Ponce critica la proliferación autores de pacotilla que conquistan la gloria atropellando las normas del Arte

Crónicas de otra Huelva

Asegura en este artículo tener dos novelas escritas de corte social que no quiso publicar por no verlas merecedoras de tal privilegio

Blanqui-Azul animó a los onubenses a participar en un homenaje a Jacinto Benavente promovido por La Voz

Literatura. / M.G.
José Ponce Bernal / Felicidad Mendoza Ponce

02 de diciembre 2024 - 05:00

La Introducción

ESCRITORES DE PACOTILLA

En defensa de la buena literatura

Cuando leímos este artículo por primera vez, saltaron las alarmas. ¡Dos novelas dice que tenía escritas! No hemos encontrado rastro alguno de ellas. No sabemos si esos manuscritos, por creerlos “tan malos” fueron pasto del fuego o se perdieron en el olvido como casi se pierde su vida entera de no ser por la investigación que llevamos a cabo. Así pues, nos llamó poderosamente la atención, pero tal dato, que nos aportaría una faceta más de las múltiples que cultivó, la de novelista, no ha podido ser corroborado. Hubiera enriquecido su biografía. Nadie en la familia recuerda nada en absoluto de este aspecto. Si su sentido de la modestia era tan grande, no se entiende que diera a conocer la existencia de estas obras al público onubense, revelando el dato en el periódico ese día. No obstante, consideramos importante que él lo dijera y hemos de tener presente que fuera así, aunque no se hayan conservado.

Con la producción epistolar sí obtenemos una perspectiva distinta de su estilo y nos ofrece la oportunidad de conocer esa escritura de carácter más íntimo, personal y sentimental que nos aporta información muy valiosa y que constituye en sí misma una obra sorprendente y preciosa.

En el trascurso de la investigación encontramos una poesía suya que fue publicada en diciembre de 1937 con motivo del homenaje al brigadista alemán Hans Beimler, que murió en el frente de Madrid el 1 de diciembre de 1936. Se encuentra cerrando un folleto de Ediciones del Comisariado de las Brigadas Internacionales, impreso por Diana, UGT, de Madrid que se conserva en la Fundación Pablo Iglesias. Es una publicación de 40 páginas, y se inicia con el poema A las Brigadas Internacionales, de Rafael Alberti, y se cierra con la poesía A los muertos sublimes de la Brigada Internacional, que firma José Ponce Bernal.

En el artículo que hoy reproducimos expresó su defensa de la buena literatura, recriminando los efectos que provocaban en la sociedad ciertos autores que lanzaban sus obras al mercado y alcanzaban el éxito seduciendo al público de modo que iban "a la conquista de la gloria atropellando las normas del Arte". Lamentaba, en cambio, que los genios de la literatura habían vivido y dejado de existir sin ver el éxito del legado escrito. Desgraciadamente es una práctica habitual de todos los tiempos, también de los actuales. Prolifera la publicación de libros que ni siquiera pasan por un trabajo de edición y nos podemos encontrar, incluso, con faltas de ortografía y de concordancia, por citar las más elementales exigencias que debe tener una publicación. En la prensa (escrita y digital) casi ha desaparecido lo que los periodistas que hemos trabajado en periódicos conocemos como “el cierre”, es decir, el repaso final antes de ir a rotativa. Una pena. O, más bien, un espanto.

Es sorprendente la rapidez con que, en nuestros tiempos, consiguen popularizar sus firmas escritores que no llevan más que dislates al mercado literario. Antaño, artistas de positivo mérito hubieron de padecer el dolor del silencio durante su carrera y aún de por vida; murieron pobres e ignorados y hubo de transcurrir bastante tiempo para que su genio obtuviese el reconocimiento de las gentes.

Ogaño, aparecen a diario firmas desconocidas, autores nuevos que enseguida se imponen, captándose rápidamente envidiable notoriedad, y como consecuencia, una situación económica desahogada. ¡Díganlo sino los C…, los R…, los P…!, que con las notas agudas del libertinaje en los asuntos, se lanzaron a la conquista de la gloria atropellando las normas del ¡Arte!

Para ascender hoy con rapidez es preciso hacer obra erótica; es necesario escribir para la médula sin preocuparse del alma. Y sobre todo, no someterse a la rutina que crearon la “corrección” y la “regularidad”, pues los verdaderos temperamentos artísticos deben huir de las reglas y preocupaciones anacrónicas para consumirse por entero en el fuego sagrado de la originalidad.

Hay que caminar a ras del suelo viviendo la vida de “cocottes” histéricas y de prostitutas callejeras; de hampones y de burgueses imbéciles y pervertidos. Vivir ese mundo cenagoso y trasladarlo a la novela no sin acentuar sus lacras. ¡Así se triunfa pronto!

El novelista que se escape verticalmente como un ave que abre sus alas y se remonta en el azul; que tome sus personajes de una realidad menos horrible, y sin fantásticas transfiguraciones, los haga actuar en armonía con sus caracteres; que llegue a escenas de máxima emoción; no por la perversidad artificiosa, sino por el choque natural de temperamentos contrapuestos; que sortee con elegancia o afronte con discreción situaciones escabrosas; que escriba analizando, limpiando, fijando el esplendor del idioma; que destierre las voces extranjeras… Ese novelista se debatirá durante años en la tristeza de la indiferencia, porque la hidra de cien cabezas, la pléyade de Zollos y Aretinos, tardará en dejarse convencer por sus procedimientos de buena ley, subyugada por el resplandor de los ídolos de purpurina…

No echen estos últimos en olvido que si han realizado el ansiado escalamiento, la gloria por tal guisa lograda siempre es efímera; representa la moda de un momento, el fulgor de una estrella errante o, cuando más, el de un bólido…

Por nuestra parte afirmamos que no nos cautivan los fáciles triunfos conseguidos mediante adulteraciones y a costa de la inocencia de las almas.

Un par de novelas tenemos nosotros escritas, de ambiente social y humano que no lanzamos al mercado porque nos parecen “muy malas”, pero que son bastante mejores que todo esos engendros literarios que han procurado dinero y “gloria” a escribidores y noveleros audaces, sin pudor y sin conciencia.

BLANQUI-AZUL

Diario de Huelva, 24-09-1930

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último