Ponce sostiene en este tributo a Joaquín Costa lo preciso de “beber en las puras aguas de su ideal reconstructivo”
Crónicas de otra Huelva
El periodista onubense rinde un homenaje “férvido y sincero” al pensador de “mentalidad gigante” que contribuyó a sacar a España del “estúpido sopor” en que estaba sumida
La propina, “complemento gracioso” que motiva polémicas y deseos de suprimirla en todos los tiempos
![Joaquín Costa.](https://static.grupojoly.com/clip/87ddbfba-ac8b-492f-903c-2579964a8ac4_source-aspect-ratio_1600w_0.jpg)
La Introducción
ESCUELA Y DESPENSA
La educación, el principal problema de España
La sensibilidad hacia el arte y la cultura de Ponce Bernal quedó patente en muchos de sus artículos, así como en acciones concretas, como este tributo a Joaquín Costa y los que ya hemos reproducido en este espacio, el homenaje a Benavente y la adhesión a campañas como la promovida por Luis Araquistáin a favor del pedagogo Luis Bello. Estos gestos le sirvieron de excusa para exaltar la importancia de la educación. Llegó a decir literalmente que era el principal problema de España, afirmación que procede del corazón mismo de la Generación del 14.
Dedicó estas líneas, como homenaje “férvido y sincero” a Joaquín Costa en el aniversario de su muerte. Político, jurista, historiador y economista, fue el máximo exponente de Regeneracionismo en España. Nació el 14 de septiembre de 1946 en Monzón y falleció el 8 de febrero de 1911 en Graus, ambas de la provincia de Huesca, de modo que este sábado pasado se cumplieron 114 años de su fallecimiento.
Blanqui-Azul lo define como la “antorcha que iluminó las postrimerías del siglo XIX y a cuyos reflejos e inspiraciones –expresaba- camina el XX”. Exalta su mentalidad gigante, con atisbos geniales de precursor, voz potente, autor de discursos apocalípticos, políticas hidráulicas, hombre regenerador y constructor…, maestro, en definitiva. Y deseó que el tiempo no borrase su ideario, más al contrario, era preciso que cada día se bebiera más en “las puras aguas de su ideal constructivo”.
Se declaró, pues, seguidor y admirador sin reservas del gran escritor que contribuyó, según este fiel lector de su obra, “a que España se salvase del anatema universal a que por una serie de errores parecía hacerse acreedora nuestra patria”.
Como arguye Manuel López Forjas en su estudio sobre la obra intelectual y la acción política de Joaquín Costa, su vida estuvo “condicionada por la pobreza y la segregación social que sufría el campesinado español durante el siglo XIX”. Las reflexiones sobre la educación, la política, la cuestión social, la historia universal y la historia de España, las identidades regionales y el debate sobre el rol social de la mujer, así como su crítica al colonialismo español, “muestran el sentido humanista y cosmopolita de su pensamiento filosófico”. Costa creía, como tantos otros de su generación, que el principal problema de España era la educación. Su lema favorito era “Escuela y Despensa”, es decir, una buena educación y una buena alimentación son la clave para un futuro mejor.
Costa. Acaba de cumplirse el aniversario de la muerte del gran aragonés –antorcha que iluminó las postrimerías del siglo XIX y a cuyos reflejos e inspiraciones camina el XX- y no puede faltar nuestro recuerdo a su memoria, como homenaje férvido y sincero.
Hombre fue Costa que por su mentalidad gigante y por sus atisbos geniales de precursor, contribuyó y contribuye a que España se salvase del anatema universal a que por una serie de errores parecía hacerse acreedora nuestra patria.
La voz potente del llamado León de Graus, sus famosos rugidos, hicieron salir del estúpido sopor en que España estaba sumida.
Incorporose el pueblo, y, como galvanizado, caminó en pos del redentor. En sus discursos apocalípticos halló la medida del abismo a que estábamos abocados. En sus libros, las fórmulas gubernamentales, regeneradoras y constructoras. En sus actos y en su vida, modelos de austeridad y entereza.
Su política hidráulica va imponiéndose de tal forma que hoy no se acomete empresa que no vaya precedida de una invocación al costismo.
Dejemos orillados otros aspectos doctrinales del maestro. Dejemos incluso que se falseen aplicándolos fuera de lugar, a todas luces… las reservas mentales que se imponen, algún día brillarán potentes, y la figura y obra toda de Joaquín Costa surgirá avasalladora e incapaz de equívocos.
Limitémonos por hoy a rendir un tributo a la memoria del insigne notario de Graus, y a hacer resaltar que el tiempo no borre su ideario, sino que cada día que transcurre, más y más se precisa beber en las puras aguas de su ideal reconstructivo.
BLANQUI-AZUL
Diario de Huelva, 10 de febrero de 1931
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