La regulación emocional es la clave del liderazgo más efectivo
Gente Inteligente y comunicación
Aprender a gestionar tus emociones es crucial si quieres liderar con efectividad y mejorar el ambiente que te rodea, ya sea en casa o en el trabajo
Prácticas cotidianas para cultivar la necesaria resiliencia emocional
Huelva/Adoptar un enfoque práctico para la regulación emocional puede transformar la dinámica de tu equipo, o de tu casa, que no sé yo dónde es más necesario liderar bien... Si tienes en cuenta que liderar no es sólo cosa de quienes mandan, sino que cualquier miembro del equipo -o de tu familia- puede influir en el clima a través de su liderazgo, aún más razones para seguir leyendo las recomendaciones prácticas que te traigo para desarrollar tu capacidad de autorregulación.
La regulación emocional es una clave indispensable de la inteligencia emocional, es donde de verdad demostramos que la tenemos, porque implica acción. Y ya sabes que no hay inteligencia emocional sin acción. Así, la autorregulación involucra hacer algo para gestionar y responder a tus emociones de manera efectiva. Esto, para quien quiere liderar, significa mucho más que controlar los momentos de ira o frustración; se trata de cultivar un ambiente emocional positivo que promueva la productividad y el bienestar colectivo.
Todo esto, te lo habrás encontrado muchas veces escrito como la forma de convertirte en un o una líder que inspira y transforma para bien. Y está bien dicho. Pero no deja de ser algo muy básico: tu capacidad para regular tus propias emociones y responder adecuadamente a las emociones de las demás personas. Rápido y fácil de decir, ¿a que sí?
Tres pasos indispensables
El primero, inevitable, es la autoobservación. Sin autoconocimiento, o dicho de otra forma, sin identificar las reacciones o conductas que te traicionan, no será posible cambiar lo que no te viene bien. Así que, dedica algún tiempo a reflexionar sobre tus respuestas emocionales: ¿cuáles no te gustan? Porque si durante una crisis de proyecto, en lugar de convocar una reunión para explorar soluciones te dedicas a expresar tu frustración, no vas a reducir la tensión, ni vas a conseguir la cooperación o el respeto mutuo. Tú decides.
El segundo paso es ser capaz de hacer pausas bajo presión. Si te conoces, y te has observado, sabes identificar cuándo vas a empezar a reaccionar de forma inadecuada bajo presión. Ahí es cuando decides tomarte un momento para parar y, por ejemplo, respirar profunda y lentamente unos segundos. El cuerpo es muy sabio y va a bajar toda la reacción fisiológica que te estaba embargando tu conducta, porque respirar lento y profundo es lo que haces cuando estás tranquilo o tranquila. De esa forma, la pausa te dará espacio para una respuesta más calmada y controlada, tal y como si ajustaras tu termostato para mantener el ambiente laboral en su punto óptimo.
Y el tercer paso, posible sólo si has recorrido los dos primeros, es dar feedback o retroalimentación constructiva. Esto también es más fácil de decir o escribir que de hacer, porque requiere mucha atención y práctica. Una estrategia bastante útil para abordar conversaciones incómodas en las que has de apercibir a alguien, como es comunicar problemas de rendimiento, es enfocarse sólo en el comportamiento y no en la persona. Por ejemplo: ‘has llegado tarde’, y no es que ‘eres un impuntual’; o ‘has entregado el informe con errores’, y no es que ‘pasas de cuidar los detalles y lo que quieres es dejarme mal’; y mejor ‘no me has avisado’, que ‘pasas de mí’. Este enfoque evita que quien recibe el feedback se ponga a la defensiva, y fomenta una mejora genuina en la relación.
Son sólo los tres primeros pasos, pero muy importantes, en el complejo y fructífero liderazgo emocional que trasciende, con mucho, las habilidades técnicas de quien manda. Quédate con esta frase: mejorando tu capacidad de regulación emocional, elevarás tu liderazgo a niveles de excelencia y motivarás a tu equipo, sea laboral o personal, a alcanzar sus mayores logros. Merece la pena, porque ni te imaginas lo que influye además en tu propio bienestar.
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