio. Sugiero que suban a la web municipal de manera clara los edificios catalogados. Pues al ver en el trabajo de forja la fecha de 1857 parecía que era una garantía de continuidad y, al final, no generó el menor interés municipal. La declaración de ruina dice adiós a la farmacia del número 6 de la calle Concepción.
Quien elaboró el catálogo de edificios de interés habrá sido el enemigo, o algún extranjero no residente en la ciudad, que llegó con los ojos vendados. Los edificios, además del valor arquitectónico, tienen el de lo que suponen para la sociedad porque forman parte de ella.
Si además le vemos con una fachada coherente en su espacio y bastante vanguardista para la época de mediados del siglo XIX, a lo que se añade que es un lujo su azulejería, no se entendería nunca que en lugar de haberlo catalogado, pues se le permitiera hace décadas romper la armonía de los azulejos, la rotura y deterioro de uno y el pintado de otro.
Esto es para sentirse engañado o, al menos, frustrado. A partir de ahora será necesario repasar uno a uno todos los edificios de interés de la ciudad, pues quienes los valoraron han hecho la selección que han hecho y el resultado es una vuelta a las lamentaciones. ¿Quién es el responsable de que perdamos este edificio? Hay que acostumbrarse a pedir en esto también responsabilidades políticas. A los que estaban que elaboraron el PGOU y a los que están ahora en el Urbanismo de la ciudad. Hay que exigirla dependiendo del grado que tengan cada uno.
Después de años en este estado ahora son todos prisas. El Ayuntamiento le marca un plazo de 20 días para que derriben el edifico. En ese tiempo no se rescata toda la azulejería, más cuando habrá que negociar porque en el paquete del derribo va todo. Lo que hay que exigir es mantener íntegra la fachada. La pregunta es si las prisas nacen por la cercanía de la Semana Santa y dejar libre este tramo de la Carrera Oficial. Quizás se tenga que optar por otras medidas de protección de la fachada o cambiar el recorrido de las cofradías y optar excepcionalmente por Méndez Núñez, como se ha hecho durante años.
Hay que hacer algo pensando en toda la ciudad, porque es de esos edificios que se miran con agrado. Marca una época. La publicidad en azulejería era un signo de distinción y de cambio en la comunicación. Otro concepto de los establecimientos a pie de calle, nada que ver con las fachadas forradas de maderas.
Cuando pusieron una malla en la fachada lo primero que se pensó es que había actuado el Ayuntamiento para salvar el edificio y al ver al otro día que estaba vallado todo era ilusión de que pronto se restauraría. Un motivo de esperanza para un patrimonio de la ciudad tantas veces maltratado.
Nada, la comunicación del Ayuntamiento de la declaración de ruina hizo volver a la realidad. Al final se llevará por delante el edificio al no estar catalogado específicamente ni azulejos, ni fachada ni nada de nada. Aunque sí debe estar protegido como elemento de la calle Concepción que está catalogada por acuerdo plenario de 2016.
Si nadie lo remedia, de nuevo harán otra horterada de las que tan gustosamente firman en Urbanismo, pues aquí da igual que sea la calle Concepción que un páramo a la entrada de la ciudad.
En esta situación tan desproporcionada hacia el escaso patrimonio de la ciudad apareció de inmediato José Caballero, el dibujo de la farmacia de su padre y su tío, que más tarde pasaría a otros propietarios. Del interior nada queda, porque las nuevas farmacias son tan modernamente catetas que no tienen personalidad, con profusión de módulos para vender cosméticos y lo que haga falta. Sólo permanece la azulejería de su fachada que ahora si el Ayuntamiento no lo remedia está condenada a la piqueta. Es para entristecerse otra vez. Esta ciudad que tanto queremos, de nuevo pondrá un RIP en el patrimonio.
Intuitivamente la mirada se fue hacia la calle Mora Claros, la de la Botica. ¿Se imaginan no solo sin el edificio, simplemente sin el interior la farmacia como se conoce desde siempre? ¿Que llegue un día una de estas farmacias a modo de franquicia y se pierda el valor patrimonial de sus estanterías, sus botes, su reloj y hasta su rebotica? En la calle se desvanecería el sobrenombre de la Botica y, con ello, parte de su historia. Este patrimonio personal e incluso sentimental de la ciudad, es necesario protegerlo. Urge revisar el catálogo de edificios de interés patrimonial.
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