Los rehiletes llenan de fuego las noches serranas

La tradición, muy arraigada en Aracena, consiste en la quema de hojas de castaño en torno a una candelal matiz religioso Desde hace años la tradición de los rehiletes se interpreta como una purificación.

Niños, jóvenes y mayores participan en esta tradición durante la noche del 7 de diciembre.
Javier Moya Rufino/ Aracena

06 de diciembre 2009 - 01:00

La Sierra se inunda durante el mayor puente festivo del año de muchas actividades y tradiciones ancestrales. Una de ellas es la quema de los rehiletes, que se celebrará mañana por la noche en Aracena.

Una de las más populares en el municipio serrano es la que tiene lugar en la Plaza Alta, entre la parroquia y el Cabildo Viejo. También en el barrio de Santo Domingo arde una de las candelas más grandes junto a la fachada de la ermita. Otro lugares en los que tiene lugar también esta tradición es en la calle Alegre, al lado de la Plaza de Toros, en el recinto ferial y en la calle Cantarrana, dentro del barrio de San Roque.

Tal y como marca esta popular tradición, los vecinos se sientan en torno al calor de las candelas, donde asan los productos típicos de la Sierra onubense, a los que acompañan con un buen vino. Los rehiletes están formados con numerosas hojas de castañas prensadas sobre una vara de olivo y sujetadas en la punta por una castaña para que no se salgan. Una vez prendidos, se les da vueltas constantemente en círculo con el brazo extendido para que nunca pueda rozar el cuerpo de quien lo sostiene.

Los niños suelen visitar los castañares de la zona las semanas previa a esta tradición con el fin de hacer sus rehiletes con las hojas caídas del suelo.

La fiesta de los rehiletes tomó un matiz religioso hace muchos años y las candelas sirven como purificación.

La rehiletes reciben denominaciones diferentes en otros pueblos de la Sierra de Huelva donde también se celebra esta tradición como avalorios o ciriales. Es el caso de La Umbría, Higuera de la Sierra, Los Marines, Corteconcepción y Zufre. En estos municipios, los niños también hacen girar sus ciriales, formando auténticos arcos de fuego llenos de magia y simbolismo cristiano.

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