"Nos retroalimenta la gratitud de los pacientes, sus familias y la sociedad"
xxvIi certamen onubenses del año juan bayo. categoría de solidaridad y valores humanos
Un total de 58.799 votos respaldan la labor vocacional del director de la unidad de Oncología del complejo hospitalario El especialista quiere que el premio visibilice las carencias de los enfermos
"Esto de diferir la entrega del premio está muy bien. Lo estoy disfrutando, y mi familia también, dos veces. Cuando me lo comunicaron y ahora que voy a recogerlo. Está muy bien pensado", bromea Juan Bayo. Pero no se engañen, a pesar de lo distendido del tono, cuando el director de la Unidad de Gestión de Pacientes Oncológicos del Complejo Hospitalario de Huelva recoja el lunes el Premio Onubense del Año en la categoría de Solidaridad y Valores Humanos no sólo agradecerá ese reconocimiento que hará extensivo a su equipo y se dejará querer. El especialista aprovechará la ocasión para abordar las carencias de los pacientes oncológicos y sus familias, y hablará también de la necesidad de mejorar la oncología en Huelva. Poner ese granito de arena es su responsabilidad, comenta. Él tiene claro que todo premio "debe tener utilidad más allá de la publicitaria".
-¿Por qué estudió Medicina?
-Porque tenía vocación desde pequeño, quería ser médico para aportar mi inteligencia y mis conocimientos, siempre con el afán de ayudar a los demás. Se trata de algo vocacional, de lo que es puramente la medicina en esencia y que ya se está perdiendo, como es el servicio a los demás.
-¿En su familia había médicos?
-No, yo he sido el primero. Mi familia es de clase media, no una familia en la que haya habido esa tradición ni mucho menos.
-¿Cuando tuvo claro que se especialidad era oncología?
-Durante la carrera. En cuarto hice prácticas en oncología del Virgen del Rocío y me gustó mucho la especialidad porque veía que tenía investigación y, a la vez, la veía muy complicada pero interesante porque en ella el médico tiene que tomar decisiones importantes. Y me gustó, saqué un buen número en el MIR el año que me presenté y la pude elegir a conciencia sin ningún problema.
-¿Cómo fue el primer contacto con los pacientes y la profesión?
-Fortísimo. Yo era un estudiante que había estado en quirófano, en otras consultas, pero en los primeros días en la consulta y en la planta de oncología me llamó la atención la fuerza emocional que tenía ese tipo de consultas: los pacientes, la angustia, la alegría... No eran consultas al uso o aburridas, sino de una intensidad emocional que a mi me llamó mucho la atención. El paciente se ponía en manos del médico y la información era vital y seria. El médico tenía un papel psicológico importante. No eran consultas habituales de trauma o medicina interna, más rutinarias, sino que tenían mucha más intensidad emocional, aparte del tema científico.
-¿Cómo se prepara mentalmente para afrontar su trabajo?
-Nuestro trabajo es muy difícil, la gente no se puede hacer una idea. Cada cuatro minutos tenemos que decidir si se le puede poner un tratamiento a un paciente y si ese tratamiento es el correcto porque, si nos equivocamos, se puede morir. También decidimos si no le ponemos tratamiento y lo tenemos que mandar a una unidad de cuidados paliativos y explicarle que se va a morir y el tiempo de vida que tiene. No es ya el esfuerzo técnico, la parte difícil es enfocar al paciente, entender si requiere más o menos información, si es un paciente que va a asumir luchar hasta el final o si prefiere tirar la toalla, cómo dar la información poco a poco para que no se deprima, cómo animarlo. Son cosas difíciles y las aprendemos día a día. Lo hacemos aprendiendo, sufriendo mucho y con mucho esfuerzo.
-¿Cómo es el aprendizaje diario?
-Ten en cuenta que nuestros pacientes tienen un problema enorme encima y si se marchan peor que vinieron les generamos un problema nuevo. Hay que intentar ayudarles en ese aspecto y esa ayuda es muy difícil. Yo aprendo todos los días, nosotros nos reunimos y contamos la experiencia de cada uno. Es verdad que no tenemos un servicio de psicooncología específico en el hospital, que es un servicio que se dedica no solo a los pacientes y familiares que lo necesitan, sino también a los profesionales. Eso sería una gran ayuda para las enfermeras de la planta, por ejemplo. Gracias a Dios hay asociaciones que, aunque sean particulares, ofrecen apoyo psicológico y podemos mandar algunas veces a los pacientes y familiares. También hay una psicóloga en el hospital pero está sobresaturada.
-Cuando se le comunicó en julio que los lectores del rotativo le habían distinguido sus primeras palabras fueron para su equipo.
-Por supuesto. No sirve de nada que un médico sea el mejor del mundo y que el paciente salga de la consulta muy bien atendido y con el mejor tratamiento si cuando van a verlo en la consulta de enfermería o si cuando va a recibir el tratamiento de quimioterapia o radioterapia la enfermera no hace una continuidad de ese trabajo, si no le explica la parte de enfermería, si no le da la cordialidad y el apoyo emocional necesario. La motivación y la coordinación del equipo es fundamental. Tenemos la suerte de que desde hace muchos años el personal es gente motivada con la especialidad. Los pacientes dicen que somos gente elegida pero no, es que la gente ha elegido la oncología porque le gusta y se implica. A pesar de las limitaciones, la calidad del servicio se ha mantenido por el esfuerzo de los profesionales. El equipo está motivado y tiene vocación por el enfermo oncológico a todos los niveles y desde el primero al último. Ten en cuenta que estamos muy desmotivados con las circunstancias laborales en el hospital en todos los servicios, en el mío también, porque no se cubren sustituciones, por los recortes de sueldos y las consultas sobresaturadas; todo el mundo está al límite. Pero aún así, al menos en oncología se mantiene la ilusión y las ganas de trabajar lo mejor posible.
-¿Sienten el 'feedback'?
-El enfermo oncológico es súper agradecido. Esa satisfacción, aunque la cosa haya ido mal, de que la familia venga y te de las gracias es lo que nos queda. No tenemos grandes satisfacciones a nivel institucional porque la institución es fría y no valora estas cosas, pero a nivel de paciente sí tenemos un reconocimiento. Y socialmente también, que es lo que nos retroalimenta para seguir luchando.
-¿Cuáles son las carencias de los pacientes y sus familias?
-Muchas. El paciente oncológico es el que tiene más necesidades en medicina y muchas de ellas no están cubiertas. Eso requiere de una implicación social, no basta con que yo se lo diga al director de hospital para que haga lo que pueda. No, eso requiere una implicación social con asociaciones, con políticos... Al final todos hemos tenido un caso de cáncer en casa o el entorno. Como es una enfermedad tan frecuente, hagamos una especie de reunión colectiva de los agentes sociales y sanitarios y vamos a estudiar cómo mejorar las necesidades. Algo hacen las asociaciones, pero aisladas y de forma individual. Pacientes hay muchísimos, tienen muchas necesidades y cualquiera de nosotros podemos ser pacientes el año que viene. Esto en Huelva debe mejorar.
-Sus pacientes destacan su humanidad y total implicación. Teniendo en cuenta que también trabaja en la medicina privada, ¿de dónde saca el tiempo? ¿Es posible desconectar al llegar a casa?
-No es posible. Y no es solo la doble actividad clínica de mañana y tarde, lo que más tiempo me quita es el estudio y la investigación. Cuando te gusta tu trabajo te vuelcas en él, pero a veces es cierto que con riesgo de restarle a la familia tiempo, no te lo voy a negar. Gestiono muy bien el tiempo pero, a pesar de ello, me lío mucho porque tengo muchos proyectos de investigación, ponencias con asociaciones, reuniones y cursos. Estoy en varios grupos cooperativos de prevención, algo que me preocupa mucho porque es la única solución para que dentro de 20 años el problema esté resuelto. Mientras no se haga prevención, yo me jubilaré y esto seguirá igual o peor.
-Ha recibido la friolera de 58.799 votos. ¿Cómo recibe este premio?
-He recibido muchas distinciones científicas o premios de congresos pero esta es la primera que recibo por otra cosa diferente. Por eso me llama la atención. La recibo por otras cualidades que también debe tener un médico y me hace mucha ilusión también porque es una votación popular y yo soy apolítico. Muchos premios los dan los políticos o una comisión, pero esto tiene más representación y solidez. Muchos pacientes me dicen "doctor, yo le voté. Que lo sepa". Es muy bonito que los pacientes y sus familias te reconozcan. Además estoy muy contento por la categoría que es, la de solidaridad, para mi es la más bonita de todas.
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