Risas y nervios en los tradicionales "cacharritos" en el segundo día de Colombinas

LAS COLOMBINAS

La Casa del Terror "sube un nivel" de miedo a partir de medianoche, mientras los clásicos como la noria o los "coches de choque" continúan siendo de los favoritos de "nietos y abuelos"

Se hizo la luz en las Colombinas con la tradicional prueba del alumbrado

Atracciones en las Colombinas, durante la noche del miércoles. / Jesús Fernández

Huelva/El recinto ferial comienza a revivir a partir de las 20:00 de este miércoles, horas en las que aún brilla el intenso sol que caracteriza el final del mes de julio en Huelva. Se escuchan gritos, ruidos de persianas abriéndose y rugidos de algunos de los motores de las atracciones de las Colombinas que cuentan los minutos para volver a ponerse en marcha. Familias al completo y con miembros de todas las edades fijan su mirada en cada uno de los conocidos "cacharritos", que vuelven a ser los mismos de cada año, pero "más accesibles e inclusivos" -según los trabajadores de la feria- en una edición que pretende garantizar el disfrute a todos los públicos. Como una tradición más de tantas se vive en Huelva el pasar por cuantas más atracciones sea posible durante las Fiestas Colombinas, siendo para los padres, madres, abuelos el momento perfecto para ver a los pequeños de la casa volver a disfrutar en familia.

Desde la noria, uno de los indiscutibles clásicos del recinto colombino, aseguran que continúan acogiendo a "los mismos de cada año": familias, amigos y también parejas. "La noria sigue siendo una de las favoritas. No falla. Aquí se sube desde el bebé al abuelo". La gran rueda, de la que cuelgan decenas de cabinas acristaladas, mide 30 metros de alto y permite observar toda la ciudad desde su punto más alto. "Tiene aire acondicionado y puedes poner música en su interior. También hay cabinas especiales para personas con movilidad reducida", cuenta uno de los empleados a Huelva Información.

La noria durante el segundo día de Colombinas. / Jesús Fernández

La Casa del Terror es una de la atracciones elegidas por los que prefieren algo más de adrenalina. Óscar, que ya ultima los preparativos antes del boom de niños y niñas que comienzan a ponerse en la cola, cuenta que "son las mismas familias las que demandan más sustos" a los que allí trabajan. Confiesa que es a cierta hora -a partir de la media noche- cuando le suben "un nivel al miedo". Aunque es una atracción para todos los públicos, pretenden adaptarlo e innovar con cada franja de edad. "Damos un cambio y subimos un poco el tono cuando esto empieza a llenarse de gente de 18 años para arriba. Por el día salimos con más frecuencia al exterior del túnel y somos alguno menos, por la noche nos metemos en torno a cuatro actores y orientamos la atracción más hacia el interior del túnel", cuenta. "Por la noche no nos dejamos ver tanto: esperamos dentro para que no sepan lo que se van a encontrar", afirma con cierto misterio. Los "coches tope" también han subido la música para amenizar los viajes, que suelen durar cinco minutos y que dejan, según algunos de los trabajadores de la atracción, "fotos para el recuerdo de los que allí se montan".

Mientras unos trabajan, otros disfrutan. Es el caso de Rebeca, que carga un carrito con ya algún que otro peluche. Sus tres hijos de edades dispares se cogen de la mano y enumeran atracciones en las que "quieren montarse desde el año pasado". Para el bebé -que no pasa del año y medio- han elegido la atracción Regata, "que tiene para amarrarlo, es segura y divertida". Ahora es el turno de los dos mayores, que prefieren empezar por El Látigo y el Ala Delta. "Eso sí, antes que nada hemos comido unos churros para empezar con fuerza la noche", afirma la madre.

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