El sociólogo de la UHU, Iván Rodríguez, muestra en un estudio cómo afecta el confinamiento a los niños
El docente plantea en su proyecto, 'Infancia confinada', que el aislamiento puede ser una oportunidad para hacer las ciudades más habitables
Huelva/Los sociólogos Marta Martínez Muñoz e Iván Rodríguez Pascual han llevado a cabo el proyecto de investigación titulado Infancia confinada. El mismo lo han realizado junto a la abogada Gabriela Velásquez, habiendo sido prologado por Luis Pedernera, presidente del Comité de Derechos del Niño de las Naciones Unidas. El objetivo del estudio ha sido conocer cómo están viviendo los niños y adolescentes españoles de entre 10 y 14 años el confinamiento decretado a causa de la pandemia de Covid-19. Un trabajo que, tras causar un enorme interés por mostrar de forma inédita la situación de niños y jóvenes en esta crisis, ha querido ser desgranado en el ciclo Diálogos UHU por Iván Rodríguez, profesor de la Universidad de Huelva (UHU) especializado en el estudio sociológico de la infancia y las nuevas tecnologías.
Una investigación bastante singular debido a que, según explica este sociólogo de la Onubense, “trata de responder a esta situación excepcional y de emergencia que es el confinamiento. El proyecto en sí mismo es una acción investigadora de urgencia, como nos gusta llamarlo. Porque, cuando todo esto empezó, tanto yo como Marta, que llevamos dos décadas investigando en temas relacionados con la población infantil y la representación social de la infancia, nos dimos cuenta de que el contexto era muy peculiar. Entre otras cuestiones, porque el confinamiento ha sido más duro en los niños y adolescentes al tener más restricciones que las personas adultas”.
Así surge esta iniciativa que ha tenido el objetivo de conocer cómo ha vivido este tiempo este colectivo particularmente confinado. “Intuíamos, porque es algo típico de la sociedad española, en la que está normalizado el gesto de invisibilizar a niños y niñas, que no iba a ver muchas iniciativas dirigidas en este sentido. Por este motivo, pusimos en marcha este estudio desde nuestro propio confinamiento, porque dos de las investigadoras están en Madrid y yo estoy en Huelva, por lo que sólo tuvimos reuniones virtuales y muchas conversaciones telefónicas”.
La metodología seguida partió de un cuestionario on line que se lanzó por redes sociales el pasado 21 de marzo, -una semana después de que comenzara formalmente el confinamiento-, para conseguir respuestas anónimas de niños de entre 10 y 14 años. Un cuestionario que, como afirma Iván Rodríguez, “era muy abierto. Es decir, los niños podían expresarse con bastante libertad y sin límite de extensión a preguntas muy básicas. Les invitábamos a que nos contaran qué cosas les estaban dando miedo durante el confinamiento, cuáles eran sus fuentes de alegría, con qué soñaban en el futuro, cuando acabara el confinamiento, etcétera”.
En total, el estudio ha logrado recabar la opinión de 425 niños y niñas en una franja de edad un poco más amplia de lo que estaba previsto en un principio, puesto que han participado chavales de entre 8 y 17 años, aunque el 90% de las respuestas se centra en los situados entre los 10 y los 14 años. Además, se ha logrado cubrir casi todo el territorio nacional, dado que han contestado niños de casi todas las comunidades autónomas, si bien, el 70% procede de Madrid, Andalucía, Comunidad Valencia y Cataluña, que se unen a casos sueltos de lugares como Ceuta o Canarias.
“El estudio tiene un carácter exploratorio, debido a que no se trata de una muestra formal o estadísticamente representativa en el sentido estricto del término. Pero sí es cierto que es el único estudio que se ha interesado por conocer la situación de niños y adolescentes en el confinamiento desde un plano social y cultural. Es el único espacio científico que les ha animado a expresarse, por lo que creo que tiene un gran valor exploratorio que compensa todas estas limitaciones. Hay que tener en cuenta que los investigadores estábamos lejos de nuestros puestos de trabajo, con medios privados y lo hemos llevado a cabo en un tiempo récord, puesto que se ha completado prácticamente en cinco semanas”, concreta Rodríguez.
Los abuelos, la mayor preocupación de niños y jóvenes
En cuanto a los resultados obtenidos por el estudio, su responsable asegura que “las conclusiones son las que encontramos habitualmente después de dos décadas trabajando con niños y adolescentes. La población adulta tiende a imaginarlos desconectados de la realidad, pero son mucho más conscientes de lo que suponemos. Por ejemplo, más de un 94% de ellos ha declarado la necesidad del confinamiento, por lo que hay un compromiso y un acatamiento muy mayoritario del mismo”.
Por otra parte, los participantes en el cuestionario también son conscientes de la gravedad de la crisis actual, puesto que “muchos temen que sus padres pierdan el empleo en unos meses, les preocupa que en la familia no haya suficiente dinero y, sobre todo, son chavales que han estado muy empáticamente conectados con las personas que han dejado de ver. En concreto, resaltaría el caso de los abuelos y las abuelas. Hay una preocupación constante en los niños sobre qué va a pasar con mis abuelos. Por supuesto, piensan en el virus, la muerte, etcétera, pero su principal inquietud se refiere a sus abuelos, si están sintiendo soledad por no poder estar con ellos y el resto de su familia”, aclara este investigador de la UHU, que recuerda que, “en la sociedad española, los abuelos y abuelas son muchas veces padres vicarios, es decir, que están asumiendo la carga de trabajo de la crianza de sus nietos. Y, de repente, el confinamiento ha venido a cercenar esa relación que era tan intensa. Probablemente, creo que la gente no imagina cuánto han echado de menos estos niños y adolescentes a estos familiares”.
Al mismo tiempo, en el estudio se detalla que la familia, en general, es también la principal fuente de alegría de los chavales. Según apunta Iván Rodríguez, “cuando les preguntas en qué se apoyan esos días en los que se sienten un poco peor por estar encerrados, muchos nos responden que en la relación con sus padres, su familia, la convivencia con sus hermanos y, algunos, incluso, nos dicen que la mascota. De alguna manera, la familia, aunque es la frontera de la cual no se puede salir, también es el lugar interior en el que encontramos esa fuente de satisfacción”.
Otro de los datos de interés detectado es que “los niños son seres bastante resilientes, puesto que la mayor parte de ellos dicen que han estado tranquilos durante el confinamiento, pues entienden esta situación. Sí es verdad que hemos detectado cómo los sentimientos de preocupación y tristeza han aparecido con relativa frecuencia en sus vidas. Alguno lo expresó muy bien. Un chico nos escribió de forma literal: “A veces, por la noche, me siento triste y no sé muy bien porqué”. Por tanto, hemos visto ese ánimo un poco depresivo o triste que genera el confinamiento”. Entre los sentimientos negativos resaltados en estos días también se encuentra el aburrimiento, que ha aparecido de forma frecuente en este sector de la población.
Especialmente preocupante resulta un pequeño grupo por necesitar una particular atención, debido a que su satisfacción con la vida ha decrecido durante este tiempo. Son niños y niñas con una peor relación con sus padres, que discuten con cierta frecuencia con ellos, que se encuentran en familias con una mayor preocupación económica por tener un estatus socioeconómico más modesto. Son niños que durante el confinamiento han hecho menos deporte y se han comunicado menos con otros miembros de la familia, con lo que están más aislados y sufriendo más las consecuencias de este estado.
En cualquier caso, dada la expectación que ha generado este estudio, sus conclusiones pueden consultarse de forma más amplia en la página web del proyecto Infancia Confinada (infanciaconfinada.com), donde se pueden encontrar una gran cantidad de datos detallados, muchas veces desagregados por edad o por sexo, y donde se pueden ver conclusiones más vivas y ricas.
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