Rodrigo Vargas muestra sus obras en la sala en Huelva de la Fundación Caja Rural del Sur
La exposición se podrá visitar hasta el 28 de noviembre
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Los trabajos creativos de Rodrigo Vargas, con la temática Swimming Pripyat, se podrán ver desde este miércoles, día 6 de noviembre, en la sala de exposiciones del Centro Cultural José Luis García Palacios, en Huelva de Fundación Caja Rural del Sur. La muestra estará abierta hasta el 28 de noviembre.
Según ha indicado la fundación en una nota, Rodrigo Vargas nace en Fregenal de la Sierra (Badajoz) en 1976. Artista plástico e investigador, es doctor en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla y graduado en Decoración por la Escuela de Artes Aplicadas de Sevilla. Ha recibido distintos premios y becas a lo largo de su carrera artística.
El proyecto Swimming Pripyat se muestra como una invitación a reflexionar sobre lo sucedido en la ciudad de Pripyat el 26 de abril de 1983. Usando la arquitectura como elemento vehicular, el artista nos propone un viaje en búsqueda de conexiones y similitudes ente lo acaecido allí y lo sucedido en otros lugares y ciudades que, como ella, sufrieron grandes catástrofes que las arrasaron o las hicieron incluso desaparecer.
El creador cuenta en el trabajo realizado para dar contenido a sus obras que "la ciudad de Prípyat, fundada el 4 de febrero de 1970, tenía como misión principal la de convertirse en el hogar de los trabajadores de la central nuclear Vladimir Illich Lenin y sus familias".
"En un sistema en el que todo estaba controlado y planificado, existían lugares especiales para los miembros igualmente especiales de la sociedad. La central nuclear que se estaba construyendo iba a ser la mayor de toda la URSS. En ese momento, el sistema tenía una política a la que se le denominaba coloquialmente construcción del socialismo sobre el átomo. La dirección del país ponía buena parte de sus esperanzas, para mitigar el incipiente atraso tecnológico con el mundo occidental, en el desarrollo de la energía nuclear", añade.
Cuenta Rodrigo Vargas que "a esta ciudad atómica -como se denominaba a estos emplazamientos junto a las centrales nucleares- se la consideraba una de las más hermosas de la Unión Soviética y era conocida como La Ciudad del Futuro. Y como en un guion ideado para el cine, o una parábola extraída de cualquier Libro Sagrado, tanta osadía por parte de los promotores no podía quedar sin respuesta".
A falta de culminar su expansión total, el enclave de Prípyat -la ciudad soñada, el anhelo de millones de personas- "se convirtió, en apenas unas horas, en el mismísimo infierno sobre la tierra". Y todo este relato es lo que ha querido reflejar en la obra que expone.
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