Un siglo de fandangos
Historias del fandango
Celebramos el centenario de aquel Concurso de Cante Jondo celebrado en Huelva en 1923 que cambió el rumbo del flamenco, pero del que apenas quedó memoria
Fandango en Huelva: El Concurso de Cante Jondo de 1923
De aquellas dos noches solo ha quedado una fotografía, la que publicó Mundo Gráfico en agosto de 1923. Se trata de un plano general del tendido, el escenario y parte de las gradas, ya en plena actuación de los artistas. Por lo voluminoso de la figura que se ve en el escenario, y por el modo en que se sentaba para cantar, podríamos colegir que se trataba de Antonio Chacón con su varita de ébano con empuñadora y contera de plata en la mano. Es una hipótesis, porque no lo especificó el pie de foto: Chacón, vestido con traje claro, aunque pudiera no ser, porque él siempre vestía de negro o de azul marino cuando actuaba (¡pero era verano y hacía tanto calor...!). Es el único testimonio gráfico que quedó de aquel magno acontecimiento flamenco. La Hermandad de los Judíos tampoco dispone de información sobre el mismo.
La Banda Municipal abrió el espectáculo, que se cerró a los compases de la marcha nacional. Como fin de fiesta, la de Cornetas y Tambores creó ambiente de Jueves Santo tocando saetas, muy demandadas en cualquier fecha y no asociada como hoy solo a la Semana Santa. Las cantaron los profesionales, incluido Chacón, según dicen las crónicas, aunque no era habitual que lo hiciera.
Lo que dijo la prensa
Una reseña somera de las actuaciones nos aproxima a aquellas dos noches memorables. De Antonio Chacón se dijo: “… el veterano de la flamenquería, a pesar de sus años conserva todo su arte singular, cuyo secreto nadie tiene más que él”. Del Niño de Jerez, el que encandilaba a los aficionados con sus seguiriyas: “…cantaor serio, a palo seco, de los que gustan hasta el delirio a los iniciados que saben distinguir estas cosas, hizo verdaderas filigranas las dos noches”. Del Niño Gloria: “… hace el cante antiguo de Triana, recordó en muchas ocasiones los buenos tiempos de Ramón y de la Serrana”. De Caracolito, que participó en el festival reconocido ya como una estrella y que en su actuación se bajó del escenario y se dio una vuelta por el ruedo como un torero en tarde de éxito, se dijo: “El chaval se las trae. Tiene grandes facultades, estilo y gusto… viene a ser el enlace de lo antiguo con lo moderno”.
De Manuel Centeno: “Por su agradable y sencillo estilo gustó extraordinariamente a la parte del público no muy versada en la flamenquería clásica… admitiendo en lo flamenco el modernismo cuando éste no va contra lo tradicional. Fue ovacionadísimo en varios fandanguillos alosneros”. Centeno había grabado el año anterior el fandango de Juan María Blanco y era buen conocedor de los fandangos. Los aplausos más fervientes y entusiastas se los llevaron él y Caracolito, y el éxito más grande, el maestro Chacón. Del guitarrista Niño de Huelva se dijo que “a requerimiento del público tocó varias composiciones propias y fue ovacionado… Tocó para sus paisanos algunas “cosillas” en la guitarra y casi ná. ¡Lo que ha salido de Huelva!”.
Fue un gran éxito
La prensa fue unánime al valorar el Concurso. El diario La Provincia, el que más información y más detallado seguimiento hizo desde su convocatoria, emitió veredicto: “Todo ha contribuido a que hayamos podido gozar de un espectáculo incomparable que difícilmente podrá organizarse otra vez en ninguna parte, ni aun en Sevilla [meca del flamenco en aquel tiempo], donde pueden hallarse cantaores, bailaores y guitarristas para todos los gustos… La fiesta del cante grande organizada por la Hermandad de las Cadenas ha resultado admirable y brillantísima; digna de un pueblo que ama sus tradiciones y sabe sentir la belleza, ha tenido un éxito rotundo…”.
¿Qué pasó después del concurso?
¿Qué consecuencias se derivaron y qué significó aquel Concurso de Cante Jondo? De entrada, fue tal su éxito que al año siguiente se convocó otro de similares características y parecido cartel. Y supuso abrir las puertas del flamenco a un cante, el fandango, NUEVO ya flamenco de Huelva, que venía reclamando sitio desde hacía al menos una treintena de años. Aquella fue la primera vez que se reconoció al fandango como cante flamenco.
Cuando el orbe se confabuló…
El Concurso fue punto de partida para aquel fandango, y los efectos se fueron produciendo después gracias a una serie de hechos concatenados que cambiaron el paradigma del flamenco. La aparición de la radio, que ha sido siempre el medio mejor aliado del flamenco desde sus orígenes; los espectáculos de “ópera
flamenca” con sus públicos de masas; los cambios en la sociedad y en los gustos de la gente; la expansión de las grabaciones de discos y el gramófono reproductor… Y todo ello, aliado con la fortuna de aflorar una generación excepcional de cantaores que irrumpió en los años veinte y que apostó con su arte por el fandango. El Cojo de Málaga, el Niño de Marchena, Manuel Centeno, Manuel Vallejo, José Cepero, Paco Mazaco y otros, más los decisivos huelvanos José Rebollo, Niño Isidro, Antonio Rengel, Pepe y Curro la Nora, Herrerito… apostaron por el fandango y las casas discográficas grabaron gran cantidad de discos con este palo. El fandango de Huelva, con su compás y su aire genuinos, se convirtió en inspirador para muchos cantaores de aquel tiempo (ahí está la discografía para demostrarlo). Su éxito fue extraordinario y se mantuvo imperando durante la treintena siguiente. Y continuó, más allá de modas y de prejuicios de ciertas ortodoxias, ganándose el favor de los aficionados para siempre.
La consolidación del fandango
Un siglo después, el fandango es un cante consolidado, “el que más le ha gustado siempre a la gente”, en expresión de quien fue su adalid en aquella década memorable, Pepe Marchena. El fandango mantiene abierta su capacidad creativa y su carácter de cante popular. Es asignatura troncal para centenares de jóvenes aficionados de Huelva que lo practican y estudian como vía de acceso al territorio de los cantes flamencos. Ha sido reconocido como Bien de Interés Cultural y es, sobre todo y por siempre, patrimonio de la gente.
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