Resiliencia en primera persona: estrategias que funcionan para aceptar cambios inesperados y no deseados

Gente Inteligente

Un peroné roto está sirviéndome para entrenar y confirmar la eficacia de las claves más importantes de la necesaria capacidad de adaptación a las muchas sorpresas de la vida

Siete razones por las que las personas con inteligencia emocional son excelentes negociadoras

Una bombilla parte un cartel con una señal de prohibido.
Una bombilla parte un cartel con una señal de prohibido. / M. G.
Lola Pelayo

07 de julio 2024 - 07:00

Huelva/Así, en dos segundos, te caes, te rompes un hueso, y de pronto tu vida da un vuelco absoluto. Eso me ha pasado a mí estrenando el mes de julio. Una caída tonta resultó en fractura de peroné, cirugía y silla de ruedas durante un mes. El dolor físico ha sido solo el comienzo de una serie de desafíos emocionales y prácticos que estoy enfrentando bien provista de mi valiosísima inteligencia emocional. Aquí te lo cuento por si te sirve. Y vaya por delante de todo una cosa: toma mi admiración a las personas que viven con estas limitaciones pero no limitadas.

De hecho, no hace falta acabar en una silla de ruedas para necesitar poner en práctica la capacidad de adaptación que nos hace seres resilientes capaces de aprender de todo, incluso de lo malo. Mejor dicho: sobre todo de lo malo.

En mi particular proceso, he constatado en primera persona de nuevo lo eficaces que resultan estas estrategias que te traigo para aceptar limitaciones, mantener el equilibrio emocional y salir fortalecida de una situación adversa que viene como un cambio inesperado y no deseado. En mi caso ha sido, esta vez, un hueso roto. ¿Cuál es el tuyo?

Hablar claro y sin rodeos

Nada de minimizar la situación para no preocupar a la gente. Pide ayuda en lo que no puedes hacer. Pero tampoco dejes que te secuestren lo que sí puedes hacer. Identificar y comunicar tus limitaciones con claridad te ayudará a establecer expectativas realistas especialmente en tu entorno cercano que, en su afán por ayudarte, puede pasarse de frenada. Y quizás al principio algunas personas se muestren sorprendidas o incluso molestas, ahí es donde tu honestidad y tu asertividad te permitirá crear un ambiente de apoyo genuino.

Adaptar el entorno físico

En mi caso, ha sido para paliar la movilidad reducida que me provoca mi lesión. Y es de las cosas que mejor y más rápido me han ayudado a recuperar mi autonomía y mi autoestima. Me movido muebles, adaptado espacios, invertido en gadgets… Todo para facilitar al máximo mis rutinas básicas, esas en las que apoyamos nuestra seguridad y, por tanto, nuestra confianza.

Y que sepas que no hace falta tener la movilidad reducida para que sientas que el espacio físico te ahoga. Si es tu caso, piensa qué pequeños o grandes cambios, en casa o en el trabajo, puedes hacer para sentirte mejor. Échale creatividad, que a veces con mover muebles…

Compartir los sentimientos

Yo no me he callado. Y mira que a mi madre le cuesta dejarme llorar. Es una estrategia clave: compartir tus sentimientos con las personas cercanas. Hablar sobre mis frustraciones, miedos y progresos me está ayudando liberar el estrés y a gestionar los momentos de enfado y tristeza, sobre todo, que me vienen a ratos.

Adaptar las expectativas y reprogramar los planes

Aceptar que mi vida había cambiado temporalmente y ajustar mis expectativas ha sido un paso crucial en mi proceso de adaptación que, afortunadamente, he hecho muy rápido. Y claro que hay detalles que cabrean, como tener que posponer un viaje muy esperado en el que estaría precisamente ahora que se publica este artículo. Pero decidí enfocarme en usar el tiempo para las actividades que sí puedo hacer con el peroné roto y en casa. Esta reprogramación de planes, en vez de la queja, me ayuda a mantener una actitud positiva y productiva.

Y a ratos es complicado, claro, pero está resultando muchísimo más fácil de lo que me esperaba. Esta fractura de peroné me está enseñando lo valioso que es tener la inteligencia emocional bien afilada y a punto para cuando ocurren estas sorpresas de la vida. Sólo así se puede alcanzar el verdadero sentido de la resiliencia, que no es resistir. La resiliencia es la capacidad de adaptarse y encontrar nuevas formas de crecer en mitad de una adversidad que ha venido a poner a prueba tu inteligencia emocional. Por eso siempre merece la pena cuidarse. Y mirar dónde pisamos, claro, eso también.

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