Psicología y Salud: Estrategias de afrontamiento eficaces y dañinas
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El objetivo de las estrategias de afrontamiento es protegernos del dolor y encontrar una vía rápida para resolver los problemas sin que nuestra persona salga herida
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Huelva/Las estrategias de afrontamiento son comportamientos y formas de reaccionar que desarrollamos a lo largo de nuestra vida para enfrentarnos a situaciones dolorosas, estresantes o difíciles.
El aprendizaje de dichas estrategias comienza, por lo general, durante la infancia, ya que en los primeros años de vida se forma nuestra visión sobre las personas y el mundo. Según cómo percibamos esta realidad, adoptaremos una perspectiva u otra. Por ejemplo, si crecimos en un entorno infantil donde predominaba la agresividad, es probable que percibamos el mundo como un lugar hostil, creyendo que las personas son violentas. En cambio, si el ambiente de nuestro hogar fue de amor y cariño, tendremos una visión completamente distinta, más positiva y agradable sobre las personas.
Con esto no quiero decir que la idea que tengamos del mundo desde nuestra infancia sea inmutable. Todo lo contrario, a través de nuestras experiencias futuras podemos modificar y enriquecer esas creencias, o, por el contrario, reafirmarlas. Sin embargo, es cierto que las estrategias de afrontamiento aprendidas durante la infancia suelen ser difíciles de cambiar, ya que se construyeron como mecanismos para protegernos del dolor. Estas estrategias, aunque en su momento nos ayudaron, pueden convertirse con el tiempo en obstáculos que nos impiden avanzar y nos generan una carga emocional.
El objetivo de las estrategias de afrontamiento es protegernos del dolor y encontrar una vía rápida para resolver los problemas sin que nuestra persona salga herida.
Un ejemplo claro sería el de un niño que vivió violencia física en su hogar. Este niño podría desarrollar como estrategia de afrontamiento una distancia emocional con los demás, creyendo que así se protege. Esta distancia emocional, a lo largo del tiempo, se integrará en su personalidad, haciendo que reaccione de forma fría y distante en sus relaciones interpersonales, incluso alejándose de los demás.
Lo que inicialmente fue un mecanismo para protegernos de una situación dolorosa en la infancia puede transformarse en un rasgo estable de nuestra personalidad, generando con el tiempo más dolor que beneficio.
Estrategias de afrontamiento que nos perjudican:
Algunas estrategias, aunque en su momento cumplieron una función protectora, con el tiempo pueden volverse nocivas. Por ejemplo, recurrir al alcohol para lidiar con el estrés es una conducta de afrontamiento negativa. De igual forma, algunas estrategias que antes eran útiles pueden convertirse en fuentes de malestar, como la "coraza" emocional que evita el sufrimiento, pero también nos impide amar y ser amados.
Entre las estrategias de afrontamiento dañinas, destacan:
- Evitación: Consiste en huir de las situaciones que nos generan malestar. Por ejemplo, si tenemos miedo a relacionarnos con los demás, evitamos hacerlo. Sin embargo, esta evitación solo incrementa el miedo y la soledad.
- Rumiación: Implica pensar de forma constante y negativa sobre un problema. Aunque al principio reflexionar puede ser útil, quedarse atrapado en este análisis genera estancamiento. La rumiación busca evitar equivocaciones, pero nos impide avanzar.
- Supresión: Se refiere a reprimir aquello que nos gusta por miedo al fracaso. Por ejemplo, evitar practicar un hobby porque creemos que no lo haremos bien. Esto nos priva de disfrutar y nos genera más malestar.
En resumen, las estrategias de afrontamiento dañinas prolongan y empeoran las emociones negativas.
Estrategias de afrontamiento eficaces:
Entre las estrategias que realmente nos ayudan, encontramos:
- Reevaluación: Consiste en cambiar la forma en que evaluamos una situación. Si inicialmente la percibimos como negativa, con una sensación de incapacidad, la reevaluación nos permite enfocarnos en nuestras fortalezas y potenciales para afrontar el desafío.
- Aceptación: Cuando enfrentamos una situación que no podemos modificar ni controlar, aceptar esa realidad es la mejor estrategia. La aceptación nos permite dejar de sufrir y no luchar contra lo que escapa de nuestro control.
- Resolución de problemas: Una vez que hemos reevaluado la situación y analizado los pros y contras, debemos plantear soluciones concretas y llevarlas a cabo. Si las soluciones no funcionan, ajustaremos nuestras decisiones hasta encontrar las más adecuadas.
En definitiva, las estrategias de afrontamiento eficaces nos permiten gestionar las situaciones de manera más saludable, mientras que las estrategias dañinas tienden a amplificar el sufrimiento.
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