Ponce desea a los maestros opositores onubenses el éxito que anhelan y la suerte que merecen

Crónicas de otra Huelva

No deben desanimarse los destinados a fracasar porque los mejores triunfos suelen tejerlos los más amargos fracasos y el alma debe probar las sabrosas incidencias de la lucha, que son las que, con su sal, aderezan la victoria

Imnagen de archivo de unas oposiciones a maestro. / Álex Cámara
José Ponce Bernal / Felicidad Mendoza

20 de enero 2025 - 05:00

Esperanza

Perseguir sueños, alcanzar metas…

Al igual que le inquietaba la infancia y en qué condiciones tenían que vivir los niños, a José Ponce Bernal le impacientaba el futuro de los jóvenes. Feliz se mostró el 25 de abril de 1929 en este artículo que hoy presentamos sobre los maestros opositores. Describió que las calles de Huelva estaban remozadas por una ola de juventud porque los futuros maestros habían ido hasta la capital para formar parte de las pruebas que les iban a servir para labrar su futuro y confiar en que el peso de sus incertidumbres pudiera abrirse a la esperanza. El momento era de tensión y de nervios porque había menos plazas que aspirantes, algo que sigue ocurriendo cada vez que se celebran oposiciones para aspirar a empleo público.

En palabras del periodista, “indefectiblemente la derrota ha de sembrar los desencantos en las ilusiones mozas; ha de flagelar muchas esperanzas nacidas entre las páginas heladas de los libros muertos”. Y es que era posible, claro estaba, que por una de esas paradojas a que fuerza la realidad se premiara el éxito y no se pudiera valorar el esfuerzo. Por ello, dijo a los esperanzados opositores que en estas luchas se juzga una actuación artificialmente provocada y no el proceso de todo un trabajo vivido y realizado, por lo que, “a veces, a la más hermosa flor puede corresponder la mas endeble raíz”. De modo tan poético les animó a no perder la esperanza. En un artículo que ya reprodujimos en las páginas de Huelva Información escribió una frase rotunda que nos ha venido al recuerdo y que viene a colación: “Todo está contenido en el esfuerzo, nada en el éxito. Pero el esfuerzo es triste y doloroso, por glorioso que sea”.

¿Quién no se ha visto en situación parecida ante circunstancias análogas? Lo hemos vivido en nuestras propias carnes o en personas cercanas a nosotros. Conocemos a personas que se encuentran inmersas en el estudio de una oposición o en la elaboración de una tesis doctoral; y sabemos el desaliento y la incertidumbre que la situación provoca. Igual que pensaba nuestro abuelo, creemos firmemente que nunca hay que perder la esperanza, porque el camino que tenemos ante nuestros ojos precisa decisión y arrojo, creer en uno mismo, en sentirse capaz de alcanzar metas, perseguir sueños y hacerlos realidad

Ya van conociendo los aspirantes a ingreso en el Magisterio nacional la puntuación otorgada al trabajo desarrollado por los mismos en dos primeros ejercicios.

Las puntuaciones, como algo milagroso, han brindado a la ciudad perspectivas rebosantes de júbilo. En estos días nuestras calles se sienten remozadas por una ola de juventud. Son los maestros que van a disponerse a tomar parte en el ejercicio de todos los temores y de todas las inquietudes, vienen a elaborar decididamente su porvenir.

No es bastante el peso de todas las incertidumbres para que el corazón de estos jóvenes maestros no pueda abrirse al goce de óptimas esperanzas. Y así, vienen a conquistar, en buena lid, la estela tan soñada en las horas románticas de la Normal…

Estos maestros llegan a la lucha un poco intranquilos, un poco medrosos. Saben que necesitan el eficaz aliado de la suerte, y en la zozobra por lograrla, fundan su mayor inquietud.

Cada uno de estos jóvenes lleva en el alma, sobre el altar de ideales purísimos, la imagen de una Virgen amada. ¡Cuántas veces a solas, en las horas de los recogimientos, habrán impetrado la intervención milagrosa de la Virgen amada cuando se les estremecía de sentimiento el corazón al desgranar los fervores con la música de una plegaria!...

Es menor el número de las plazas a ocupar que el de maestros que a ellas opositan. Indefectiblemente la derrota ha de sembrar los desencantos en las ilusiones mozas; ha de flagelar muchas esperanzas nacidas entre las páginas heladas de los libros muertos.

Diario de Huelva, 25 de abril de 1929.

Estamos seguros –lo afirmamos plenamente- que los jueces del tribunal local quisieran repartir lo menos posible las espinas punzantes y con abundancia plena el laurel. Y es que siempre es más grato al alma piadosa coronar una frente que tener que lacerar un corazón.

Es posible que por una de esas paradojas a que fuerza la realidad se premie el éxito y no se pueda valorar el esfuerzo. También es posible que un momento de ofuscación o nerviosidad incontenida enerva equivocadamente la obra realizada en muchos años.

Deben saber los esperanzados opositores que en estas luchas en que ha de juzgarse una actuación artificialmente provocada y no al proceso de un trabajo vivido, es bien difícil la exacta apreciación de valores, puesto que, a veces, a la más hermosa flor puede corresponder la más endeble raíz.

No deben, pues, desanimarse los destinados a fracasar en esta ocasión. Deben pensar serenamente que los mejores triunfos suelen tejerlos los más amargos fracasos. Deben dejar que el alma pruebe las sabrosas incidencias de la lucha, que, al fin, son las que con su sal, aderezan la victoria.

De todos modos deseamos para estos maestros onubenses el éxito que anhelan y la suerte que merecen. Y que los padres ancianos que quedaron ansiosos en el hogar, y la novia amada que espera inquieta los laureles para convertirlos en azahares nupciales, reciban buenas noticias del ausente que, pensando en ellos y en la escuela soñada, se vino a Huelva a elaborar decididamente su porvenir…

Ponce Bernal

Diario de Huelva, 25 de abril de 1929

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