El síndrome del cuidador

Todo está en tí

Las personas que realizan el rol de cuidar a una persona dependiente acaban experimentando consecuencias graves, tanto a nivel físico como emocional

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El síndrome del cuidador
Emma García - Psicóloga

30 de abril 2023 - 06:00

El síndrome del cuidador es un trastorno que se manifiesta en personas que realizan el rol de cuidador principal de una persona dependiente. La persona que cuida está casi todo el día, o el día entero, pendiente del enfermo y esto le va generando unas consecuencias graves, tanto a nivel físico como emocional.

Normalmente empieza por ser una situación nueva para la cual no está preparada y que le absorbe todo el tiempo. Es un estrés continuado, ya que normalmente se trata de una enfermedad crónica la que padece el enfermo al que cuida y que requiere de muchos cuidados. Entre las enfermedades más duras a la hora de cuidar figuran los diferentes tipos de demencias, como el alzhéimer.

Hay casos en los que el cuidador, al tener que dedicarle todo el tiempo, deja incluso de trabajar para poder atender al enfermo. La responsabilidad de atender al paciente exige casi una dedicación exclusiva, y el cuidador empieza a restringir su vida, su tiempo libre, sus actividades... Quizá el área que más afecta al tener que dejarla es la social. Es importantísimo que la persona cuidadora no deje de relacionarse y salir porque es, desde ese aislamiento, cuando empieza a deprimirse y sentirse ‘quemada’.

Los síntomas que suele tener el cuidador son desmotivación, pocas ganas de socializar, cansancio, ansiedad, cambios de humor, insomnio, dolores de cabeza, problemas digestivos... Los del entorno, normalmente, suelen preguntar y preocuparse por el enfermo y no caen en la cuenta del cuidador, al que muchas veces no le preguntan cómo se encuentra.

El síndrome del cuidador.
El síndrome del cuidador. / M.G.

Como va asumiendo todas las tareas del cuidado del enfermo, va perdiendo su independencia y empieza a desatenderse a sí mismo. Es por ello, que deja de salir con sus amistades, deja su ocio, y su vida se queda perdida, paralizada y estancada. Los cambios que se suelen dar a corto y largo plazo se ven reflejados en diferentes áreas:

  • En las relaciones familiares. Aquí suelen empezar los conflictos familiares, ya que aunque haya normalmente un cuidador principal, los demás familiares también suelen colaborar, pero empiezan a surgir tensiones, ya que no todos están dispuestos a colaborar en turnos de visita y cuidados. Las noches suelen ser los motivos mayores por lo que suele haber conflictos.
  • En el ámbito de trabajo. El cuidador deja el trabajo o comienza a fallar a la hora de acudir a su puesto, lo que le va suponiendo muchos problemas y tensiones.
  • A nivel económico. La situación supone también un aumento de gastos, porque a veces se añade un pequeño apoyo al cuidador con otra persona externa a la familia.
  • En la salud. Ya hemos comentado también que supone un problema importante.
  • En el tiempo libre. Hay una clara disminución del tiempo dedicado al ocio, a los amigos, a la propia familia del cuidador...
  • En el estado anímico. Se sufre preocupación, ansiedad, culpabilidad. Al centrarse en el enfermo de una manera tan radial van creyéndose imprescindibles y no permiten que nadie les ayude. "Yo lo se hace hacer mejor que nadie, nadie le entiende como yo". Se va agotando poco a poco hasta que ellos que no son capaces de cuidarse a si mismos.
La persona que cuida está casi todo el día, o el día entero, pendiente del enfermo
La persona que cuida está casi todo el día, o el día entero, pendiente del enfermo / M.G.

Hay una serie de pautas que pueden ayudar a mejorar una persona que padece el síndrome del cuidador:

  • Decir no al enfermo. A veces los enfermos se comportan como niños pequeños y se vuelven muy demandantes. Si el enfermo puede hacer algo por si mismo, hay que animarle a que lo haga.
  • Hay que delegar en otros familiares. Se debe hablar con ellos y expresarles como se encuentra, que está desbordado y que necesita apoyo de ellos.
  • Cuidar la vida social. El cuidador tiene que obligarse a salir, a quedar con sus amigos, tomar algo para desconectar, ¡reírse sin culpa! y pasar ratos de disfrute en compañía. Sacar algún rato al día para uno mismo, ya sea para ir de compras, dar un paseo o tomarse un café.
  • Los centros de día, el personal de atención a domicilio e incluso acudir a una residencia son una opciones a considerar, sobre todo cuando ya la infraestructura que requiere el paciente no se puede cubrir (camas especiales, cuidados personales en el que una sola persona no puede, etc.). En este punto es muy importante que el cuidador no sienta que es un mal hijo o una mala hija por llevarle a una residencia o algún otro centro, ya que hay veces que es imposible el cuidado de dicho enfermo en una casa; sea por las necesidades adaptativas que necesite el paciente, porque una persona sola no pueda o por que económicamente es imposible de otro modo.
  • Realizar algo de ejercicio. Hay que mantenerse activo, ya que si nos quedamos sentados en un sillón junto al enfermo, terminaremos estando enfermos nosotros.
  • Pedir ayuda a personas que nos quieren, expresar cómo nos sentimos, hablar de lo triste o agobiado que nos sentimos. No nos sintamos culpables. Es normal que nos sintamos así por todo lo que llevamos de carga, pero está claro que “si no nos cuidamos, no podremos cuidar a nadie”.
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