Un pregón de Sueños toreros

colombinas 2018 | preludio de la feria

La palabra de Espartaco sirve como presentación del abono taurino. Una historia personal y torera que enlaza con aquellas tardes de triunfo en La Merced

El diestro en un momento de su intervención, ayer en la Escuela de Arte. / Canterla
P. Guerrero

28 de julio 2018 - 07:58

El Cabezo se apostaba repleto, el albero peinado con mimo y el paseíllo apretaba los pulsos en tarde de expectación. De llenazo absoluto al reclamo de un torero en el cartel y un compromiso fuerte en chiqueros. Bien pudiera ser este el comienzo de una tarde de aquellas en las que Espartaco provocaba la llamada de la afición de esta tierra.

La llamada de una tarde de toros, sólo que ayer no había dos toros negros en un chiquero, ni chispeaba el brillo de ese hilo de oro sobre la seda. Ni el albero era albero, sino piedra curtida de la historia de un antiguo matadero cubierto de la pátina que le ponen cada día las gentes de arte; repleto de esa historia choquera.

El sitio al que una vez al año se asoman las gentes de Huelva a escuchar a hablar de toros. Sólo que ayer el que hablaba de toros era un torero. Un torero cabal que había enamorado cada año con su torería y valor a esta afición por Colombinas y anoche volvió a enamorarla pero esta vez desde la palabra, la sinceridad, el cariño y la verdad. Desde la fuerza que le otorga esta ciudad a un pregonero para hablar de toros, de toreo, pero sobre todo de los sueños que caben en el esportón de toda una vida llegando a esta ciudad por agosto para cumplir el afán de un chiquillo que miraba a Huelva viendo pasar a los toreros.Ese fue el Espartaco pregonero que anoche se subió a la tarima desde la que contar una vida de relación con el toreo, con las tardes de Colombinas. A fe que lo hizo frente a un patio repleto de muchísimos amigos de profesión, de su familia y especialmente de una afición que rememoró en cada lance de palabras, imágenes de otras tardes en la plaza.Un torero en tierra de toreros aceptando el reto de que el miedo a lo desconocido no fuera a eximirle de ser el pregonero de esta feria en la noche mágica que Huelva escoge como el preludio de sus tardes de toros. A Espartaco le precedió en su palabra la presentación que en acertada exposición dejó sobre la figura del pregonero el periodista onubense Manuel Jesús Montes, quien dijo que la de anoche “era la historia de un folio cuadriculado amarillo. De esos primeros contactos con el pregonero cuando aún le asaltaban las dudas y ese peso mayúsculo en la decisión de tirar para adelante con una feria que le ilusionaba. Juan sacó un folio de su bolsillo con una idea plasmada para una noche que evidentemente le apretaba en el ánimo. Un pregón escrito en su cabeza pero también escrito en su corazón, con los ojos encendidos de entusiasmo. Estaba aceptado el envite. Juan Antonio le había dicho sí a Espartaco.

Ya les digo que no ha habido en la historia de este pregón uno más sentido hacia Huelva que el que este año dejará Espartaco”, dijo el presentador.Poco antes, Sebastián Castilla había dado la bienvenida al barrio como anfitrión que debe ser en esa figura de presidente de la Tertulia Litri.No sé las dudas que le asaltaban en esos momentos, en los que de pie Espartaco, liado en el capote de paseo antes de que su pie echara a andar sobre el imaginario albero de un patio cargado de historia, escuchaba las notas de su pasodoble mientras se tocaba en ese cabello en plata que la vida le ha ido dejando acompañado de la enorme sonrisa de un caballero de la vida y el toreo. Si había alguna duda, esta había desaparecido cuando comenzó el saludo a todos los presentes.

Habló de la feria: “Carteles más grandes no hay porque están todos los nuestros compitiendo con los mejores y espero que como nosotros veníamos a Huelva, vengan felices”. Entre todo el mensaje de torero a torero que supone Miranda. “Que no se apure mas allá de pensar que su triunfo es estar aquí. Después que Dios le ayude porque lo otro ya lo tiene. Vengo sin faena pensada. Es demasiado hermoso estar esta noche ante ustedes. Voy a contar por primera vez todo lo que significa esta noche para mí. Hoy es el momento de contarlo, porque se cumplen cuarenta años de mi vida torera. No quiero que hoy veáis a un personaje. Tampoco a Espartaco. Quiero que veáis a Juan Antonio Ruiz”, prosiguió el pregonero.

Después las historias de aquel chiquillo que contaba a sus amigos cuando veían pasar aquellos coches grandes que “su padre era un gran torero que un día había pasado en un gran coche camino de Huelva para tomar la alternativa. Huelva siempre me ha perseguido. Hasta en mi alternativa. Hasta en esas cosas que el destino tuerce para que yo me termine haciendo matador de toros en Huelva. Después todo terminó llegando. También la alegría de pasar por mi pueblo en un coche como en el que pasaban los toreros ante mí. Todos esos días que yo pasaba por Espartinas, tocaba la bocina de mi coche para que mis amigos supieran que yo iba también camino de aquella plaza de mis sueños”.Después, casi al volapié, la confesión íntima y personal. “Cuando paso por delante de la Maestranza me santiguo. Cuando paso por la Merced me inclino, porque esa es mi reina. La reina que hizo rey a mi padre, la que hizo príncipe a mi hermano y a mí me hizo lo más grande que me podía hacer, porque me convirtió en uno de vosotros”.

Tercio final para Gabriel Cruz como alcalde en el protocolo de este acto. “Cuesta intervenir después de Espartaco, sobre todo tras un pregón con tanta sinceridad y cariño como el que ha demostrado quien es sevillano pero también onubense. No se entienden las Colombinas sin toros ni los toros sin Colombinas. La fiesta del toro es esa carretera, los niños y los sueños. No se puede decir nada más bonito eso de que un torero cuando pasa por la Merced, se incline ante ella. Llevo disfrutando de muchos pregones, pero este ha tenido verdad y sentimientos a pecho descubierto. Un pregón con alma”, finalizó el regidor onubense.

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