Roberto Scholtes
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Las amistades suelen ser un pilar fundamental en nuestra vida, brindándonos salud emocional y bienestar. Sin embargo, a veces existen algunas amistades que no cumplen esta función saludable. Diversos estudios han demostrado que el 83 % de las personas encuestadas han sufrido o experimentado, al menos una vez en la vida, una amistad tóxica o agobiante. Al igual que existen parejas tóxicas, también hay amistades tóxicas. Cuando hay relaciones conflictivas en las amistades, estas pueden afectar la salud mental, ya que generan estrés, ansiedad y síntomas depresivos, entre otros problemas.
Una amistad tóxica generalmente está conformada por amigos que no han evolucionado emocionalmente. Estas personas suelen sentirse inseguras, egoístas y dependientes. Como resultado, tienden a relacionarse de manera absorbente, agobiando a los demás, lo que provoca estrés y depresión en quienes los rodean. Por esta razón, las amistades también tienen la capacidad de generar graves consecuencias a nivel psicológico.
Identificar una amistad tóxica es más difícil que reconocer una pareja tóxica, ya que solemos normalizarla, aceptarla y justificarla, argumentando que "es así, pero lo quiero porque es mi amigo o amiga". Esto sucede, entre otras razones, porque una amistad no afecta de manera directa las decisiones importantes que tomamos, a diferencia de lo que ocurre en una relación de pareja.
El psicólogo Héctor Lazo sugiere que existen señales características a las que podemos prestar atención para identificar una amistad tóxica:
En cuanto a la diferencia entre amistades tóxicas de mujeres y hombres, generalmente, las mujeres tóxicas tienden a acaparar la atención, ser absorbentes y tratar mal a sus amigas, utilizándolas para desahogar sus problemas. En cambio, las amistades tóxicas entre hombres suelen ser más agresivas, críticas, egocéntricas y narcisistas.
Como hemos mencionado, las relaciones tóxicas en las amistades generan un impacto significativo en la salud mental de las personas, ya que estas relaciones suelen tener dinámicas muy negativas que afectan nuestro día a día. Algunos ejemplos de cómo nos afectan son:
Tendemos a justificar el comportamiento de estas personas, lo que dificulta poner fin a la relación, ya que minimizamos el daño que nos hacen. Las amistades tóxicas buscan controlar todo a su alrededor, invadiendo los espacios y la privacidad de los demás, y utilizan palabras hirientes para dañar la autoestima. Esto genera una sensación constante de vulnerabilidad que el amigo tóxico aprovecha para manipular y generar miedo, mostrándose enojado sin motivo aparente.
Además, carecen de empatía y no comprenden las emociones o sentimientos de los demás, adoptando el papel de víctima para no asumir ninguna responsabilidad.
Si te identificas con alguna amistad de este tipo, es importante que sepas que estas personas no cambian. Te recomiendo que tomes distancia, porque “todo lo que no suma, resta”.
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