Una sentada ante don Diego
En el Titan
Los estudiantes acuden cada mañana bajo el busto del antiguo profesor e historiador
Subí la otra mañana a El Conquero por ese paseo hermoso que es el de Manuel Siurot (al que la ciudad se lo tiene dedicado: Por bueno, por sabio, por generoso, maestro de niños pobres). Allí me encontré con una sentada ante el busto de Diego Díaz Hierro y la verdad que me sorprendió.
Creo que don Diego debió soñar con ese momento y también sus albaceas cuando propusieron al Ayuntamiento le dedicara aquel homenaje, al que tanto dio a la ciudad en forma de palabra y Cultura.
Me imaginé por un momento al profesor de filosofía, el que propuso nombre de Diego de Guzmán y Quesada al que todos llamaban instituto femenino. Un primer paso adelantado a su tiempo para dejar a un lado la segregación en las aulas.
Me imagino al profesor una mañana y alrededor de él todos sus alumnos y alumnas en una clase. Ese es el momento que se produce cada jornada a la hora del recreo, cuando todos ellos cruzan la carretera para esparcirse en la plaza que lleva su nombre y se colocan en corrillo bajo su busto.
Sin embargo, me produce dolor y, sobre todo, tristeza de que haya quienes maltraten su busto. Las esculturas que están a su lado también sufren el vandalismo, como la última que desapareció, aunque ahora se sabe que la tienen guardada en Ayuntamiento. Le pasó lo mismo que al busto de Pedro Gómez, un poco más arriba.
Le pintaron a don Diego una esvástica nazi. Lo importante es que todavía se puede ver el escudo de Huelva en su solapa, que era de lo que más se sentía orgulloso, cuya historia nos regaló un día. El letrero de la plaza está borrado con una pintada en negro.
Dudo mucho que esto sea una acción de los chavales que se sientan alrededor de don Diego cada media mañana.
Lo que sí sería bueno es recordarle a quienes son protagonistas de estas acciones quién fue Diego Díaz Hierro. Al final lo que hay que evitar es que todo acabe en una memoria del olvido. Ahora se promociona la llamada Memoria Histórica y Democrática. Al final, si no se remedia, acabará en una memoría incompleta.
Para quienes no lo sepan, aquí estuvo el monumento a los caídos y se promovió esta plaza precisamente para dar un aire nuevo a esta zona. Para que la cruz de Dios este donde tiene que estar y los muertos descanses donde tienen que descansar.
Ahora es una plaza de libertades, como lo delata tantas manos abiertas por los arriates de la misma.
En Diego Díaz Hierro hay que ver a un onubense, historiador, profesor, cronista de la ciudad que amó y a la que dedicó su vida. Le tocó una etapa difícil, era la que había, la que sufrió la pérdida de tantas personas y la destrucción de la ciudad en edificios e iglesias.
Hoy se descubre una visión sectaria en el que borra en la plaza el nombre de don Diego y le manchan su busto, por haber vivido la época que le tocó vivir. Sin embargo, se olvidan que este homenaje es por lo mucho que don Diego ofreció a la ciudad.
Hoy su legado cultural en libros, escritos en la prensa, y en su fondo documental se guarda con todo el celo del mundo en el Archivo Municipal. Es una joya. No hay nadie que quiera contar algo de Huelva que no pase por sus escritos y sus fondos documentales.
Esta sentada ante don Diego es de cercanía y a ella me uno. Es el momento de ver la historia de nuestra ciudad sin prejuicios, como la contaba el propio Díaz Hierro. Que no nos vengan con milongas.
Me gustaría que nos dejaramos de falsas etiquetas y reclamemos la dignidad que don Diego se merece. Lo triste de este paseo es que la suciedad en el busto sigue ahí, sin que nadie haya hecho nada.
Debemos convertirnos todos en albaceas de don Diego y exigir un mínimo de respeto, al menos por todo lo
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